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Editorial - 27 marzo, 2012

Inseguridad: percepción y realidad

La inseguridad sigue siendo uno de los temas que más preocupan a los colombianos. En mayor o menor medida, en unas ciudades más que en otras, el tema del atraco callejero, el robo a mano armado o a residencias, las extorsiones y los homicidios, son el principal dolor de cabeza de los ciudadanos, y –obviamente- […]

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La inseguridad sigue siendo uno de los temas que más preocupan a los colombianos. En mayor o menor medida, en unas ciudades más que en otras, el tema del atraco callejero, el robo a mano armado o a residencias, las extorsiones y los homicidios, son el principal dolor de cabeza de los ciudadanos, y –obviamente- de las autoridades locales.
El tema es pan de todos los días en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Santa Marta.  Valledupar, por supuesto,  no ha sido ajena a esa situación. Y sería ingenuo considerar que nuestra ciudad fuera un remanso de paz, en medio de un país y una sociedad con tantos problemas y conflictos.
Por el contrario, debemos advertir que el crecimiento desordenado de nuestra ciudad, la llegada de miles de desplazados, el desempleo, la pobreza y la misma inequidad social, se convierten en factores para un caldo de cultivo preocupante y peligroso.
La Ciudad de los Santos Reyes es escenario del accionar de las bandas criminales, del microtráfico de estupefacientes, del contrabando de combustibles desde Venezuela, y de homicidios frecuentes, estos últimos con distintas motivaciones y móviles.
Por supuesto, hay que advertir que hay distintas clases de violencia: la que genera la delincuencia común, la de las bandas criminales y el narcotráfico, inclusive la misma violencia intrafamiliar y la que se genera por una simple pelea de borrachos que puede terminar, lamentablemente, en hechos trágicos. Pero así mismo debe ser la estrategia para combatirla: debe tener elementos generales y comunes, pero también aspectos particulares y en todos los frentes hay que actuar.
En ese orden de ideas, consideramos que  ha hecho bien el Alcalde de Valledupar, Fredys Socarrás Reales, en salirle al paso al problema y convocar – en un consejo de seguridad- a todas las instancias civiles y de policía para trabajar de manera conjunta en el mejoramiento y la prevención de estos fenómenos de inseguridad y violencia.
Hay que reconocer, también, la labor que hace la Policía Nacional en medio de unos recursos humanos, técnicos y económicos limitados. En este sentido, apoyamos el “plan desarme” encaminado a recoger las armas ilegales en las calles y a desestimular su porte, esta estrategia tiene elementos disuasivos tanto para los delincuentes como para otros “portadores” de las armas, algunas veces sin una segunda intención.
Está bien el aumento del pie de fuerza, se requieren más recursos para patrullar, más retenes, pero lo más importante es la decisión de combatir la delincuencia y recuperar la confianza de la ciudadanía en las autoridades y en la administración de justicia. Pero se requiere una política sistemática para hacerle frente al problema y mantener un monitoreo de los principales indicadores de inseguridad y violencia.
Se necesita, igualmente, que la ciudadanía recupere la confianza en las instituciones para que denuncie a los delincuentes, incluyendo a los extorsionistas, y que las autoridades los busquen y que la Justicia los juzgue y no que los suelte a la primera oportunidad, para que estos vuelva a delinquir y siga la espiral de inseguridad, impunidad, inseguridad.
Es fundamental que los fiscales y jueces también se comprometan en esta lucha contra la delincuencia, con decisión y valentía. Hoy, en algunos casos, de nada sirve que la Policía capture a los delincuentes, ya que muchas veces en delitos considerados menores, estos recuperan su libertad en un momentico y el problema le queda al ciudadano que avisó o denunció.
En vísperas de la Semana Santa y cuando se aproxima abril, mes del Festival Vallenato, para nadie es un secreto que Valledupar se llena de ladronzuelos y delincuentes de todos los pelambres, que aprovechan la afluencia de turistas para hacer de las suyas. Por eso, más allá de la coyuntura, se requiere una acción conjunta entre las autoridades, los gremios, los mismos medios de comunicación y la ciudadanía, en general, para hacerle frente al fenómeno y recuperar la tranquilidad que la ciudad necesita y a la que tienen derecho los vallenatos, como todos los colombianos de bien.

Editorial
27 marzo, 2012

Inseguridad: percepción y realidad

La inseguridad sigue siendo uno de los temas que más preocupan a los colombianos. En mayor o menor medida, en unas ciudades más que en otras, el tema del atraco callejero, el robo a mano armado o a residencias, las extorsiones y los homicidios, son el principal dolor de cabeza de los ciudadanos, y –obviamente- […]


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La inseguridad sigue siendo uno de los temas que más preocupan a los colombianos. En mayor o menor medida, en unas ciudades más que en otras, el tema del atraco callejero, el robo a mano armado o a residencias, las extorsiones y los homicidios, son el principal dolor de cabeza de los ciudadanos, y –obviamente- de las autoridades locales.
El tema es pan de todos los días en Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Santa Marta.  Valledupar, por supuesto,  no ha sido ajena a esa situación. Y sería ingenuo considerar que nuestra ciudad fuera un remanso de paz, en medio de un país y una sociedad con tantos problemas y conflictos.
Por el contrario, debemos advertir que el crecimiento desordenado de nuestra ciudad, la llegada de miles de desplazados, el desempleo, la pobreza y la misma inequidad social, se convierten en factores para un caldo de cultivo preocupante y peligroso.
La Ciudad de los Santos Reyes es escenario del accionar de las bandas criminales, del microtráfico de estupefacientes, del contrabando de combustibles desde Venezuela, y de homicidios frecuentes, estos últimos con distintas motivaciones y móviles.
Por supuesto, hay que advertir que hay distintas clases de violencia: la que genera la delincuencia común, la de las bandas criminales y el narcotráfico, inclusive la misma violencia intrafamiliar y la que se genera por una simple pelea de borrachos que puede terminar, lamentablemente, en hechos trágicos. Pero así mismo debe ser la estrategia para combatirla: debe tener elementos generales y comunes, pero también aspectos particulares y en todos los frentes hay que actuar.
En ese orden de ideas, consideramos que  ha hecho bien el Alcalde de Valledupar, Fredys Socarrás Reales, en salirle al paso al problema y convocar – en un consejo de seguridad- a todas las instancias civiles y de policía para trabajar de manera conjunta en el mejoramiento y la prevención de estos fenómenos de inseguridad y violencia.
Hay que reconocer, también, la labor que hace la Policía Nacional en medio de unos recursos humanos, técnicos y económicos limitados. En este sentido, apoyamos el “plan desarme” encaminado a recoger las armas ilegales en las calles y a desestimular su porte, esta estrategia tiene elementos disuasivos tanto para los delincuentes como para otros “portadores” de las armas, algunas veces sin una segunda intención.
Está bien el aumento del pie de fuerza, se requieren más recursos para patrullar, más retenes, pero lo más importante es la decisión de combatir la delincuencia y recuperar la confianza de la ciudadanía en las autoridades y en la administración de justicia. Pero se requiere una política sistemática para hacerle frente al problema y mantener un monitoreo de los principales indicadores de inseguridad y violencia.
Se necesita, igualmente, que la ciudadanía recupere la confianza en las instituciones para que denuncie a los delincuentes, incluyendo a los extorsionistas, y que las autoridades los busquen y que la Justicia los juzgue y no que los suelte a la primera oportunidad, para que estos vuelva a delinquir y siga la espiral de inseguridad, impunidad, inseguridad.
Es fundamental que los fiscales y jueces también se comprometan en esta lucha contra la delincuencia, con decisión y valentía. Hoy, en algunos casos, de nada sirve que la Policía capture a los delincuentes, ya que muchas veces en delitos considerados menores, estos recuperan su libertad en un momentico y el problema le queda al ciudadano que avisó o denunció.
En vísperas de la Semana Santa y cuando se aproxima abril, mes del Festival Vallenato, para nadie es un secreto que Valledupar se llena de ladronzuelos y delincuentes de todos los pelambres, que aprovechan la afluencia de turistas para hacer de las suyas. Por eso, más allá de la coyuntura, se requiere una acción conjunta entre las autoridades, los gremios, los mismos medios de comunicación y la ciudadanía, en general, para hacerle frente al fenómeno y recuperar la tranquilidad que la ciudad necesita y a la que tienen derecho los vallenatos, como todos los colombianos de bien.