En la historia de los pueblos hay vidas que definen la impronta cultural,  antropológica y sociológica de generaciones. Son referentes que caracterizan la memoria y semblanza de comunidades y épocas que apropian la esencia de lo que pervive en el tiempo, es decir, la identidad de un territorio.

La huella construida durante el tránsito de 77 años de vida hicieron de Hernán López García expresión del plenario de la hidalguía, nobleza y lealtad que  distingue a la gente de Río de Oro. La empatía, solidaridad y respeto por el prójimo fueron una constante en su vocación de servir a costo del sacrificio propio; cálido, afable y auténtico fue siempre un ser transparente.

Hernán era el segundo de los 11 hijos de Aya y Nuncho, quienes han extendido la siembra de principios y valores soportados en la devoción mariana a la virgen del Rosario, que es del adn del riodorense. “El trabajo camino, vehículo y fundamento del patrimonio de vida” define el carácter de quienes desde esa esquina del Cesar reivindican su origen y pertenencia; de esa estirpe son los López García y Hernán era su estampa.

Después de la niñez, en medio de las adversidades de su entorno campesino, se aventuró  a la capital en procura de su formación profesional y en Bogotá  ejerció el servicio público como gerente de la Beneficencia de Cundinamarca y administrador en el hospital González Valencia, donde apadrinaba los pacientes derivados de su región;  decidido y soñador regresó para incorporarse a la política, que fue su pasión. Diputado del departamento no dejó de hacer gestión y atender siempre a los suyos, que tiempo después lo eligieron también concejal del municipio.

El talante humano de Hernán López fue inspirador para quienes disfrutamos su versatilidad ingeniosa, coloquial y el ímpetu repentista (hasta en francês e italiano parlaba); animador locuaz, que hizo de Marucha territorio libre de América Latina, donde fue “prohibido prohibir”. 

Nunca se resistió a encargo de amigos ni abandonó causa de débiles; pregonero de los desafíos de su tierra, siempre fue vocero de las apuestas de los suyos sin distinguir clase social ni origen, siempre leal a propósitos.

La enfermedad que le sobrevino no alteró su reconocido criterio de ser discreto, respetuoso y medido. Esperó sereno el renacimiento de Jesús y la esperanzadora llegada del 2025 para luego de despedirse este primero de enero en la casa de todos, el egregio caballero compartió con los suyos y se fue a descansar a la eternidad, llevándose consigo su canción ‘…Mis hojas secas y los recuerdos’. ¡Hasta Siempre Hernán López García!

Por Cristian Moreno Panesso