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General - 2 julio, 2016

Hermanas emprendedoras

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño.

La librería está en el corazón de Valledupar, sobre la carrera novena.
La librería está en el corazón de Valledupar, sobre la carrera novena.
Boton Wpp

Cuando se abre una librería hay una especie de fiesta en el mundo literario. Sí, especialmente en esta época en la que los agoreros insisten en que el libro de papel y tinta, ese que huele a buenas historias, va a ser remplazado definitivamente por los electrónicos.

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño. Para los que nos gusta leer y para los que comienzan a hacerlo es grato recorrer estantes de textos, sean pequeños o grandes y encontrar la obra que queríamos, o una que nos llama la atención y al leerla nos revela un mundo de historias, de consejos, de ejemplos de vida, de cómo sortear problemas, y como afincar la fe en Dios, en la vida o en lo que se crea.

Ya Jacobo Solano y Ana María Ferrer me habían hablado de ella, de Shekina, y en mi gusto por conocer cualquier rincón donde haya libros, caminé hasta dar con la dirección, carrera novena con trece A, allí está: pequeña en tamaño, pero grande en contenido. Entrar en ella es respirar un ambiente de paz, de tranquilidad; la mayoría de libros son de autores cristianos, pero es inminente el rincón de obras de autores de la región. Y hay adornos, regalos todos con un mensaje espiritual, allí alrededor de una mesa, saboreando un jugo de uva, otra de las ofertas de Shekina, conversamos con Yanitza Fontalvo, la periodista querida por todos, quien con su hermana, pediatra neonatóloga, Deixi, son las dueñas de la pequeña librería a la que le vemos trazas de que va a crecer y crecer.

EMPRENDEDORAS

Yanitza, fuera de su trabajo periodístico, siempre anda buscando en qué trabajar, qué hacer en beneficio de los demás, y su hermana Deixi forma con ella un dúo de emprendedoras alegres y confiadas, tiene como égida de sus vidas a Dios y por eso, llenas de fe, asumen programas como el de la doctora Deixi que atiende niños enfermos a domicilio.

¿Por qué ese nombre de Shekina? ‘Significa la Gloria de Dios’, dice Yanitza, y hace un bonito recuento de cuándo se escuchó el término por primera vez; las limitaciones del espacio no nos permiten comentarlo; pero es un nombre que atrae y que se recuerda con agrado.

Como dije al principio, una librería es importante y la tendencia religiosa que tenga no le quita esa importancia para otros grupos, porque allí además de calidez, lo que se ofrecen son libros y la libertad de escoger el que nos llame la atención. Recuerdo cuando leí el Corán, me lo prestó un alumno árabe, lo hice con el respeto que merecen los libros en que se asientan los distintos credos, y me sentí feliz de haber aumentado mi cultura, Y me disfruté el Mahabárata, y así. La vida alcanza para saber de otros mundos, de otras religiones, de personajes santos, de personajes siniestros, de épocas aciagas, del Holocausto, de revoluciones, de luchas sagradas, de luchas bárbaras, de cómo se calman los miedos y se serenan las angustias, siempre con Dios en el corazón.

Bien por Yanitza, la periodista que todos queremos, bien por su hermana Deixi, saldrán adelante con Shekina y no se les olvide la variedad de libros, a Dios se le encuentra en los sitios menos pensados, hasta en una página de un libro de recetas de cocina.

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño.

Por Mary Daza Orozco

 

General
2 julio, 2016

Hermanas emprendedoras

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño.


La librería está en el corazón de Valledupar, sobre la carrera novena.
La librería está en el corazón de Valledupar, sobre la carrera novena.
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Cuando se abre una librería hay una especie de fiesta en el mundo literario. Sí, especialmente en esta época en la que los agoreros insisten en que el libro de papel y tinta, ese que huele a buenas historias, va a ser remplazado definitivamente por los electrónicos.

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño. Para los que nos gusta leer y para los que comienzan a hacerlo es grato recorrer estantes de textos, sean pequeños o grandes y encontrar la obra que queríamos, o una que nos llama la atención y al leerla nos revela un mundo de historias, de consejos, de ejemplos de vida, de cómo sortear problemas, y como afincar la fe en Dios, en la vida o en lo que se crea.

Ya Jacobo Solano y Ana María Ferrer me habían hablado de ella, de Shekina, y en mi gusto por conocer cualquier rincón donde haya libros, caminé hasta dar con la dirección, carrera novena con trece A, allí está: pequeña en tamaño, pero grande en contenido. Entrar en ella es respirar un ambiente de paz, de tranquilidad; la mayoría de libros son de autores cristianos, pero es inminente el rincón de obras de autores de la región. Y hay adornos, regalos todos con un mensaje espiritual, allí alrededor de una mesa, saboreando un jugo de uva, otra de las ofertas de Shekina, conversamos con Yanitza Fontalvo, la periodista querida por todos, quien con su hermana, pediatra neonatóloga, Deixi, son las dueñas de la pequeña librería a la que le vemos trazas de que va a crecer y crecer.

EMPRENDEDORAS

Yanitza, fuera de su trabajo periodístico, siempre anda buscando en qué trabajar, qué hacer en beneficio de los demás, y su hermana Deixi forma con ella un dúo de emprendedoras alegres y confiadas, tiene como égida de sus vidas a Dios y por eso, llenas de fe, asumen programas como el de la doctora Deixi que atiende niños enfermos a domicilio.

¿Por qué ese nombre de Shekina? ‘Significa la Gloria de Dios’, dice Yanitza, y hace un bonito recuento de cuándo se escuchó el término por primera vez; las limitaciones del espacio no nos permiten comentarlo; pero es un nombre que atrae y que se recuerda con agrado.

Como dije al principio, una librería es importante y la tendencia religiosa que tenga no le quita esa importancia para otros grupos, porque allí además de calidez, lo que se ofrecen son libros y la libertad de escoger el que nos llame la atención. Recuerdo cuando leí el Corán, me lo prestó un alumno árabe, lo hice con el respeto que merecen los libros en que se asientan los distintos credos, y me sentí feliz de haber aumentado mi cultura, Y me disfruté el Mahabárata, y así. La vida alcanza para saber de otros mundos, de otras religiones, de personajes santos, de personajes siniestros, de épocas aciagas, del Holocausto, de revoluciones, de luchas sagradas, de luchas bárbaras, de cómo se calman los miedos y se serenan las angustias, siempre con Dios en el corazón.

Bien por Yanitza, la periodista que todos queremos, bien por su hermana Deixi, saldrán adelante con Shekina y no se les olvide la variedad de libros, a Dios se le encuentra en los sitios menos pensados, hasta en una página de un libro de recetas de cocina.

Abrir una librería de la disciplina que sea: religiosa, jurídica, puramente literaria, es colaborar con el pueblo; mientras más haya, más fuente de cultura tendrá la comunidad, esa es una verdad de a puño.

Por Mary Daza Orozco