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Columnista - 13 octubre, 2016

Insomnio postplebiscito

Era plena madrugada del 3 de octubre del 2016, se me era imposible conciliar el sueño, eran muchos los pensamientos que colisionaban sin cesar en mi cabeza. No podía ocultar que lo que había sucedido hacia unas horas no era el resultado que esperaba, pero sobre todo, qué lastimoso había sido ver lo polarizado que […]

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Era plena madrugada del 3 de octubre del 2016, se me era imposible conciliar el sueño, eran muchos los pensamientos que colisionaban sin cesar en mi cabeza. No podía ocultar que lo que había sucedido hacia unas horas no era el resultado que esperaba, pero sobre todo, qué lastimoso había sido ver lo polarizado que está nuestro país, como quien dice, dos Colombia. Voté por el Sí, esperaba un mandato popular favorable a la aprobación de lo plebiscitado, pero, indiscutiblemente, la democracia se había pronunciado y eso hay que aceptarlo, respetarlo y acatarlo.

Pensé que mi columna, después del 2 de octubre, la escribiría con un objeto distinto al que me llevó a tomar mi agenda de apuntes en medio de la fría, amarga y silenciosa madrugada del tres de octubre. No puedo negar que me pintaba titulando mi opinión: “Un nuevo comienzo” o de pronto, “Colombia dijo SÍ”, o tal vez, “Bienvenida la etapa constructiva”, pero hoy el panorama es distinto, hoy nuestra atmosfera social, política y jurídica requiere de mucha seriedad, de mucho compromiso, de mucha madurez, pero sobre todo, de mucha responsabilidad.

Bien dice el adagio popular que no se debe llorar sobre la leche derramada. Un país fragmentado política y socialmente se pronunció el pasado 2 de octubre a través de la vía plebiscitaria, imponiéndose en las urnas la improbación de lo finalmente acordado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc–EP en La Habana.

El paso a seguir en estos momentos, considero humildemente, es la reinvención política y social que debe fomentar el pueblo colombiano, es la oportunidad para que quienes disiden de ciertos puntos del acuerdo final, entren a trabajar de manera constructiva, haciendo aportes sólidos, fundamentados. Es necesario que apartemos el odio y rencillas políticas que quebrantan nuestra convivencia, no podemos perder de vista que está en juego la paz de nuestra Colombia.

Lo positivo de la victoria del No es que los colombianos estamos ante la posibilidad de suprimir ese absurdo fraccionamiento colectivo en el que nos encontramos, y optar por conseguir una componenda nacional donde todas las voces sean escuchadas. En este aspecto, es muy acertado lo que manifiesta el jurista y profesor Rodrigo Uprimny, cuando dice que debe haber una negociación para lograr un pacto político y social completo, el cual haga viable la concreción de una paz integral.

Por otro lado, no podemos permitir que la incertidumbre política y jurídica carcoma el acuerdo final y todo aquello logrado por el Gobierno Nacional. Es por eso que se hace perentorio entablar un plan de acción inmediato para conseguir un acuerdo completo, donde los beneficiados seamos todo el pueblo colombiano, un documento donde se respete la institucionalidad, nuestros derechos y garantías fundamentales.

Tenemos la ventaja de tener un acuerdo base, el cual sigue existiendo y debe ser el punto de partida para realizar las mejoras correspondientes, porque no tiene sentido que este haya sido desaprobado por cierta parte del pueblo colombiano en vano, pero en el mismo sentido, hay que poner los pies sobre la tierra y proponer modificaciones posibles y congruentes. El reto de la paz no termina, hay que seguir luchando.

REMATE: Ojalá la honorable Corte Constitucional no le dé el visto bueno a la iniciativa del senador Armando Benedetti en cuanto a la repetición del plebiscito, lo más saludable y justo es conseguir un mejor acuerdo, no hay tiempo que perder.

@camilopintom

Columnista
13 octubre, 2016

Insomnio postplebiscito

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Camilo Pinto

Era plena madrugada del 3 de octubre del 2016, se me era imposible conciliar el sueño, eran muchos los pensamientos que colisionaban sin cesar en mi cabeza. No podía ocultar que lo que había sucedido hacia unas horas no era el resultado que esperaba, pero sobre todo, qué lastimoso había sido ver lo polarizado que […]


Era plena madrugada del 3 de octubre del 2016, se me era imposible conciliar el sueño, eran muchos los pensamientos que colisionaban sin cesar en mi cabeza. No podía ocultar que lo que había sucedido hacia unas horas no era el resultado que esperaba, pero sobre todo, qué lastimoso había sido ver lo polarizado que está nuestro país, como quien dice, dos Colombia. Voté por el Sí, esperaba un mandato popular favorable a la aprobación de lo plebiscitado, pero, indiscutiblemente, la democracia se había pronunciado y eso hay que aceptarlo, respetarlo y acatarlo.

Pensé que mi columna, después del 2 de octubre, la escribiría con un objeto distinto al que me llevó a tomar mi agenda de apuntes en medio de la fría, amarga y silenciosa madrugada del tres de octubre. No puedo negar que me pintaba titulando mi opinión: “Un nuevo comienzo” o de pronto, “Colombia dijo SÍ”, o tal vez, “Bienvenida la etapa constructiva”, pero hoy el panorama es distinto, hoy nuestra atmosfera social, política y jurídica requiere de mucha seriedad, de mucho compromiso, de mucha madurez, pero sobre todo, de mucha responsabilidad.

Bien dice el adagio popular que no se debe llorar sobre la leche derramada. Un país fragmentado política y socialmente se pronunció el pasado 2 de octubre a través de la vía plebiscitaria, imponiéndose en las urnas la improbación de lo finalmente acordado entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc–EP en La Habana.

El paso a seguir en estos momentos, considero humildemente, es la reinvención política y social que debe fomentar el pueblo colombiano, es la oportunidad para que quienes disiden de ciertos puntos del acuerdo final, entren a trabajar de manera constructiva, haciendo aportes sólidos, fundamentados. Es necesario que apartemos el odio y rencillas políticas que quebrantan nuestra convivencia, no podemos perder de vista que está en juego la paz de nuestra Colombia.

Lo positivo de la victoria del No es que los colombianos estamos ante la posibilidad de suprimir ese absurdo fraccionamiento colectivo en el que nos encontramos, y optar por conseguir una componenda nacional donde todas las voces sean escuchadas. En este aspecto, es muy acertado lo que manifiesta el jurista y profesor Rodrigo Uprimny, cuando dice que debe haber una negociación para lograr un pacto político y social completo, el cual haga viable la concreción de una paz integral.

Por otro lado, no podemos permitir que la incertidumbre política y jurídica carcoma el acuerdo final y todo aquello logrado por el Gobierno Nacional. Es por eso que se hace perentorio entablar un plan de acción inmediato para conseguir un acuerdo completo, donde los beneficiados seamos todo el pueblo colombiano, un documento donde se respete la institucionalidad, nuestros derechos y garantías fundamentales.

Tenemos la ventaja de tener un acuerdo base, el cual sigue existiendo y debe ser el punto de partida para realizar las mejoras correspondientes, porque no tiene sentido que este haya sido desaprobado por cierta parte del pueblo colombiano en vano, pero en el mismo sentido, hay que poner los pies sobre la tierra y proponer modificaciones posibles y congruentes. El reto de la paz no termina, hay que seguir luchando.

REMATE: Ojalá la honorable Corte Constitucional no le dé el visto bueno a la iniciativa del senador Armando Benedetti en cuanto a la repetición del plebiscito, lo más saludable y justo es conseguir un mejor acuerdo, no hay tiempo que perder.

@camilopintom