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Columnista - 5 mayo, 2014

Homenaje a Álvaro Elías

Dentro de la baraúnda del Festival de la Leyenda Vallenata, se encuentra un rincón lleno de ternura. Son los pequeñitos que comienzan a soñar con el triunfo, muchas veces el acordeón parece más grande que ellos. Siempre me ha gustado verlos, es la parte del festival que más me gusta, esa en que ‘manitos que […]

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Dentro de la baraúnda del Festival de la Leyenda Vallenata, se encuentra un rincón lleno de ternura. Son los pequeñitos que comienzan a soñar con el triunfo, muchas veces el acordeón parece más grande que ellos.

Siempre me ha gustado verlos, es la parte del festival que más me gusta, esa en que ‘manitos que se abren a la vida´, como diría Gabriela Mistral, se aferran a un teclado para sacar de él notas que asombren, que los lleven a una noche gloriosa en la que sus nombres se escriban en la historia de los maestros, reyes, virtuosos.

Alvarito tiene diez años, llegó de ganar en el Festival de Villanueva, y teníamos la seguridad de que ganaría aquí, porque su puntuación fue perfecta, pero no contábamos con sus pocos años: cuando vio la tarima y el nutrido público, su ímpetu artístico se vio atacado por los nervios; todo eso es normal cuando se comienza, lo importante es que ya él comenzó a caminar por la dura ruta que conduce al triunfo.

Nos pasa a todos, recuerdo que mi debut fue en la plaza de Villanueva, un Veinte de Julio, era la encargada de declamar un poema a la patria, cuando vi el montón de gente salí corriendo hacia donde estaba mi mamá y dañé toda la programación.

Álvaro Elías es el objeto de mi columna, porque sé de su don para ejecutar el acordeón, desde cuando estaba más pequeñito, pero en lugar de entristecerme porque le ganaron los nervios, me alegro de que haya comenzado como es: sabiendo que hay que vencer muchos obstáculos para lograr sus ilusiones, metas, victorias.

Es hijo de Álvaro Rafael David Habib y de Isabel Posso, y sus ancestros están repartidos entre Villanueva y Cartagena, estoy segura, como lo están sus abuelos Álvaro David y Glorys, de que muy pronto, con esa tenacidad que ha demostrado en sus pocos años de vida, nos va a llevar a que lo veamos radiante, alegrando el ambiente con sus notas puras llenas de mágica armonía.

Este es mi homenaje al pequeño de la familia de mis hijos, y quiero que desde ya, el mundo de la música lo conozca, porque no me mueve la emoción de un momento, sino porque en mi larga vida, especialmente cubriendo festivales, sé que Álvaro está llamado a ser grande. Brindo por él con los versos, nuevamente, de Gabriela Mistral:

“No te asuste la noche,/La mañana vestirá luminosa en su alegría; /Pero en tanto la luz va esclareciendo, /¡Mantén tu fuego ardiendo!

Mantén tu fuego ardiendo… /Defiéndelo del viento, ¡te lo apaga! /Cúbrelo de la lluvia, ¡te lo ahoga! IY mientras cuesta arriba vas subiendo /¡Mantén, siempre, mantén tu fuego ardiendo!”

Columnista
5 mayo, 2014

Homenaje a Álvaro Elías

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Dentro de la baraúnda del Festival de la Leyenda Vallenata, se encuentra un rincón lleno de ternura. Son los pequeñitos que comienzan a soñar con el triunfo, muchas veces el acordeón parece más grande que ellos. Siempre me ha gustado verlos, es la parte del festival que más me gusta, esa en que ‘manitos que […]


Dentro de la baraúnda del Festival de la Leyenda Vallenata, se encuentra un rincón lleno de ternura. Son los pequeñitos que comienzan a soñar con el triunfo, muchas veces el acordeón parece más grande que ellos.

Siempre me ha gustado verlos, es la parte del festival que más me gusta, esa en que ‘manitos que se abren a la vida´, como diría Gabriela Mistral, se aferran a un teclado para sacar de él notas que asombren, que los lleven a una noche gloriosa en la que sus nombres se escriban en la historia de los maestros, reyes, virtuosos.

Alvarito tiene diez años, llegó de ganar en el Festival de Villanueva, y teníamos la seguridad de que ganaría aquí, porque su puntuación fue perfecta, pero no contábamos con sus pocos años: cuando vio la tarima y el nutrido público, su ímpetu artístico se vio atacado por los nervios; todo eso es normal cuando se comienza, lo importante es que ya él comenzó a caminar por la dura ruta que conduce al triunfo.

Nos pasa a todos, recuerdo que mi debut fue en la plaza de Villanueva, un Veinte de Julio, era la encargada de declamar un poema a la patria, cuando vi el montón de gente salí corriendo hacia donde estaba mi mamá y dañé toda la programación.

Álvaro Elías es el objeto de mi columna, porque sé de su don para ejecutar el acordeón, desde cuando estaba más pequeñito, pero en lugar de entristecerme porque le ganaron los nervios, me alegro de que haya comenzado como es: sabiendo que hay que vencer muchos obstáculos para lograr sus ilusiones, metas, victorias.

Es hijo de Álvaro Rafael David Habib y de Isabel Posso, y sus ancestros están repartidos entre Villanueva y Cartagena, estoy segura, como lo están sus abuelos Álvaro David y Glorys, de que muy pronto, con esa tenacidad que ha demostrado en sus pocos años de vida, nos va a llevar a que lo veamos radiante, alegrando el ambiente con sus notas puras llenas de mágica armonía.

Este es mi homenaje al pequeño de la familia de mis hijos, y quiero que desde ya, el mundo de la música lo conozca, porque no me mueve la emoción de un momento, sino porque en mi larga vida, especialmente cubriendo festivales, sé que Álvaro está llamado a ser grande. Brindo por él con los versos, nuevamente, de Gabriela Mistral:

“No te asuste la noche,/La mañana vestirá luminosa en su alegría; /Pero en tanto la luz va esclareciendo, /¡Mantén tu fuego ardiendo!

Mantén tu fuego ardiendo… /Defiéndelo del viento, ¡te lo apaga! /Cúbrelo de la lluvia, ¡te lo ahoga! IY mientras cuesta arriba vas subiendo /¡Mantén, siempre, mantén tu fuego ardiendo!”