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Columnista - 29 abril, 2015

Hay que ponerle frenos a las ambulancias

Hay que reconocer los esfuerzos que ha hecho el señor Alcalde y las autoridades de Tránsito Municipal por mejorar la movilidad en nuestra ciudad, pues el tema de la restricción de las motos ha hecho un tránsito vehicular más fluido y por ende más seguro en cuanto accidentalidad. Pero de la misma manera que se […]

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Hay que reconocer los esfuerzos que ha hecho el señor Alcalde y las autoridades de Tránsito Municipal por mejorar la movilidad en nuestra ciudad, pues el tema de la restricción de las motos ha hecho un tránsito vehicular más fluido y por ende más seguro en cuanto accidentalidad.

Pero de la misma manera que se restringen algunos casos, hay otros que como el de la carrera de las ambulancias por toda la ciudad también debe meterse en cintura; claro está, no hay que desconocer la preferencia de la circulación de estos vehículos de acuerdo con el Código de Tránsito que habla de la cesión de paso a los vehículos de emergencia (Art. 63), pero no puede quedar sujeta su movilidad exclusivamente a merced de sus irresponsables conductores que después de ulular las escandalosas sirenas, prenden marcha a toda velocidad en estos bólidos blancos sin respetar la más mínima regla de tránsito, trasmitiendo a su vez la sensación a conductores y peatones de la ocurrencia de una gran tragedia.

Esto sumado a la cantidad de ambulancias que llegan al tiempo a recoger a los infortunados heridos o enfermos y creo que esta es la principal razón de esas carreras urbanas, la disputa del pobre moribundo para trasladarlo a una clínica de su conveniencia, más cuando se trata de un accidente que ampara el SOAT, poniendo en riesgo la vida de las personas que se ven afectadas en estas situaciones, ya que es común escuchar que las empresas o clínicas dueñas de las ambulancias mediante acuerdos dan prelación a algunos centros asistenciales y pagan a los conductores un coima extra por llevar el paciente hasta allí.

Duele aceptar este tipo de situaciones, pero se trata de una práctica generalizada en todo el país, propia de un sistema de salud mercantilista que ha trasformado los servicios asistenciales en un negocio y al paciente un una mercancía muy apetecida. Pero como en realidad la idea no es hablar del sistema de salud, sino del escaso o nulo control sobre el tránsito de las ambulancias por las diferentes calles y avenidas de Valledupar, se hace necesario iniciar acciones de vigilancia sobre este tipo de servicio, de un lado, para que se respeten las reglas de movilidad, el uso adecuado de las sirenas cuando no se transporta pacientes, la verificación de los profesionales requeridos por la norma para la atención oportuna de los pacientes, tales como: enfermero, paramédico y un médico; verificación de revisiones técnicas y mecánicas etc., y del otro, para que no suceda lo que ha sucedido en otras ciudades, donde las ambulancias lo que hacen es que se mofan de la vida de las personas que han sufrido accidentes y cuyo deber las obliga a su remisión al centro asistencial más cercano y por el contrario lo que hacen es someter a la víctima al paseo de la muerte exprés.

En suma, para evitar urgencias catastróficas que se ven previsibles, es necesario ponerle frenos a las ambulancias que transitan en nuestra ciudad.

Columnista
29 abril, 2015

Hay que ponerle frenos a las ambulancias

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Guillermo Ramirez

Hay que reconocer los esfuerzos que ha hecho el señor Alcalde y las autoridades de Tránsito Municipal por mejorar la movilidad en nuestra ciudad, pues el tema de la restricción de las motos ha hecho un tránsito vehicular más fluido y por ende más seguro en cuanto accidentalidad. Pero de la misma manera que se […]


Hay que reconocer los esfuerzos que ha hecho el señor Alcalde y las autoridades de Tránsito Municipal por mejorar la movilidad en nuestra ciudad, pues el tema de la restricción de las motos ha hecho un tránsito vehicular más fluido y por ende más seguro en cuanto accidentalidad.

Pero de la misma manera que se restringen algunos casos, hay otros que como el de la carrera de las ambulancias por toda la ciudad también debe meterse en cintura; claro está, no hay que desconocer la preferencia de la circulación de estos vehículos de acuerdo con el Código de Tránsito que habla de la cesión de paso a los vehículos de emergencia (Art. 63), pero no puede quedar sujeta su movilidad exclusivamente a merced de sus irresponsables conductores que después de ulular las escandalosas sirenas, prenden marcha a toda velocidad en estos bólidos blancos sin respetar la más mínima regla de tránsito, trasmitiendo a su vez la sensación a conductores y peatones de la ocurrencia de una gran tragedia.

Esto sumado a la cantidad de ambulancias que llegan al tiempo a recoger a los infortunados heridos o enfermos y creo que esta es la principal razón de esas carreras urbanas, la disputa del pobre moribundo para trasladarlo a una clínica de su conveniencia, más cuando se trata de un accidente que ampara el SOAT, poniendo en riesgo la vida de las personas que se ven afectadas en estas situaciones, ya que es común escuchar que las empresas o clínicas dueñas de las ambulancias mediante acuerdos dan prelación a algunos centros asistenciales y pagan a los conductores un coima extra por llevar el paciente hasta allí.

Duele aceptar este tipo de situaciones, pero se trata de una práctica generalizada en todo el país, propia de un sistema de salud mercantilista que ha trasformado los servicios asistenciales en un negocio y al paciente un una mercancía muy apetecida. Pero como en realidad la idea no es hablar del sistema de salud, sino del escaso o nulo control sobre el tránsito de las ambulancias por las diferentes calles y avenidas de Valledupar, se hace necesario iniciar acciones de vigilancia sobre este tipo de servicio, de un lado, para que se respeten las reglas de movilidad, el uso adecuado de las sirenas cuando no se transporta pacientes, la verificación de los profesionales requeridos por la norma para la atención oportuna de los pacientes, tales como: enfermero, paramédico y un médico; verificación de revisiones técnicas y mecánicas etc., y del otro, para que no suceda lo que ha sucedido en otras ciudades, donde las ambulancias lo que hacen es que se mofan de la vida de las personas que han sufrido accidentes y cuyo deber las obliga a su remisión al centro asistencial más cercano y por el contrario lo que hacen es someter a la víctima al paseo de la muerte exprés.

En suma, para evitar urgencias catastróficas que se ven previsibles, es necesario ponerle frenos a las ambulancias que transitan en nuestra ciudad.