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Columnista - 28 abril, 2020

Inequidad… injusticia social

El tiempo pasa inexorable, son las 4.00 a.m., me levanto, el cuerpo me pide ponerme en acción, sin embargo hay confusión en él, no sabemos si es lunes o martes, hasta hace poco era ayer (domingo); recién me levanto y en angustiantes horas ya es de noche. Una rutina que agobia y desespera, en medio […]

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El tiempo pasa inexorable, son las 4.00 a.m., me levanto, el cuerpo me pide ponerme en acción, sin embargo hay confusión en él, no sabemos si es lunes o martes, hasta hace poco era ayer (domingo); recién me levanto y en angustiantes horas ya es de noche. Una rutina que agobia y desespera, en medio de esta situación a la que nos ha confinado la covid-19. Y es ese mismo tiempo, que avanza silencioso, sin detenerse; que hoy pareciera que tenemos de sobra, es el que nos permite pensar un poco acerca de esta penosa situación que atraviesa el mundo. Los sistemas capitalistas o socialistas, de derecha o de izquierda, de nada sirven cuando es la vida la que se pierde.

Hay voces de angustia que no reconocen nada de esos procesos políticos. Hay hambre, miseria y desolación en sectores marginados que deben salir a protestar porque no tienen pan para el sustento de sus hijos. Viven hacinados en un cuartico, visten de harapos y sin con qué producir. Otras voces claman para que sus fábricas de hacer plata no se detengan. Buscan la manera de sacarle provecho económico a la crisis.

No importa el hambre de otros, la vida para ellos pareciera no tener valor. La corrupción campea. Estos viven en mansiones donde el solo baño de las viviendas de estrato siete, es tres veces más grande que el espacio que comparte una familia de cinco o seis miembros, quizás más. Mientras aquellos duermen en cartones tirados en la tierra y apretujados, estos duermen plácidamente en camas de cuatro por cuatro y cubre lechos de seda fina. Mientras en aquellos sectores no llega el agua ni siquiera para lavarse las manos y combatir el virus, por allá disfrutan de piscinas casi olímpicas.

Allá abunda la escasez; por acá esa escasez no se ve. Así es la realidad que hoy vivimos. La riqueza no se distribuye equitativamente. La inopia es más profunda y generalizada, mientras que los magnates cada vez son más ricos. Es increíble la cantidad de dinero que se mueve en los sectores de la música, sin embargo, “los músicos, los que generan la música” claman por ayuda; tienen sed, tienen hambre. En el fútbol la situación no es diferente.

El noventa por ciento de los jugadores hoy sufren por que no tienen con qué comer y los dueños de los clubes y empresarios solo añoran iniciar su producción. Los grandes empresarios, los banqueros, los señores congresistas, los ministros y empleados de alto nivel enmudecieron ante la crisis económica, de salud y social que hoy padecemos. Los pequeños empresarios, los del rebusque diario, los empleados de segunda y de tercera; los desempleados y los que hoy martes 28 de abril del 2020 no tienen como subsistir, con qué comer, son los que levantan la voz y piden que haya más equidad y justicia social. No hay derecho a tanta desigualdad, no hay derecho a tanta corrupción, no hay derecho a tanta ignominia que nos avergüenza en el Cesar. ¿Hasta cuándo? Sólo Eso.

Columnista
28 abril, 2020

Inequidad… injusticia social

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

El tiempo pasa inexorable, son las 4.00 a.m., me levanto, el cuerpo me pide ponerme en acción, sin embargo hay confusión en él, no sabemos si es lunes o martes, hasta hace poco era ayer (domingo); recién me levanto y en angustiantes horas ya es de noche. Una rutina que agobia y desespera, en medio […]


El tiempo pasa inexorable, son las 4.00 a.m., me levanto, el cuerpo me pide ponerme en acción, sin embargo hay confusión en él, no sabemos si es lunes o martes, hasta hace poco era ayer (domingo); recién me levanto y en angustiantes horas ya es de noche. Una rutina que agobia y desespera, en medio de esta situación a la que nos ha confinado la covid-19. Y es ese mismo tiempo, que avanza silencioso, sin detenerse; que hoy pareciera que tenemos de sobra, es el que nos permite pensar un poco acerca de esta penosa situación que atraviesa el mundo. Los sistemas capitalistas o socialistas, de derecha o de izquierda, de nada sirven cuando es la vida la que se pierde.

Hay voces de angustia que no reconocen nada de esos procesos políticos. Hay hambre, miseria y desolación en sectores marginados que deben salir a protestar porque no tienen pan para el sustento de sus hijos. Viven hacinados en un cuartico, visten de harapos y sin con qué producir. Otras voces claman para que sus fábricas de hacer plata no se detengan. Buscan la manera de sacarle provecho económico a la crisis.

No importa el hambre de otros, la vida para ellos pareciera no tener valor. La corrupción campea. Estos viven en mansiones donde el solo baño de las viviendas de estrato siete, es tres veces más grande que el espacio que comparte una familia de cinco o seis miembros, quizás más. Mientras aquellos duermen en cartones tirados en la tierra y apretujados, estos duermen plácidamente en camas de cuatro por cuatro y cubre lechos de seda fina. Mientras en aquellos sectores no llega el agua ni siquiera para lavarse las manos y combatir el virus, por allá disfrutan de piscinas casi olímpicas.

Allá abunda la escasez; por acá esa escasez no se ve. Así es la realidad que hoy vivimos. La riqueza no se distribuye equitativamente. La inopia es más profunda y generalizada, mientras que los magnates cada vez son más ricos. Es increíble la cantidad de dinero que se mueve en los sectores de la música, sin embargo, “los músicos, los que generan la música” claman por ayuda; tienen sed, tienen hambre. En el fútbol la situación no es diferente.

El noventa por ciento de los jugadores hoy sufren por que no tienen con qué comer y los dueños de los clubes y empresarios solo añoran iniciar su producción. Los grandes empresarios, los banqueros, los señores congresistas, los ministros y empleados de alto nivel enmudecieron ante la crisis económica, de salud y social que hoy padecemos. Los pequeños empresarios, los del rebusque diario, los empleados de segunda y de tercera; los desempleados y los que hoy martes 28 de abril del 2020 no tienen como subsistir, con qué comer, son los que levantan la voz y piden que haya más equidad y justicia social. No hay derecho a tanta desigualdad, no hay derecho a tanta corrupción, no hay derecho a tanta ignominia que nos avergüenza en el Cesar. ¿Hasta cuándo? Sólo Eso.