Representantes de los sectores productivos y de la sociedad civil se sentaron en una mesa de trabajo para hablar de una amenaza presente y futura: la sequía en el departamento.
El líder de la Zona de Reserva Campesina del Perijá, Enulfo Barrios, lo reconoció, era un momento histórico: por primera vez se sentaban sectores de corrientes e intereses tan divergentes del departamento del Cesar, esta vez, en una mesa donde todos tendrían la oportunidad de aportar ideas para afrontar la amenaza ambiental presente y futura de este territorio: el agotamiento paulatino de las fuentes hídricas. Foros EL PILÓN y la plataforma ‘Diálogos Improbables’ los reunieron para dialogar y exponer ideas en el encuentro ‘El Cesar y sus riesgos de sequía permanente”’
Fueron cerca de cuatro horas de conversaciones y debates, primero conociendo la situación del Cesar, expuesta por la exviceministra de Ambiente, Claudia Martínez, además asesora del ‘Plan para el cambio climático para el Cesar’, quien inició su intervención preguntando si de verdad se entendía la importancia del ecosistema para la vida.
El Cesar cuenta con más de 65.300 hectáreas de bosques seco tropical, una riqueza natural que ha ido cediendo ante el desarrollo humano. El papel de estos bosques y las más de 110 mil hectáreas de páramos y humedales es proteger las fuentes hídricas donde nacen los ríos del Cesar, vulnerables ante la deforestación y el cambio climático.
En el encuentro realizado en la Unidad Integral de Servicios ‘La Divina Pastora’, del municipio de Codazzi, estaban sentados representantes del sector minero y palmero, campesinos y pescadores, líderes sociales y ambientales. En el frente de la mesa de diálogo, dos moderadores limitaban los tiempos de participación.
“La minería en el Cesar viene en decadencia porque es finita. Somos una industria que genera impacto y por eso somos regulados, tenemos controles, pero en esta mesa todos saben que nosotros venimos aportando al desarrollo”, con esa afirmación empezó el representante del sector minero, Juan Pablo Ordóñez, del grupo Prodeco. Uno de los centros temáticos se basó en el Cesar post minería.
“Estamos trabajando en un programa de desarrollo en la ganadería para mitigar los daños ambientales”, expresó el representante del sector ganadero, Oscar Daza, quien fue el primero en expresar mea culpa.
Las actividades ganaderas, dentro del agro, y mineras son las principales dinamizadores de la economía regional, pero también las que emiten el mayor porcentaje de Gases de Efectos Invernadero, GEI. 60 y 12 %, respectivamente, uno de los causantes del cambio climático.
El tercero en plantear posiciones fue Alfonso López Argüelles, presidente de la Asociación de Pescadores de la Ciénaga de Zapatosa. “Tienen razón en decir que se está haciendo bien la ganadería, pero también es cierto que se están erosionando muchos territorios y reforestando zonas que protegen nuestros ríos”, afirmó el líder de los pescadores.
El complejo cenagoso de la Zapatosa es el regulador del ciclo de los ríos del Cesar y Magdalena. No obstante, por estar en el sur recibe grandes proporciones de los desechos de basura arrojados en las cuencas del centro y norte del departamento. “La Zapatosa de la que nos sentíamos orgullosos diciendo que salía el pescado más saludable de la región está siendo contaminada porque todos los residuos químicos terminan en ella”, remató el representante.
Lea aquí también: Diálogos Improbables allana terreno para el sano debate político en el Cesar
Agregó que el Magdalena, Cesar, Lebrija, Ariguaní, Badillo, Donachuí y Guatapurí son los principales afluentes del departamento del Cesar que, además, cuenta con más de 40 pequeños ríos, que en épocas de verano se reducen a cantidades que no alcanzan a cubrir el servicio del agua todos los días en sus 25 municipios.
A pesar de no estar confirmado, las probabilidades del 85 % de un fenómeno de El Niño que reduzca las lluvias y las reservas de agua en el Cesar es casi una realidad.
Especialmente en la zona norte, en los municipios de Valledupar y Codazzi, el departamento tiene una de las mayores presiones de demanda de agua del país, que en épocas como las proyectadas para los próximos 4 meses de verano se configuran en desafíos ambientales.
Pero el principal problema recae en que el 50% del departamento presenta una vulnerabilidad de desabastecimiento entre media y alta. La cantidad no es la única coyuntura. La zona sur del departamento, en la Ciénaga de Zapatosa, según un informe de E3-Ecología, presenta alteraciones muy altas en la calidad del agua; en el centro del departamento es alta y en la parte norte es baja, cerca de la Sierra Nevada. “Todos los sectores debemos aceptar la culpabilidad, aquí no hay nadie que se salve”, sostuvo un líder social.
Terminada la primera mesa de diálogos, los segundos debatientes tomaron sus lugares en la ‘pecera’, formato utilizado para la discusión grupal. En esta sesión las diferencias eran mayores, y el debate se mostró más álgido. “¿Cómo vamos? no vamos mal. Desde Drummond estamos haciendo un embalse de aguas con inversiones de más de 8 mil millones de pesos”, confrontó Armando Calvano, director de Compensación Ambiental de la multinacional carbonera. Luego, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, quien dio un tono más febril a la mesa. “Aquí no se ha hecho lo que se quiere (ganaderos), sino lo que se puede”, aseguró el líder gremial.
Con el pasar de los minutos los sectores fueron abriéndose más a la aceptación de la culpa y los cambios. “Aceptemos las transformaciones que implican costos”, reconoció el líder de la zona campesina.
Lea aquí también: Diálogos improbables: cambiar las balas por la conversación
Bajo la conjetura de que el sector ganadero y palmicultor consumen grandes proporciones de aguas, dentro del debate se empezó a hablar de la necesidad de recurrir a tecnologías que permitan reducir el gasto de del preciado líquido. “Así no existiera la palma, los ríos se estuvieran secando. No los seca la palma, sino el verano”, manifestó Armando López, representante de los palmicultores. Por su parte, el ambientalista Miguel Ángel Sierra aseveró: “La verdad odio la palma. Habían dos opciones: o irme del mundo o dedicarme a recuperar los suelos y hacerlo más sostenible. En el sector minero el daño ya está hecho, debemos empezar a ver cómo recuperarlos”. La aseveración del ambientalista Miguel Sierra marcó las conclusiones de los diálogos: en vez de hacer enemigo al contrario, la mejor opción es colaborar para hacerlo sostenible. “Que lo debatido aquí no se quede en retórica porque la amenaza de quedarnos sin agua es real”, añadió Iván Morón, abogado que hizo parte del público asistente al encuentro.
Representantes de los sectores productivos y de la sociedad civil se sentaron en una mesa de trabajo para hablar de una amenaza presente y futura: la sequía en el departamento.
El líder de la Zona de Reserva Campesina del Perijá, Enulfo Barrios, lo reconoció, era un momento histórico: por primera vez se sentaban sectores de corrientes e intereses tan divergentes del departamento del Cesar, esta vez, en una mesa donde todos tendrían la oportunidad de aportar ideas para afrontar la amenaza ambiental presente y futura de este territorio: el agotamiento paulatino de las fuentes hídricas. Foros EL PILÓN y la plataforma ‘Diálogos Improbables’ los reunieron para dialogar y exponer ideas en el encuentro ‘El Cesar y sus riesgos de sequía permanente”’
Fueron cerca de cuatro horas de conversaciones y debates, primero conociendo la situación del Cesar, expuesta por la exviceministra de Ambiente, Claudia Martínez, además asesora del ‘Plan para el cambio climático para el Cesar’, quien inició su intervención preguntando si de verdad se entendía la importancia del ecosistema para la vida.
El Cesar cuenta con más de 65.300 hectáreas de bosques seco tropical, una riqueza natural que ha ido cediendo ante el desarrollo humano. El papel de estos bosques y las más de 110 mil hectáreas de páramos y humedales es proteger las fuentes hídricas donde nacen los ríos del Cesar, vulnerables ante la deforestación y el cambio climático.
En el encuentro realizado en la Unidad Integral de Servicios ‘La Divina Pastora’, del municipio de Codazzi, estaban sentados representantes del sector minero y palmero, campesinos y pescadores, líderes sociales y ambientales. En el frente de la mesa de diálogo, dos moderadores limitaban los tiempos de participación.
“La minería en el Cesar viene en decadencia porque es finita. Somos una industria que genera impacto y por eso somos regulados, tenemos controles, pero en esta mesa todos saben que nosotros venimos aportando al desarrollo”, con esa afirmación empezó el representante del sector minero, Juan Pablo Ordóñez, del grupo Prodeco. Uno de los centros temáticos se basó en el Cesar post minería.
“Estamos trabajando en un programa de desarrollo en la ganadería para mitigar los daños ambientales”, expresó el representante del sector ganadero, Oscar Daza, quien fue el primero en expresar mea culpa.
Las actividades ganaderas, dentro del agro, y mineras son las principales dinamizadores de la economía regional, pero también las que emiten el mayor porcentaje de Gases de Efectos Invernadero, GEI. 60 y 12 %, respectivamente, uno de los causantes del cambio climático.
El tercero en plantear posiciones fue Alfonso López Argüelles, presidente de la Asociación de Pescadores de la Ciénaga de Zapatosa. “Tienen razón en decir que se está haciendo bien la ganadería, pero también es cierto que se están erosionando muchos territorios y reforestando zonas que protegen nuestros ríos”, afirmó el líder de los pescadores.
El complejo cenagoso de la Zapatosa es el regulador del ciclo de los ríos del Cesar y Magdalena. No obstante, por estar en el sur recibe grandes proporciones de los desechos de basura arrojados en las cuencas del centro y norte del departamento. “La Zapatosa de la que nos sentíamos orgullosos diciendo que salía el pescado más saludable de la región está siendo contaminada porque todos los residuos químicos terminan en ella”, remató el representante.
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Agregó que el Magdalena, Cesar, Lebrija, Ariguaní, Badillo, Donachuí y Guatapurí son los principales afluentes del departamento del Cesar que, además, cuenta con más de 40 pequeños ríos, que en épocas de verano se reducen a cantidades que no alcanzan a cubrir el servicio del agua todos los días en sus 25 municipios.
A pesar de no estar confirmado, las probabilidades del 85 % de un fenómeno de El Niño que reduzca las lluvias y las reservas de agua en el Cesar es casi una realidad.
Especialmente en la zona norte, en los municipios de Valledupar y Codazzi, el departamento tiene una de las mayores presiones de demanda de agua del país, que en épocas como las proyectadas para los próximos 4 meses de verano se configuran en desafíos ambientales.
Pero el principal problema recae en que el 50% del departamento presenta una vulnerabilidad de desabastecimiento entre media y alta. La cantidad no es la única coyuntura. La zona sur del departamento, en la Ciénaga de Zapatosa, según un informe de E3-Ecología, presenta alteraciones muy altas en la calidad del agua; en el centro del departamento es alta y en la parte norte es baja, cerca de la Sierra Nevada. “Todos los sectores debemos aceptar la culpabilidad, aquí no hay nadie que se salve”, sostuvo un líder social.
Terminada la primera mesa de diálogos, los segundos debatientes tomaron sus lugares en la ‘pecera’, formato utilizado para la discusión grupal. En esta sesión las diferencias eran mayores, y el debate se mostró más álgido. “¿Cómo vamos? no vamos mal. Desde Drummond estamos haciendo un embalse de aguas con inversiones de más de 8 mil millones de pesos”, confrontó Armando Calvano, director de Compensación Ambiental de la multinacional carbonera. Luego, el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, quien dio un tono más febril a la mesa. “Aquí no se ha hecho lo que se quiere (ganaderos), sino lo que se puede”, aseguró el líder gremial.
Con el pasar de los minutos los sectores fueron abriéndose más a la aceptación de la culpa y los cambios. “Aceptemos las transformaciones que implican costos”, reconoció el líder de la zona campesina.
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Bajo la conjetura de que el sector ganadero y palmicultor consumen grandes proporciones de aguas, dentro del debate se empezó a hablar de la necesidad de recurrir a tecnologías que permitan reducir el gasto de del preciado líquido. “Así no existiera la palma, los ríos se estuvieran secando. No los seca la palma, sino el verano”, manifestó Armando López, representante de los palmicultores. Por su parte, el ambientalista Miguel Ángel Sierra aseveró: “La verdad odio la palma. Habían dos opciones: o irme del mundo o dedicarme a recuperar los suelos y hacerlo más sostenible. En el sector minero el daño ya está hecho, debemos empezar a ver cómo recuperarlos”. La aseveración del ambientalista Miguel Sierra marcó las conclusiones de los diálogos: en vez de hacer enemigo al contrario, la mejor opción es colaborar para hacerlo sostenible. “Que lo debatido aquí no se quede en retórica porque la amenaza de quedarnos sin agua es real”, añadió Iván Morón, abogado que hizo parte del público asistente al encuentro.