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Columnista - 28 enero, 2024

Incendio en la torre

Olvida que la Ley 1523 de 2012, que estableció el sistema nacional de gestión de riesgos de desastre y de la cual fui autor como ministro del Interior, en su artículo 3 establece que corresponde a la Nación la gestión integral del riesgo contra incendios y expresamente al presidente la conducción del sistema.

El país arde en llamas. Más de 700 incendios. 952 municipios en peligro, de los cuales 600 en alerta roja. Nadie, pero mucho menos el Gobierno Nacional, puede declararse sorprendido ante la catastrófica situación. Pero, como siempre, el presidente Petro en su permanente búsqueda de responsables ahora acusa a los alcaldes y gobernadores por falta de previsión.
Olvida que la Ley 1523 de 2012, que estableció el sistema nacional de gestión de riesgos de desastre y de la cual fui autor como ministro del Interior, en su artículo 3 establece que corresponde a la Nación la gestión integral del riesgo contra incendios y expresamente al presidente la conducción del sistema. A su turno, señala que los departamentos y municipios ejercen funciones de coordinación y complementariedad. La gravedad de la situación no es para andar evadiendo responsabilidades.

Y menos ante una catástrofe anunciada como esta. Solo recordar que la Procuraduría General de la Nación advirtió desde el mes de octubre sobre los previsibles efectos del fenómeno de El Niño en materia de incendios forestales y exhortó a todas las autoridades a implementar acciones urgentes para prevenir, mitigar y atender los incendios. Pidió a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo fortalecer sus capacidades para dar respuesta a la emergencia y facilitar la coordinación entre entidades. Igualmente, al Ministerio de Ambiente presentar informes mensuales y la destinación de los recursos asignados por más de 2 billones de pesos.

Pero, como es natural, ninguna entidad ni nadie hizo nada en el Gobierno. O mejor corrijo, sí hicieron. Recortaron todos los presupuestos de las entidades encargadas. Veamos: en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastre se redujo en 25.000 millones de pesos el monto destinado a inversión. No así el de la frondosa burocracia encabezada por el señor Olmedo López, cuyas credenciales solo lo acreditan como politiquero profesional y quien se encuentra suspendido de su cargo por la Contraloría General de la República y, según informan, ostenta la remuneración más alta del Gobierno, 80 millones mensuales. Sin palabras.

También se recortó en más de 25 % el presupuesto de la Dirección Nacional de Bomberos. A quién se le puede ocurrir esto en pleno fenómeno El Niño. Cómo no recordar que también como ministro del Interior fui autor de la ley general de bomberos de Colombia (Ley 1575 de 2012). Reclama paternidad el ministro Velasco, pero quiero recordarle que él fue tan solo uno de los ponentes de la iniciativa. Aunque en ese secundario papel hubiera debido levantar la mano para oponerse al recorte presupuestal que le aplicaron en muy mal momento a la entidad adscrita hoy a su cargo.

Y como si fuera poco, también se redujo el presupuesto del Sistema Geológico Colombiano, al pasar de 277.000 millones a menos de la mitad. Y en el Ideam, que también produjo todas las alertas y en donde la reducción fue del 32,6 %.

Con razón el capitán Arbey Trujillo, comandante nacional del Cuerpo de Bomberos, se quejó de la falta de recursos, lo que le valió que el Gobierno lo relevara de su cargo en medio de la emergencia. También se quejó el segundo comandante de la Fuerza Aérea, Carlos Silva, por la falta de recursos que ha impedido el mantenimiento de aeronaves para atender los incendios, en particular el avión Hércules C-130, con capacidad para transportar 3.000 galones de agua, seis veces más que los Bambi Bucket utilizados. Tampoco se ha podido operar los equipos Maffs, diseñados especialmente para este tipo de emergencias. Dijo el comandante Silva: “A finales de año nos confirmaron que no había recursos disponibles”. Solo falta que por esta sinceridad también lo llamen a calificar servicios.

Pero la principal advertencia, la que ha debido prender todas las alarmas, fue la declaración de la exmujer de Nicolás Petro, Day Vásquez, cuando dijo: “Ojo con la Unidad Nacional del Riesgo”. Todas las entidades de control, comenzando por la Fiscalía, deberían poner un ojo, o mejor los dos, en esta unidad responsable de hacer frente a esta catástrofe ambiental y social.

Cómo duele ver a bomberos, policías, soldados y voluntarios jugándose la vida por atender esta emergencia sin los recursos y apoyos requeridos. Son unos verdaderos héroes.

Como toda respuesta dice Petro: “No me dejan gobernar”.


Germán Vargas Lleras

Columnista
28 enero, 2024

Incendio en la torre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Germán Vargas Lleras

Olvida que la Ley 1523 de 2012, que estableció el sistema nacional de gestión de riesgos de desastre y de la cual fui autor como ministro del Interior, en su artículo 3 establece que corresponde a la Nación la gestión integral del riesgo contra incendios y expresamente al presidente la conducción del sistema.


El país arde en llamas. Más de 700 incendios. 952 municipios en peligro, de los cuales 600 en alerta roja. Nadie, pero mucho menos el Gobierno Nacional, puede declararse sorprendido ante la catastrófica situación. Pero, como siempre, el presidente Petro en su permanente búsqueda de responsables ahora acusa a los alcaldes y gobernadores por falta de previsión.
Olvida que la Ley 1523 de 2012, que estableció el sistema nacional de gestión de riesgos de desastre y de la cual fui autor como ministro del Interior, en su artículo 3 establece que corresponde a la Nación la gestión integral del riesgo contra incendios y expresamente al presidente la conducción del sistema. A su turno, señala que los departamentos y municipios ejercen funciones de coordinación y complementariedad. La gravedad de la situación no es para andar evadiendo responsabilidades.

Y menos ante una catástrofe anunciada como esta. Solo recordar que la Procuraduría General de la Nación advirtió desde el mes de octubre sobre los previsibles efectos del fenómeno de El Niño en materia de incendios forestales y exhortó a todas las autoridades a implementar acciones urgentes para prevenir, mitigar y atender los incendios. Pidió a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo fortalecer sus capacidades para dar respuesta a la emergencia y facilitar la coordinación entre entidades. Igualmente, al Ministerio de Ambiente presentar informes mensuales y la destinación de los recursos asignados por más de 2 billones de pesos.

Pero, como es natural, ninguna entidad ni nadie hizo nada en el Gobierno. O mejor corrijo, sí hicieron. Recortaron todos los presupuestos de las entidades encargadas. Veamos: en la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastre se redujo en 25.000 millones de pesos el monto destinado a inversión. No así el de la frondosa burocracia encabezada por el señor Olmedo López, cuyas credenciales solo lo acreditan como politiquero profesional y quien se encuentra suspendido de su cargo por la Contraloría General de la República y, según informan, ostenta la remuneración más alta del Gobierno, 80 millones mensuales. Sin palabras.

También se recortó en más de 25 % el presupuesto de la Dirección Nacional de Bomberos. A quién se le puede ocurrir esto en pleno fenómeno El Niño. Cómo no recordar que también como ministro del Interior fui autor de la ley general de bomberos de Colombia (Ley 1575 de 2012). Reclama paternidad el ministro Velasco, pero quiero recordarle que él fue tan solo uno de los ponentes de la iniciativa. Aunque en ese secundario papel hubiera debido levantar la mano para oponerse al recorte presupuestal que le aplicaron en muy mal momento a la entidad adscrita hoy a su cargo.

Y como si fuera poco, también se redujo el presupuesto del Sistema Geológico Colombiano, al pasar de 277.000 millones a menos de la mitad. Y en el Ideam, que también produjo todas las alertas y en donde la reducción fue del 32,6 %.

Con razón el capitán Arbey Trujillo, comandante nacional del Cuerpo de Bomberos, se quejó de la falta de recursos, lo que le valió que el Gobierno lo relevara de su cargo en medio de la emergencia. También se quejó el segundo comandante de la Fuerza Aérea, Carlos Silva, por la falta de recursos que ha impedido el mantenimiento de aeronaves para atender los incendios, en particular el avión Hércules C-130, con capacidad para transportar 3.000 galones de agua, seis veces más que los Bambi Bucket utilizados. Tampoco se ha podido operar los equipos Maffs, diseñados especialmente para este tipo de emergencias. Dijo el comandante Silva: “A finales de año nos confirmaron que no había recursos disponibles”. Solo falta que por esta sinceridad también lo llamen a calificar servicios.

Pero la principal advertencia, la que ha debido prender todas las alarmas, fue la declaración de la exmujer de Nicolás Petro, Day Vásquez, cuando dijo: “Ojo con la Unidad Nacional del Riesgo”. Todas las entidades de control, comenzando por la Fiscalía, deberían poner un ojo, o mejor los dos, en esta unidad responsable de hacer frente a esta catástrofe ambiental y social.

Cómo duele ver a bomberos, policías, soldados y voluntarios jugándose la vida por atender esta emergencia sin los recursos y apoyos requeridos. Son unos verdaderos héroes.

Como toda respuesta dice Petro: “No me dejan gobernar”.


Germán Vargas Lleras