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Editorial - 31 enero, 2019

Horror en el campo, no repitamos la historia

El secuestro de una ganadera en Chimichagua, el asesinato del hacendado Juan Felipe Ustáriz en zona rural de Valledupar y la reciente incursión armada a varias fincas en Bosconia, donde los delincuentes abusaron sexualmente de varias mujeres, son hechos que no pueden pasar como una simple noticia del momento, es necesario un jalón de orejas a las autoridades competentes, porque no podemos permitir que nuestro campo retorne a las épocas del horror.

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El secuestro de una ganadera en Chimichagua, el asesinato del hacendado Juan Felipe Ustáriz en zona rural de Valledupar y la reciente incursión armada a varias fincas en Bosconia, donde los delincuentes abusaron sexualmente de varias mujeres, son hechos que no pueden pasar como una simple noticia del momento, es necesario un jalón de orejas a las autoridades competentes, porque no podemos permitir que nuestro campo retorne a las épocas del horror.

Reconocemos que la Décima Brigada del Ejército y la Policía Nacional han hecho un trabajo arduo para resguardar la seguridad de los empresarios y trabajadores del campo, pero los secuestros, robos, extorsiones y homicidios recientes demuestran que no es suficiente.
En el departamento del Cesar hay 13.200 fincas, según el Fondo Nacional del Ganado, por lo que debe articularse una mejor estrategia entre los miembros de la fuerza pública y la comunidad para hacer un frente común efectivo contra la delincuencia común, grupos subversivos y bandas organizadas.

En cuanto a seguridad, el departamento está dividido en cinco distritos, cada uno con cinco y seis grupos que hacen parte de la red de apoyo a la Fuerza Pública, con un total de 1.285 ganaderos (grandes y pequeños) ¿Dónde está el resto? La seguridad es un asunto de todos.

Sigue sobre el tapete la polémica propuesta de permitirles a los ganaderos el porte legal de armas, pues ya cuentan con el de tenencia como el resto de colombianos que cumplen con todos los requisitos de ley. Esa propuesta ha generado opiniones divididas: hay que quienes creen que con el porte de armas se intensificaría la violencia y hay quienes insisten en que está es la estrategia más contundente que se puede aplicar contra la delincuencia que azota el campo.
La decisión está en manos del presidente Iván Duque, que si bien es cierto podría darle luz verde a la iniciativa basado en los recientes crímenes en las zonas rurales, no puede desconocer que desde la prohibición del porte de armas en el gobierno anterior hubo una reducción considerable de homicidios en el país.

Hoy se nos presenta un déjà vu, los hechos registrados en las últimas semanas en el Cesar son un campanazo de alerta para no cometer los errores del pasado.
Recordemos que el Estado no brindó garantías a los campesinos y grandes hacendados por lo que hubo masacres, despojos y otros hechos aberrantes que generaron desplazamientos masivos hacia las grandes ciudades. Recordemos que esos errores le han costado a todos los colombianos porque se han tenido que invertir millonarios recursos para la recuperación del campo y el retorno de la gente. No puede perderse el terreno abonado. Ya conocemos la historia, por favor, no la repitamos.

Editorial
31 enero, 2019

Horror en el campo, no repitamos la historia

El secuestro de una ganadera en Chimichagua, el asesinato del hacendado Juan Felipe Ustáriz en zona rural de Valledupar y la reciente incursión armada a varias fincas en Bosconia, donde los delincuentes abusaron sexualmente de varias mujeres, son hechos que no pueden pasar como una simple noticia del momento, es necesario un jalón de orejas a las autoridades competentes, porque no podemos permitir que nuestro campo retorne a las épocas del horror.


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El secuestro de una ganadera en Chimichagua, el asesinato del hacendado Juan Felipe Ustáriz en zona rural de Valledupar y la reciente incursión armada a varias fincas en Bosconia, donde los delincuentes abusaron sexualmente de varias mujeres, son hechos que no pueden pasar como una simple noticia del momento, es necesario un jalón de orejas a las autoridades competentes, porque no podemos permitir que nuestro campo retorne a las épocas del horror.

Reconocemos que la Décima Brigada del Ejército y la Policía Nacional han hecho un trabajo arduo para resguardar la seguridad de los empresarios y trabajadores del campo, pero los secuestros, robos, extorsiones y homicidios recientes demuestran que no es suficiente.
En el departamento del Cesar hay 13.200 fincas, según el Fondo Nacional del Ganado, por lo que debe articularse una mejor estrategia entre los miembros de la fuerza pública y la comunidad para hacer un frente común efectivo contra la delincuencia común, grupos subversivos y bandas organizadas.

En cuanto a seguridad, el departamento está dividido en cinco distritos, cada uno con cinco y seis grupos que hacen parte de la red de apoyo a la Fuerza Pública, con un total de 1.285 ganaderos (grandes y pequeños) ¿Dónde está el resto? La seguridad es un asunto de todos.

Sigue sobre el tapete la polémica propuesta de permitirles a los ganaderos el porte legal de armas, pues ya cuentan con el de tenencia como el resto de colombianos que cumplen con todos los requisitos de ley. Esa propuesta ha generado opiniones divididas: hay que quienes creen que con el porte de armas se intensificaría la violencia y hay quienes insisten en que está es la estrategia más contundente que se puede aplicar contra la delincuencia que azota el campo.
La decisión está en manos del presidente Iván Duque, que si bien es cierto podría darle luz verde a la iniciativa basado en los recientes crímenes en las zonas rurales, no puede desconocer que desde la prohibición del porte de armas en el gobierno anterior hubo una reducción considerable de homicidios en el país.

Hoy se nos presenta un déjà vu, los hechos registrados en las últimas semanas en el Cesar son un campanazo de alerta para no cometer los errores del pasado.
Recordemos que el Estado no brindó garantías a los campesinos y grandes hacendados por lo que hubo masacres, despojos y otros hechos aberrantes que generaron desplazamientos masivos hacia las grandes ciudades. Recordemos que esos errores le han costado a todos los colombianos porque se han tenido que invertir millonarios recursos para la recuperación del campo y el retorno de la gente. No puede perderse el terreno abonado. Ya conocemos la historia, por favor, no la repitamos.