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Columnista - 11 mayo, 2014

House of Cards

Tienen mucho en común el Presidente Juan Manuel Santos y el de Estados Unidos de la serie House of Cards de Netflix. Ambos le hicieron conejo a quienes le ayudaron a llegar al poder y como todos sabemos, en la política (como en el matrimonio), la traición no conoce el perdón. Para ponerlos en contexto, […]

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Tienen mucho en común el Presidente Juan Manuel Santos y el de Estados Unidos de la serie House of Cards de Netflix. Ambos le hicieron conejo a quienes le ayudaron a llegar al poder y como todos sabemos, en la política (como en el matrimonio), la traición no conoce el perdón.

Para ponerlos en contexto, en la serie el recién electo Presidente de Estados Unidos informa a su más cercano y fiel Congresista que el acuerdo de nombrarlo Secretario de Estado no podría concretarse. Al sentirse traicionado, el ambicioso Congresista comienza a ejecutar una estrategia para quedarse con el poder en el futuro inmediato. Algo parecido a lo que estamos viviendo en Colombia.

En “House of Cards” uno observa que los tejemanejes políticos de las más altas esferas del Congreso y del Gobierno de Estados Unidos, se quedan pequeños frente a la realidad de la política colombiana. Los gringos son unos principiantes al lado de los maquiavélicos políticos nuestros.

Otro aspecto interesante de “House of Cards” es el mundo que describe los manejos de poder dentro del Congreso y la Casa Blanca, las relaciones con los lobistas, con los funcionarios del Gobierno, congresistas y patrocinadores de las campañas políticas. Cada giro de la trama, cada paso de la conspiración y la hipocresía entre unos y otros, es como si estuviéramos viendo el sanedrín del Presidente Santos (Juan Meza, Chica, Gabriel Silva, JJ Rendón y Roberto Prieto) repartiendo beneficios con los Roy, los Ñoños, Benedetti, Cristo, Galán, Gaviria y los hermanos godos.

El senador de esta trama, que es una persona hipócrita y despiadada, es de esa clase de político que es capaz de sonreírle a alguien y tres minutos después pegarle tremendo insulto si no está de acuerdo con sus planteamientos (Al estilo Vargas Lleras). Este Congresista encarna el típico político dulce y manipulador, que funge como estadista y le gusta condecorar generales, y hasta es capaz de cambiar de rostro sin despeinarse.

En síntesis, esta es una serie que vale la pena ver para entender mejor los vericuetos del poder, no solo en los Estados Unidos, sino en Colombia. Los protagonistas principales, representados por excelentes actores, son bastante embrollados. La trama nos muestra los enredos del poder en Washington de una manera realista y sin caer en el simplismo.

La forma en la que se retrata la ambición, el poder y la manipulación es digna de ser apreciada. Al menos para que, 13 capítulos después, quedemos menos sorprendidos de lo capaces que son los políticos con tal de conseguir el poder.

En el tintero: 1) El próximo 25 de mayo, al Presidente Juan Manuel Santos le van hacer mucha falta los 2 millones de votos de los productores del campo. 2) Al Candidato del Partido Verde Enrique Peñalosa y a los 8 millones de ciudadanos que sobrevivimos en Bogotá, Dios nos tiene una recompensa después de las elecciones. 3) Si no fuera por los escándalos del Hacker de JJ Rendón y Chica, estas elecciones a la presidencia hubieran tenido el mismo ambiente que tiene una Notaria y 4) Decía un cura “El carácter de una persona no se define por la forma que disfruta una victoria, sino por la manera como soporta la derrota”. Solo la Fe nos ayudará a soportar los tiempos difíciles.

Columnista
11 mayo, 2014

House of Cards

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

Tienen mucho en común el Presidente Juan Manuel Santos y el de Estados Unidos de la serie House of Cards de Netflix. Ambos le hicieron conejo a quienes le ayudaron a llegar al poder y como todos sabemos, en la política (como en el matrimonio), la traición no conoce el perdón. Para ponerlos en contexto, […]


Tienen mucho en común el Presidente Juan Manuel Santos y el de Estados Unidos de la serie House of Cards de Netflix. Ambos le hicieron conejo a quienes le ayudaron a llegar al poder y como todos sabemos, en la política (como en el matrimonio), la traición no conoce el perdón.

Para ponerlos en contexto, en la serie el recién electo Presidente de Estados Unidos informa a su más cercano y fiel Congresista que el acuerdo de nombrarlo Secretario de Estado no podría concretarse. Al sentirse traicionado, el ambicioso Congresista comienza a ejecutar una estrategia para quedarse con el poder en el futuro inmediato. Algo parecido a lo que estamos viviendo en Colombia.

En “House of Cards” uno observa que los tejemanejes políticos de las más altas esferas del Congreso y del Gobierno de Estados Unidos, se quedan pequeños frente a la realidad de la política colombiana. Los gringos son unos principiantes al lado de los maquiavélicos políticos nuestros.

Otro aspecto interesante de “House of Cards” es el mundo que describe los manejos de poder dentro del Congreso y la Casa Blanca, las relaciones con los lobistas, con los funcionarios del Gobierno, congresistas y patrocinadores de las campañas políticas. Cada giro de la trama, cada paso de la conspiración y la hipocresía entre unos y otros, es como si estuviéramos viendo el sanedrín del Presidente Santos (Juan Meza, Chica, Gabriel Silva, JJ Rendón y Roberto Prieto) repartiendo beneficios con los Roy, los Ñoños, Benedetti, Cristo, Galán, Gaviria y los hermanos godos.

El senador de esta trama, que es una persona hipócrita y despiadada, es de esa clase de político que es capaz de sonreírle a alguien y tres minutos después pegarle tremendo insulto si no está de acuerdo con sus planteamientos (Al estilo Vargas Lleras). Este Congresista encarna el típico político dulce y manipulador, que funge como estadista y le gusta condecorar generales, y hasta es capaz de cambiar de rostro sin despeinarse.

En síntesis, esta es una serie que vale la pena ver para entender mejor los vericuetos del poder, no solo en los Estados Unidos, sino en Colombia. Los protagonistas principales, representados por excelentes actores, son bastante embrollados. La trama nos muestra los enredos del poder en Washington de una manera realista y sin caer en el simplismo.

La forma en la que se retrata la ambición, el poder y la manipulación es digna de ser apreciada. Al menos para que, 13 capítulos después, quedemos menos sorprendidos de lo capaces que son los políticos con tal de conseguir el poder.

En el tintero: 1) El próximo 25 de mayo, al Presidente Juan Manuel Santos le van hacer mucha falta los 2 millones de votos de los productores del campo. 2) Al Candidato del Partido Verde Enrique Peñalosa y a los 8 millones de ciudadanos que sobrevivimos en Bogotá, Dios nos tiene una recompensa después de las elecciones. 3) Si no fuera por los escándalos del Hacker de JJ Rendón y Chica, estas elecciones a la presidencia hubieran tenido el mismo ambiente que tiene una Notaria y 4) Decía un cura “El carácter de una persona no se define por la forma que disfruta una victoria, sino por la manera como soporta la derrota”. Solo la Fe nos ayudará a soportar los tiempos difíciles.