Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 25 mayo, 2022

Hasta que la muerte los separe

No existe una receta mágica para matrimonios eternos, pero la experiencia es una forma de anticipar el futuro

Boton Wpp

De acuerdo a datos registrados por el portar statista.com, Colombia ha registrado alrededor de 130.659 divorcios desde el año 2016 hasta mediados del 2021, es decir un promedio de 23.000 divorcios año. Por supuesto estas cifras si bien pueden ser consideradas oficiales, no llegan a registrar las que pasan desapercibidas pues no hay como hacerle un seguimiento a su comportamiento, y tienen que ver particularmente con aquellos matrimonios o parejas que, sin necesidad de llegar a la notaría a registrar el divorcio, deciden separarse.

Y es que no es para menos, todo aquel que da el sí y llega hasta el altar llega convencido de  que las palabras que pronuncia el sacerdote o quien ministre la ceremonia “los declaro marido y mujer” o “hasta que la muerte los separe” efectivamente se deben cumplir a cabalidad, pues culturalmente y por nuestra tradición conservadora, el matrimonio debe ser para toda la vida, lo que no sabemos o por lo menos no nos preparan para enfrentar es que la vida en pareja necesita mucho más que la bendición del sacerdote.

Si cada matrimonio pudiese contar su historia real, lo que viven una vez se cierra la puerta y se apagan las luces, las similitudes entre una y otra podría sorprendernos pues los problemas que atraviesan las parejas son más comunes de lo que creemos y las causas y sus consecuencias son también las mismas, por ende las soluciones deberían ser igual para todos, pero la particularidad de cada uno hace que en la práctica eso no sea posible.

Los estudios llevados a cabo por expertos describen a la vida en pareja en varias etapas, que van desde la fase de coqueteo y conquista hasta la firma del divorcio en la notaría o hasta el punto en que deciden irse a dormir a cuartos separados o vivir en una vida donde frente a los reflectores o los lentes de las cámaras se posa como la pareja soñada pero que en lo íntimo del hogar a duras penas se soportan, y en algunos casos los une un lazo que va más allá de lo que juraron ante el altar y el matrimonio se mantiene por todas las razones habidas, menos por lo que alguna vez llamaron amor.

Lo primero que una pareja debería saber o preguntarse antes de tomar la decisión de casarse es tener claro para qué lo hace, pero sobre todo que las razones vayan más allá de lo hormonal, del compromiso familiar, de la conveniencia y los otros motivos por los cuales la gente se casa, porque cualquiera que sea, todos llegarán al mismo punto en común, la convivencia, puesto que es aquí donde está no solo el principal obstáculo a superar sino el verdadero reto.

La etapa de convivencia de una pareja promedio desde que se casa hasta que decide separarse, es de entre 25 y 30 años que es el periodo que tardan en formar a los hijos y hacerlos independientes, esta por supuesto va desde que los hijos entran al jardín hasta que culminan su proceso de universidad y es justo aquí donde la rutina y la monotonía aparecen puesto que todo gira alrededor de los hijos y cada uno asume roles diferentes, el papá desempeña el papel de proveedor y la mamá de guardiana del hogar, y sin que esté mal llega el momento en el que al final de ese periodo hay dos seres que ya no se conocen.

La clave está entonces en mantener durante todo el tiempo las condiciones que los llevaron a unirse, tener espacios propios, salir de la casa, hablar sincera y constructivamente aquellos temas que terminan erosionando la relación, esos que se callan por miedo, por evitar conflictos y aceptar que la pareja tendrá el efecto del paso del tiempo en su cuerpo de lado y lado, y que no se resuelve con el señor saliendo con la secretaria ni la señora con el instructor del gimnasio para sentirse jóvenes ambos.

No existe una receta mágica para matrimonios eternos, pero la experiencia es una forma de anticipar el futuro, sobre todo saber que el cine y las novelas románticas poco o nada se parecen a la vida real. 

Columnista
25 mayo, 2022

Hasta que la muerte los separe

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eloy Gutiérrez Anaya

No existe una receta mágica para matrimonios eternos, pero la experiencia es una forma de anticipar el futuro


De acuerdo a datos registrados por el portar statista.com, Colombia ha registrado alrededor de 130.659 divorcios desde el año 2016 hasta mediados del 2021, es decir un promedio de 23.000 divorcios año. Por supuesto estas cifras si bien pueden ser consideradas oficiales, no llegan a registrar las que pasan desapercibidas pues no hay como hacerle un seguimiento a su comportamiento, y tienen que ver particularmente con aquellos matrimonios o parejas que, sin necesidad de llegar a la notaría a registrar el divorcio, deciden separarse.

Y es que no es para menos, todo aquel que da el sí y llega hasta el altar llega convencido de  que las palabras que pronuncia el sacerdote o quien ministre la ceremonia “los declaro marido y mujer” o “hasta que la muerte los separe” efectivamente se deben cumplir a cabalidad, pues culturalmente y por nuestra tradición conservadora, el matrimonio debe ser para toda la vida, lo que no sabemos o por lo menos no nos preparan para enfrentar es que la vida en pareja necesita mucho más que la bendición del sacerdote.

Si cada matrimonio pudiese contar su historia real, lo que viven una vez se cierra la puerta y se apagan las luces, las similitudes entre una y otra podría sorprendernos pues los problemas que atraviesan las parejas son más comunes de lo que creemos y las causas y sus consecuencias son también las mismas, por ende las soluciones deberían ser igual para todos, pero la particularidad de cada uno hace que en la práctica eso no sea posible.

Los estudios llevados a cabo por expertos describen a la vida en pareja en varias etapas, que van desde la fase de coqueteo y conquista hasta la firma del divorcio en la notaría o hasta el punto en que deciden irse a dormir a cuartos separados o vivir en una vida donde frente a los reflectores o los lentes de las cámaras se posa como la pareja soñada pero que en lo íntimo del hogar a duras penas se soportan, y en algunos casos los une un lazo que va más allá de lo que juraron ante el altar y el matrimonio se mantiene por todas las razones habidas, menos por lo que alguna vez llamaron amor.

Lo primero que una pareja debería saber o preguntarse antes de tomar la decisión de casarse es tener claro para qué lo hace, pero sobre todo que las razones vayan más allá de lo hormonal, del compromiso familiar, de la conveniencia y los otros motivos por los cuales la gente se casa, porque cualquiera que sea, todos llegarán al mismo punto en común, la convivencia, puesto que es aquí donde está no solo el principal obstáculo a superar sino el verdadero reto.

La etapa de convivencia de una pareja promedio desde que se casa hasta que decide separarse, es de entre 25 y 30 años que es el periodo que tardan en formar a los hijos y hacerlos independientes, esta por supuesto va desde que los hijos entran al jardín hasta que culminan su proceso de universidad y es justo aquí donde la rutina y la monotonía aparecen puesto que todo gira alrededor de los hijos y cada uno asume roles diferentes, el papá desempeña el papel de proveedor y la mamá de guardiana del hogar, y sin que esté mal llega el momento en el que al final de ese periodo hay dos seres que ya no se conocen.

La clave está entonces en mantener durante todo el tiempo las condiciones que los llevaron a unirse, tener espacios propios, salir de la casa, hablar sincera y constructivamente aquellos temas que terminan erosionando la relación, esos que se callan por miedo, por evitar conflictos y aceptar que la pareja tendrá el efecto del paso del tiempo en su cuerpo de lado y lado, y que no se resuelve con el señor saliendo con la secretaria ni la señora con el instructor del gimnasio para sentirse jóvenes ambos.

No existe una receta mágica para matrimonios eternos, pero la experiencia es una forma de anticipar el futuro, sobre todo saber que el cine y las novelas románticas poco o nada se parecen a la vida real.