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Columnista - 23 junio, 2011

Inmunidad presidencial

Por: Luis Napoleón de Armas P. La Constitución Política de Colombia y los códigos penales colombianos, tienen un enorme bache: los presidentes de la república son inmunes; no existe, en la práctica, una institución que se encargue de penalizar los errores del presidente; ya lo vivimos en el caso Samper, ya lo estamos viendo en […]

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Por: Luis Napoleón de Armas P.
La Constitución Política de Colombia y los códigos penales colombianos, tienen un enorme bache: los presidentes de la república son inmunes; no existe, en la práctica, una institución que se encargue de penalizar los errores del presidente; ya lo vivimos en el caso Samper, ya lo estamos viendo en el caso Uribe. Se exceptúa el caso del General Rojas Pinilla a quien si lo juzgó el Congreso pero porque toda la clase política de la época era su enemiga y este la había defenestrado de sus privilegios. La Comisión de Acusaciones de la Cámara, es un bodrio putrefacto. En el sistema presidencialista, nuestro nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato y no existe la voluntad política para enmendar este entuerto; nadie habla de eso, nadie propone la enmienda respectiva. La presidencia de la República es un fortín contra la operatividad de la justicia y nada de lo que allí sucede es susceptible de penalización; la incitación de un presidente para que se asilen y evadan la justicia, sus más cercanos amigos, es una provocación y un acto de traición a la Patria y a sus instituciones; es un pésimo ejemplo de civismo y convivencia; ser presidente no debería ser un pasaporte a la impunidad ni un nicho para situarse por encima de la ley. Esto se agrava si los otros poderes claudican ante el infinito poder presidencial, en especial el legislativo, con el cual se hacen las mayores amalgamas con gran detrimento para la legalidad y para el Congreso mismo que hoy por hoy figura como la institución más corrupta del país. Con los ocho años de Uribe, la corrupción se potenció en el capitolio y por eso hoy, muchos congresistas de la cofradía enfrentan problemas con la Corte Suprema de Justicia, que logró hacerle frente a la prepotencia de la Casa de Nariño, pero el rey sigue incólume y así, esta labor quedará inconclusa. La fallida interpelación al ex Uribe en la Comisión de Acusaciones se debió a que esta no tiene los dientes legales ni éticos para enjuiciarlo, cosa que él sabe, y ellos también, y por eso trató de convertirlo en un consejo comunal con toda la logística mediática a su alcance que aún es mucha, seguido de todos sus áulicos avícolas que le cuidan los cascarones de los huevitos porque los polluelos hace rato deambulan por todo el país, con patas negras (los polluelos no tienen mano) y pico de halcón, con su secuela de muertes, atracos, extorsiones,  amenazas, y con el caldo de cultivo hirviendo que es el narcotráfico, exportando como el primer día, centenares de toneladas de cocaína, y penetrando todas las instancias de la sociedad civil. Las mal llamadas bacrim, herederas de las auc, y las guerrillas siguen recorriendo el país con su guadaña deletérea, silenciando testigos y desplazando más gente. La democracia colombiana tiene un reto inmenso frente a este vacío normativo y el presidente Santos debería aprovechar su inmensa popularidad para producir los cambios necesarios en esta materia; ahí, si, que haría una demostración de patriotismo que conduzca a ponerle cotos a la inmunidad presidencial con tantos secretos que subyacen por debajo de la historia de sangre y miseria del país. Le toca recoger los polluelos y confinarlos. Es una tarea difícil dentro de la institucionalidad pero un referendo lo posibilitaría. En Italia, una consulta de este tipo, acaba de quitarle la inmunidad a Berlusconi quien, en forma grotesca se burlaba de la legitimidad. Uno no entiende como, después de tantos años ensayando la democracia, todavía queden almas que se alimenten de la satrapía. Por fortuna, la democracia siempre será perfectible.
[email protected]

Columnista
23 junio, 2011

Inmunidad presidencial

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P. La Constitución Política de Colombia y los códigos penales colombianos, tienen un enorme bache: los presidentes de la república son inmunes; no existe, en la práctica, una institución que se encargue de penalizar los errores del presidente; ya lo vivimos en el caso Samper, ya lo estamos viendo en […]


Por: Luis Napoleón de Armas P.
La Constitución Política de Colombia y los códigos penales colombianos, tienen un enorme bache: los presidentes de la república son inmunes; no existe, en la práctica, una institución que se encargue de penalizar los errores del presidente; ya lo vivimos en el caso Samper, ya lo estamos viendo en el caso Uribe. Se exceptúa el caso del General Rojas Pinilla a quien si lo juzgó el Congreso pero porque toda la clase política de la época era su enemiga y este la había defenestrado de sus privilegios. La Comisión de Acusaciones de la Cámara, es un bodrio putrefacto. En el sistema presidencialista, nuestro nadie es capaz de ponerle el cascabel al gato y no existe la voluntad política para enmendar este entuerto; nadie habla de eso, nadie propone la enmienda respectiva. La presidencia de la República es un fortín contra la operatividad de la justicia y nada de lo que allí sucede es susceptible de penalización; la incitación de un presidente para que se asilen y evadan la justicia, sus más cercanos amigos, es una provocación y un acto de traición a la Patria y a sus instituciones; es un pésimo ejemplo de civismo y convivencia; ser presidente no debería ser un pasaporte a la impunidad ni un nicho para situarse por encima de la ley. Esto se agrava si los otros poderes claudican ante el infinito poder presidencial, en especial el legislativo, con el cual se hacen las mayores amalgamas con gran detrimento para la legalidad y para el Congreso mismo que hoy por hoy figura como la institución más corrupta del país. Con los ocho años de Uribe, la corrupción se potenció en el capitolio y por eso hoy, muchos congresistas de la cofradía enfrentan problemas con la Corte Suprema de Justicia, que logró hacerle frente a la prepotencia de la Casa de Nariño, pero el rey sigue incólume y así, esta labor quedará inconclusa. La fallida interpelación al ex Uribe en la Comisión de Acusaciones se debió a que esta no tiene los dientes legales ni éticos para enjuiciarlo, cosa que él sabe, y ellos también, y por eso trató de convertirlo en un consejo comunal con toda la logística mediática a su alcance que aún es mucha, seguido de todos sus áulicos avícolas que le cuidan los cascarones de los huevitos porque los polluelos hace rato deambulan por todo el país, con patas negras (los polluelos no tienen mano) y pico de halcón, con su secuela de muertes, atracos, extorsiones,  amenazas, y con el caldo de cultivo hirviendo que es el narcotráfico, exportando como el primer día, centenares de toneladas de cocaína, y penetrando todas las instancias de la sociedad civil. Las mal llamadas bacrim, herederas de las auc, y las guerrillas siguen recorriendo el país con su guadaña deletérea, silenciando testigos y desplazando más gente. La democracia colombiana tiene un reto inmenso frente a este vacío normativo y el presidente Santos debería aprovechar su inmensa popularidad para producir los cambios necesarios en esta materia; ahí, si, que haría una demostración de patriotismo que conduzca a ponerle cotos a la inmunidad presidencial con tantos secretos que subyacen por debajo de la historia de sangre y miseria del país. Le toca recoger los polluelos y confinarlos. Es una tarea difícil dentro de la institucionalidad pero un referendo lo posibilitaría. En Italia, una consulta de este tipo, acaba de quitarle la inmunidad a Berlusconi quien, en forma grotesca se burlaba de la legitimidad. Uno no entiende como, después de tantos años ensayando la democracia, todavía queden almas que se alimenten de la satrapía. Por fortuna, la democracia siempre será perfectible.
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