Es una empresa en la que se desatan las ilusiones y se vuelven realidad.
Es una empresa en la que se desatan las ilusiones y se vuelven realidad. Se llega allí con el producto de horas de trabajos, de desvelos, de entusiasmo, de creación, plasmado en hojas de papel que han sido corregidas una y otra vez y allí se convierten en el libro con el que se soñó. Leonidas Gámez Mejía es el creador y dueño de ese lugar, en el centro de la ciudad, en una casa llena de historia en donde vivió la señora Donatila Arzuaga, quien le arrendó unas piezas que se abrían a la calle y allí instaló un pequeño equipo que trajo de Bogotá y comenzó a imprimir la historia de Valledupar.
Porque la historia se escribe en la papelería de las empresas (la primera que utilizó sus servicios por mucho tiempo fue la recordada Electrificadora del Cesar) y se escribe en carteles de los políticos, en tarjetas de matrimonio, en todas las que marcan el acontecer de la vida social, en las de participación de nacimiento de niños y en las de agradecimiento por un pésame, que antes se usaban, y así se registra esa conjunción perfecta de que la historia de los pueblos se escribe en el vaivén de las cunas y en el silencio de las tumbas, como afirmó un pensador. Sí, en su Gráficas del Comercio se imprimen alegrías, esperanzas ilusiones y dolores.
Conversar con Leonidas Gámez, siempre es agradable, allí he pasado horas comentando con él historias de la vida nacional y local, con el rumor, no fastidioso, de las máquinas que en el fondo imprimen, esas que los periodistas de antes escuchábamos como un suave zumbido que llegaba hasta las salas de redacción de los grandes periódicos. Y se habla con el señor Leonidas, como lo trato siempre, con gusto, para nada deja sus modales caballerosos y su atención galante con todo el que llega. Es culto, un lector constante y de convicciones férreas heredades en el hogar del señor Buenaventura Gámez y la señora Esther Mejía, sus padres; fue el menor de cinco hermanos y estudió, como todos los jóvenes de su tiempo, en colegios del Valle, que todavía existen.
Desde jovencito, Leonidas Gámez ha trabajado con entusiasmo. Primero como regente de farmacia, aquí en Valledupar en una droguería que montaron Ascanio Vega y Julio Oñate, luego en Barranquilla en las afamadas farmacias Blanco y Roca, pero eso no era lo de él, ni la pequeña finca que tenía su familia en la Zona Bananera. Se fue para Bogotá a estudiar en el Sena, Artes Gráficas, de allí vino con el equipo que mencioné y junto con su hermano Julio instalaron lo que hoy es una empresa que sienten suya todos los vallenatos.
Pequeña, nos enfocamos en la tarjetería y toda clase de papelería.
¿Cuál fue el primer libro que imprimió?
(Se pasa reiteradamente la mano por la frente, costumbre muy de él) Han sido tantos que exactamente no le puedo dar un nombre.
¿Y cómo llegó a publicar libros?
Por exigencia de los escritores, nos movimos a ese campo y hasta ahora ha resultado bien.
Sí, porque el señor Leonidas es meticuloso; hasta cuando un libro no está corregido en el mínimo detalle, no lo imprime. Ha llegado a desbaratar libros listos para salir al mercado, por un pequeño error, y vuelve a comenzar, aunque pierda dinero.
¿Por qué se exige tanto?
Es mi prestigio y el de la empresa lo que están en juego.
Caminar por la vida con una compañía generosa, correcta, trabajadora y además bonita, es para un hombre un ideal; pocos lo logran, en el sentido de que quien los acompaña tenga sus mismos sueños y sea motor sobre el que se afinca en el trabajo que escogió. Luciana Padró Daza, es quien lo acompaña desde hace treinta y dos años.
¿Cómo conoció a Luciana, que a propósito tiene un nombre muy romántico?
Cuando ella estudiaba en el Colegio Femenino.
(Un hermano de Leonidas vivía cerca y él se iba a visitarlo todas las tardes, pero era para ver a la joven, que todos, por cariño la llamaban y todavía la llaman La Nena).
¿Y le brindaba mango biche con sal, que es lo que se usaba y se usa todavía en las puertas de los colegios?
Ríe y junto a él Lucina que se ha unido a la charla informal.
¿Todavía se quieren así?
Más.
¿Quién es Luciana para usted?
Mi todo.
Tienen tres hijos: Jairo, que es ingeniero electricista; Jéssica, médica, se especializa en anestesiología en Brasil y Leonardo que estudia Administración Agropecuaria en la Salle de Bogotá.
(En una primera unión el señor Leonidas tuvo cuatro hijos: José Antonio, Ricardo, José Luis y Fabián, algunos también han seguido por el camino de las Artes Gráficas).
A pesar del trabajo, a veces agobiante, han tenido momentos para la fiesta y la alegría iban a los bailes a divertirse, ahora menos; en principio el señor Leonidas fue como todos los jóvenes del Valle: parrandero y gustador de los cantos clásicos de los maestros del vallenato.
¿Qué canción le gustaba como para dedicarle a Luciana?
‘La Reina’ y ‘A mano dura’.
(Pueden Haber más bellas que tú /Habrá otra con más poder que tú /pueden existir en este mundo / pero eres la reina…)
Tengo que comentar que el señor Leonidas no sabía que mi intención era hacerle una entrevista, hasta en este momento de la charla, cuando miró que yo escribía en una hojita de papel lo que me decía, es mi costumbre periodística tener siempre un bolígrafo en las manos y un papelito. Me miró con cierta preocupación:
¿Usted me está entrevistando?
No sé qué irá a salir de aquí, si entrevista o crónica o las dos cosas.- le contesté. (Salió lo último).
Y digo con preocupación porque a este emprendedor que no se cansa no le gusta la publicidad, vive, con Luciana y su grupo de talentosos trabajadores, tranquilo, alimentando un perfil bajo, pero no lo logra porque el Valle sabe que allí, en una oficina sencilla, sin grandes pretensiones, se le han dado forma a libros, de historia de los primeros tiempos del Valle de Upar, libros científicos, folclóricos, ficción, filosofía y literatura, de orígenes de los apellidos, revistas, en fin un universo literario.
Me provocó entrevistarlo como un ejemplo para los emprendedores, los que empiezan, esos que el país necesita tanto, en Leonidas hay talante de no amilanarse ante los problemas, es resiliente, y logra que su trabajo se muestre con orgullo en cualquier parte del mundo.
(No quiero terminar sin recordar algo del vallenato que también me gusta: “Trata de ser mientras se pueda /conmigo feliz / Solo se tiene la dicha / un instante nomás… Tú eres la reina”).
Por Mary Daza Orozco
Es una empresa en la que se desatan las ilusiones y se vuelven realidad.
Es una empresa en la que se desatan las ilusiones y se vuelven realidad. Se llega allí con el producto de horas de trabajos, de desvelos, de entusiasmo, de creación, plasmado en hojas de papel que han sido corregidas una y otra vez y allí se convierten en el libro con el que se soñó. Leonidas Gámez Mejía es el creador y dueño de ese lugar, en el centro de la ciudad, en una casa llena de historia en donde vivió la señora Donatila Arzuaga, quien le arrendó unas piezas que se abrían a la calle y allí instaló un pequeño equipo que trajo de Bogotá y comenzó a imprimir la historia de Valledupar.
Porque la historia se escribe en la papelería de las empresas (la primera que utilizó sus servicios por mucho tiempo fue la recordada Electrificadora del Cesar) y se escribe en carteles de los políticos, en tarjetas de matrimonio, en todas las que marcan el acontecer de la vida social, en las de participación de nacimiento de niños y en las de agradecimiento por un pésame, que antes se usaban, y así se registra esa conjunción perfecta de que la historia de los pueblos se escribe en el vaivén de las cunas y en el silencio de las tumbas, como afirmó un pensador. Sí, en su Gráficas del Comercio se imprimen alegrías, esperanzas ilusiones y dolores.
Conversar con Leonidas Gámez, siempre es agradable, allí he pasado horas comentando con él historias de la vida nacional y local, con el rumor, no fastidioso, de las máquinas que en el fondo imprimen, esas que los periodistas de antes escuchábamos como un suave zumbido que llegaba hasta las salas de redacción de los grandes periódicos. Y se habla con el señor Leonidas, como lo trato siempre, con gusto, para nada deja sus modales caballerosos y su atención galante con todo el que llega. Es culto, un lector constante y de convicciones férreas heredades en el hogar del señor Buenaventura Gámez y la señora Esther Mejía, sus padres; fue el menor de cinco hermanos y estudió, como todos los jóvenes de su tiempo, en colegios del Valle, que todavía existen.
Desde jovencito, Leonidas Gámez ha trabajado con entusiasmo. Primero como regente de farmacia, aquí en Valledupar en una droguería que montaron Ascanio Vega y Julio Oñate, luego en Barranquilla en las afamadas farmacias Blanco y Roca, pero eso no era lo de él, ni la pequeña finca que tenía su familia en la Zona Bananera. Se fue para Bogotá a estudiar en el Sena, Artes Gráficas, de allí vino con el equipo que mencioné y junto con su hermano Julio instalaron lo que hoy es una empresa que sienten suya todos los vallenatos.
Pequeña, nos enfocamos en la tarjetería y toda clase de papelería.
¿Cuál fue el primer libro que imprimió?
(Se pasa reiteradamente la mano por la frente, costumbre muy de él) Han sido tantos que exactamente no le puedo dar un nombre.
¿Y cómo llegó a publicar libros?
Por exigencia de los escritores, nos movimos a ese campo y hasta ahora ha resultado bien.
Sí, porque el señor Leonidas es meticuloso; hasta cuando un libro no está corregido en el mínimo detalle, no lo imprime. Ha llegado a desbaratar libros listos para salir al mercado, por un pequeño error, y vuelve a comenzar, aunque pierda dinero.
¿Por qué se exige tanto?
Es mi prestigio y el de la empresa lo que están en juego.
Caminar por la vida con una compañía generosa, correcta, trabajadora y además bonita, es para un hombre un ideal; pocos lo logran, en el sentido de que quien los acompaña tenga sus mismos sueños y sea motor sobre el que se afinca en el trabajo que escogió. Luciana Padró Daza, es quien lo acompaña desde hace treinta y dos años.
¿Cómo conoció a Luciana, que a propósito tiene un nombre muy romántico?
Cuando ella estudiaba en el Colegio Femenino.
(Un hermano de Leonidas vivía cerca y él se iba a visitarlo todas las tardes, pero era para ver a la joven, que todos, por cariño la llamaban y todavía la llaman La Nena).
¿Y le brindaba mango biche con sal, que es lo que se usaba y se usa todavía en las puertas de los colegios?
Ríe y junto a él Lucina que se ha unido a la charla informal.
¿Todavía se quieren así?
Más.
¿Quién es Luciana para usted?
Mi todo.
Tienen tres hijos: Jairo, que es ingeniero electricista; Jéssica, médica, se especializa en anestesiología en Brasil y Leonardo que estudia Administración Agropecuaria en la Salle de Bogotá.
(En una primera unión el señor Leonidas tuvo cuatro hijos: José Antonio, Ricardo, José Luis y Fabián, algunos también han seguido por el camino de las Artes Gráficas).
A pesar del trabajo, a veces agobiante, han tenido momentos para la fiesta y la alegría iban a los bailes a divertirse, ahora menos; en principio el señor Leonidas fue como todos los jóvenes del Valle: parrandero y gustador de los cantos clásicos de los maestros del vallenato.
¿Qué canción le gustaba como para dedicarle a Luciana?
‘La Reina’ y ‘A mano dura’.
(Pueden Haber más bellas que tú /Habrá otra con más poder que tú /pueden existir en este mundo / pero eres la reina…)
Tengo que comentar que el señor Leonidas no sabía que mi intención era hacerle una entrevista, hasta en este momento de la charla, cuando miró que yo escribía en una hojita de papel lo que me decía, es mi costumbre periodística tener siempre un bolígrafo en las manos y un papelito. Me miró con cierta preocupación:
¿Usted me está entrevistando?
No sé qué irá a salir de aquí, si entrevista o crónica o las dos cosas.- le contesté. (Salió lo último).
Y digo con preocupación porque a este emprendedor que no se cansa no le gusta la publicidad, vive, con Luciana y su grupo de talentosos trabajadores, tranquilo, alimentando un perfil bajo, pero no lo logra porque el Valle sabe que allí, en una oficina sencilla, sin grandes pretensiones, se le han dado forma a libros, de historia de los primeros tiempos del Valle de Upar, libros científicos, folclóricos, ficción, filosofía y literatura, de orígenes de los apellidos, revistas, en fin un universo literario.
Me provocó entrevistarlo como un ejemplo para los emprendedores, los que empiezan, esos que el país necesita tanto, en Leonidas hay talante de no amilanarse ante los problemas, es resiliente, y logra que su trabajo se muestre con orgullo en cualquier parte del mundo.
(No quiero terminar sin recordar algo del vallenato que también me gusta: “Trata de ser mientras se pueda /conmigo feliz / Solo se tiene la dicha / un instante nomás… Tú eres la reina”).
Por Mary Daza Orozco