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Columnista - 24 febrero, 2020

Importancia de la relectura

Mucho se ha dicho y escrito sobre la necesidad de estimular la lectura entre nuestra niñez y juventud, como proceso necesario para mejorar la calidad de la educación. Pero, en la etapa de la educación superior, se evidencia aún más no solo la necesidad de la lectura crítica, sino de los procesos de relectura. Es […]

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Mucho se ha dicho y escrito sobre la necesidad de estimular la lectura entre nuestra niñez y juventud, como proceso necesario para mejorar la calidad de la educación. Pero, en la etapa de la educación superior, se evidencia aún más no solo la necesidad de la lectura crítica, sino de los procesos de relectura.

Es en la etapa de la formación universitaria donde quedan en evidencia las fallas más protuberantes de nuestro sistema educativo, que- pese a los esfuerzos- sigue presentando serios problemas de calidad y deserción, entre otros. Si es difícil estimular la lectura en las aulas, es mucho más complejo explicar la necesidad de la relectura; tema en el cual insistió mucho un autodidacta y rebelde como lo fue Estanislao Zuleta, a quien por estos días le conmemoran treinta años de su fallecimiento.

Escribía y comentaba Zuleta que solo cuando se lee dos, tres y cuatro veces o más, es que, verdaderamente, se comienza a comprender el significado del mismo y la trascendencia que este tiene en distintos aspectos de nuestra vida. Luego de cerca de tres décadas, durante las cuales he sido docente universitario, doy fe de la validez de la afirmación de Zuleta, tal como nos los decía en la Universidad Externado de Colombia, el profesor José de Recasens, y me lo recuerda a cada rato, mi tío político, José Antonio Murgas Aponte.

Creo que muchos docentes compartirán esa apreciación sobre la necesidad de la relectura. Que no le tengan miedo los estudiantes a tener que leer, dos y tres veces o más un texto. Ese proceso no se debe asumir como un castigo, o como una deficiencia en la primera lectura; sino que, por el contrario, hay que asumir la relectura, como un proceso necesario, que permite ver en un texto aspectos que, quizás, no se aprecian en una primera lectura.

Soy de los que cuando lee un libro, lo raya y subraya. Y en el caso de los periódicos y revistas, también los rayo y hasta los recorto. Es una costumbre, mala para algunos, pero que a mí me ha funcionado.

Y en el tema sobre textos literarios, es en la relectura, insisto, en la cual se encuentran los verdaderos significados de lo que nos quiere decir un autor. En mi caso personal, y me disculpan por hablar en primera persona, encuentro un gran placer en volver a leer un libro, que ya había leído hace algunos meses e inclusive años. Es como volver a oír una canción que nos gusta, que nos habíamos aprendido, pero que teníamos tiempo de no escuchar.

Me ha pasado con algunas obras de Gabriel García Márquez, nuestro inolvidable Premio Nobel. Es el caso de “El Coronel no tiene quien le escriba”, “Cien años de Soledad” y “Crónica de una muerte anunciada”, entre otras. Pero también, con el libro “Viaje a la Semilla” de Dasso Saldívar, que, en mi concepto, sigue siendo la mejor biografía y análisis integral de la obra del genial autor caribeño. Saldívar descubre y abre el almendrón de esas hermosas historias fabuladas del popular Gabo.

Igual me ha sucedido con los cuentos de Borges, el mundo poético de Pablo Neruda, y los ensayos de Ernesto Sábato, uno de mis autores favoritos. La relectura, no solo es una necesidad en los procesos de educación y formación, sino que, insisto, en mi concepto es un verdadero placer que nos descubre aspectos que no habíamos visto en la primera lectura y connotaciones y nuevos significados y que reiteran la riqueza de un texto, bien sea un ensayo, un cuento, un poema o una novela.

Columnista
24 febrero, 2020

Importancia de la relectura

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Alberto Maestre

Mucho se ha dicho y escrito sobre la necesidad de estimular la lectura entre nuestra niñez y juventud, como proceso necesario para mejorar la calidad de la educación. Pero, en la etapa de la educación superior, se evidencia aún más no solo la necesidad de la lectura crítica, sino de los procesos de relectura. Es […]


Mucho se ha dicho y escrito sobre la necesidad de estimular la lectura entre nuestra niñez y juventud, como proceso necesario para mejorar la calidad de la educación. Pero, en la etapa de la educación superior, se evidencia aún más no solo la necesidad de la lectura crítica, sino de los procesos de relectura.

Es en la etapa de la formación universitaria donde quedan en evidencia las fallas más protuberantes de nuestro sistema educativo, que- pese a los esfuerzos- sigue presentando serios problemas de calidad y deserción, entre otros. Si es difícil estimular la lectura en las aulas, es mucho más complejo explicar la necesidad de la relectura; tema en el cual insistió mucho un autodidacta y rebelde como lo fue Estanislao Zuleta, a quien por estos días le conmemoran treinta años de su fallecimiento.

Escribía y comentaba Zuleta que solo cuando se lee dos, tres y cuatro veces o más, es que, verdaderamente, se comienza a comprender el significado del mismo y la trascendencia que este tiene en distintos aspectos de nuestra vida. Luego de cerca de tres décadas, durante las cuales he sido docente universitario, doy fe de la validez de la afirmación de Zuleta, tal como nos los decía en la Universidad Externado de Colombia, el profesor José de Recasens, y me lo recuerda a cada rato, mi tío político, José Antonio Murgas Aponte.

Creo que muchos docentes compartirán esa apreciación sobre la necesidad de la relectura. Que no le tengan miedo los estudiantes a tener que leer, dos y tres veces o más un texto. Ese proceso no se debe asumir como un castigo, o como una deficiencia en la primera lectura; sino que, por el contrario, hay que asumir la relectura, como un proceso necesario, que permite ver en un texto aspectos que, quizás, no se aprecian en una primera lectura.

Soy de los que cuando lee un libro, lo raya y subraya. Y en el caso de los periódicos y revistas, también los rayo y hasta los recorto. Es una costumbre, mala para algunos, pero que a mí me ha funcionado.

Y en el tema sobre textos literarios, es en la relectura, insisto, en la cual se encuentran los verdaderos significados de lo que nos quiere decir un autor. En mi caso personal, y me disculpan por hablar en primera persona, encuentro un gran placer en volver a leer un libro, que ya había leído hace algunos meses e inclusive años. Es como volver a oír una canción que nos gusta, que nos habíamos aprendido, pero que teníamos tiempo de no escuchar.

Me ha pasado con algunas obras de Gabriel García Márquez, nuestro inolvidable Premio Nobel. Es el caso de “El Coronel no tiene quien le escriba”, “Cien años de Soledad” y “Crónica de una muerte anunciada”, entre otras. Pero también, con el libro “Viaje a la Semilla” de Dasso Saldívar, que, en mi concepto, sigue siendo la mejor biografía y análisis integral de la obra del genial autor caribeño. Saldívar descubre y abre el almendrón de esas hermosas historias fabuladas del popular Gabo.

Igual me ha sucedido con los cuentos de Borges, el mundo poético de Pablo Neruda, y los ensayos de Ernesto Sábato, uno de mis autores favoritos. La relectura, no solo es una necesidad en los procesos de educación y formación, sino que, insisto, en mi concepto es un verdadero placer que nos descubre aspectos que no habíamos visto en la primera lectura y connotaciones y nuevos significados y que reiteran la riqueza de un texto, bien sea un ensayo, un cuento, un poema o una novela.