La Casa de la Cultura Municipal es el escenario del homenaje póstumo que se le ofrece por estos días al pintor, arquitecto y columnista Álvaro Martínez Torres. Con una muestra de 17 cuadros, sus familiares y amigos quieren dar a conocer la obra de este pintor vallenato que por su sencillez, no se le reconoció […]
La Casa de la Cultura Municipal es el escenario del homenaje póstumo que se le ofrece por estos días al pintor, arquitecto y columnista Álvaro Martínez Torres. Con una muestra de 17 cuadros, sus familiares y amigos quieren dar a conocer la obra de este pintor vallenato que por su sencillez, no se le reconoció a tiempo su aporte a la cultura y su arte.
“Nací pintando. El primer regalo que recuerdo de niño, que me dio papá dios, fue una acuarela grande en forma de maleta, traída de Maracaibo por ‘papá Chan’; con ella pintorree por toda la casa”. Con estas palabras, Álvaro evidencia lo precoz que fue su incursión en la pintura, de tal forma que en 1.961 cuando tenia apenas 14 años hace su primera exposición privada para vecinos y familiares.
En 1.963 realiza su primera exposición individual pública en La Radio Teatro de Radio Guatapurí y por primera vez vende tres de sus obras. En 1.971 inaugura la Casa de la Cultura de Valledupar, Cecilia Caballero de López con la presentación de alguna de sus obras.
De allí en adelante inicia una carrera en ascenso con exposiciones colectivas e individuales entre las cuales se destaca la invitación que le hace el artista Enrique Grau para exponer en el Museo de Arte Moderno de Cartagena junto con William Socarrás, Celso ‘Checho’ Castro y Efraín ‘El Mono’ Quintero quienes junto a él conformaban el grupo Cuatro Vallenatos V4.
También expone de manera colectiva en la galería Balarca, en la Biblioteca Nacional de Bogotá, en una muestra denominada Seis pintores costeños; participa en la exhibición colectiva denominada Generación del 70, proyectada por Colcultura y además inicia su participación en los salones nacionales de artistas en Bogotá. En 1980 recibe una mención de honor en el Salón Nacional de Artistas con la pintura titulada “El hombre que murió arrecho”, una obra basada en un cuento vallenato.
La académica Geomar Guerra Bonilla afirma que “marcó una pauta en el caribe colombiano al utilizar todas las técnicas y trasplantar su ironía sutil en su obra. La ausencia de rostro y de los órganos de los sentidos en sus obras, nos pone a pensar, adivinar y a crear”, sostiene. Los personajes sólo tienen orejas para que el mundo entero, incluidos nosotros, oigamos bien las voces ridiculizantes”.
Por su parte, el curador de la exposición Jayder Orsini, señala que “aunque algunos lo han querido catalogar como un artista expresionista y, hasta surrealista; la obra de Álvaro Martínez obedece más a una reflexión sobre identidad, el conflicto armado y la memoria de los pueblos indígenas. De ahí su cercana relación con artistas de trascendencia nacional como Beatriz Gonzales, Mari Paz Jaramillo, Ana Mercedes Hoyos entre otros”.
En el 2006 comienza a padecer una enfermedad que lo lleva a la muerte en el 2011. Tal como nació, en medio de la pintura, también murió, pues dejó una serie de obras inacabadas sobre los indígenas de la Sierra Nevada, que pintó mientras padecía su enfermedad.
En su lecho de enfermo, mostró a todos los que lo visitaban su obra, expresando que su mayor preocupación era que muriera y quedara en el anonimato. Hoy su deseo se hace realidad gracias a la gestión de la Casa de la Cultura Municipal. La exposición estará colgada hasta el 25 de mayo.
La Casa de la Cultura Municipal es el escenario del homenaje póstumo que se le ofrece por estos días al pintor, arquitecto y columnista Álvaro Martínez Torres. Con una muestra de 17 cuadros, sus familiares y amigos quieren dar a conocer la obra de este pintor vallenato que por su sencillez, no se le reconoció […]
La Casa de la Cultura Municipal es el escenario del homenaje póstumo que se le ofrece por estos días al pintor, arquitecto y columnista Álvaro Martínez Torres. Con una muestra de 17 cuadros, sus familiares y amigos quieren dar a conocer la obra de este pintor vallenato que por su sencillez, no se le reconoció a tiempo su aporte a la cultura y su arte.
“Nací pintando. El primer regalo que recuerdo de niño, que me dio papá dios, fue una acuarela grande en forma de maleta, traída de Maracaibo por ‘papá Chan’; con ella pintorree por toda la casa”. Con estas palabras, Álvaro evidencia lo precoz que fue su incursión en la pintura, de tal forma que en 1.961 cuando tenia apenas 14 años hace su primera exposición privada para vecinos y familiares.
En 1.963 realiza su primera exposición individual pública en La Radio Teatro de Radio Guatapurí y por primera vez vende tres de sus obras. En 1.971 inaugura la Casa de la Cultura de Valledupar, Cecilia Caballero de López con la presentación de alguna de sus obras.
De allí en adelante inicia una carrera en ascenso con exposiciones colectivas e individuales entre las cuales se destaca la invitación que le hace el artista Enrique Grau para exponer en el Museo de Arte Moderno de Cartagena junto con William Socarrás, Celso ‘Checho’ Castro y Efraín ‘El Mono’ Quintero quienes junto a él conformaban el grupo Cuatro Vallenatos V4.
También expone de manera colectiva en la galería Balarca, en la Biblioteca Nacional de Bogotá, en una muestra denominada Seis pintores costeños; participa en la exhibición colectiva denominada Generación del 70, proyectada por Colcultura y además inicia su participación en los salones nacionales de artistas en Bogotá. En 1980 recibe una mención de honor en el Salón Nacional de Artistas con la pintura titulada “El hombre que murió arrecho”, una obra basada en un cuento vallenato.
La académica Geomar Guerra Bonilla afirma que “marcó una pauta en el caribe colombiano al utilizar todas las técnicas y trasplantar su ironía sutil en su obra. La ausencia de rostro y de los órganos de los sentidos en sus obras, nos pone a pensar, adivinar y a crear”, sostiene. Los personajes sólo tienen orejas para que el mundo entero, incluidos nosotros, oigamos bien las voces ridiculizantes”.
Por su parte, el curador de la exposición Jayder Orsini, señala que “aunque algunos lo han querido catalogar como un artista expresionista y, hasta surrealista; la obra de Álvaro Martínez obedece más a una reflexión sobre identidad, el conflicto armado y la memoria de los pueblos indígenas. De ahí su cercana relación con artistas de trascendencia nacional como Beatriz Gonzales, Mari Paz Jaramillo, Ana Mercedes Hoyos entre otros”.
En el 2006 comienza a padecer una enfermedad que lo lleva a la muerte en el 2011. Tal como nació, en medio de la pintura, también murió, pues dejó una serie de obras inacabadas sobre los indígenas de la Sierra Nevada, que pintó mientras padecía su enfermedad.
En su lecho de enfermo, mostró a todos los que lo visitaban su obra, expresando que su mayor preocupación era que muriera y quedara en el anonimato. Hoy su deseo se hace realidad gracias a la gestión de la Casa de la Cultura Municipal. La exposición estará colgada hasta el 25 de mayo.