La democracia que se remonta al griego δημοκρατία dēmokratía se refiere a la forma de organización social que confiere la titularidad del poder a la ciudadanía, es para muchos la mejor forma de gobierno. Evo Morales, el domingo demostró que su permanencia en la presidencia de Bolivia se debía al afecto de su pueblo, pues […]
La democracia que se remonta al griego δημοκρατία dēmokratía se refiere a la forma de organización social que confiere la titularidad del poder a la ciudadanía, es para muchos la mejor forma de gobierno. Evo Morales, el domingo demostró que su permanencia en la presidencia de Bolivia se debía al afecto de su pueblo, pues estando fuera del poder, sin manejo a nivel interno, logró que su partido retomara la presidencia en primera vuelta, sin ápice de duda. Unas minorías le habían arrebatado el poder arbitrariamente y la ciudadanía se lo regresó en manos de su elegido.
La democracia en un centro universitario le confiere a los docentes, administrativos, estudiantes y egresados ese poder decisorio. No obstante, hace algunos años observamos que en la UPC se mueven unos intereses que superan a la mayoría de sus participantes. El lunes una irrisoria minoría (en la nota del pilón no se ven 15 personas, una de ellas es un garante de la personería) comenzó a perturbar (nuevamente) las posibilidades de la elección de sus representantes.
Ya el año pasado observamos que algunos aspirantes a la rectoría recurrieron a todo tipo de recursos legales (y otros no tanto) para perturbar tanto la elección como la designación de rector. Eso generó una interinidad que dio como resultado un rector encargado y falta de representatividad en los diferentes estamentos de decisión. Está claro que la covid-19 no nos va a dar un respiro, que terminaremos el año a media marcha y no se sabe cuándo arrancaremos de verdad pues lo único que puede garantizarlo, la vacuna, aún no tiene fecha de inicio.
Si consideráramos la UPC como un mundo (académico), podríamos decir que tiene su propia pandemia. Allí hay un virus enquistado que impide que los procesos verdaderamente importantes puedan avanzar, y las mayorías lo están permitiendo cual si no fuese con ellos.
En momentos en los cuales se deberían estar generando propuestas académicas, administrativas, de emprendimiento y posicionamiento institucional para superar la inacción resultado de la prolongada cuarentena, ante su incapacidad para ganar por vías democráticas, esos propagadores del virus demuestran que solo les interesa mantener el miedo y la inacción; que en vez de buscar una vacuna esperan la forma de inocular su desorden.
En vez de haber aprovechado este tiempo para construir una propuesta verdaderamente atractiva a los diferentes estamentos, reinventarse como tanto lo venden los creativos, con lo ocurrido el lunes dejaron claro que pretenden continuar con la violencia y la falta de propuestas.
La UPC es patrimonio de todos los vallenatos y cesarenses, no necesitamos estar vinculados a ella para defenderla. Es el momento de que nos convirtamos en voceros, en veedores y les exijamos a ese grupito que cesen los desmanes: ¡no más!
Destruir o impedir que otros construyan en un país de envidiosos fácilmente gana adeptos. Construir, aunque difícil y pertinente, siempre demandará un líder que pueda transcender sus propias falencias y conformar un gran equipo. Es hora de que sus directivos, profesores estudiantes y egresados demuestren casta y posicionen la UPC en mejor sitial. ¡Adelante!
La democracia que se remonta al griego δημοκρατία dēmokratía se refiere a la forma de organización social que confiere la titularidad del poder a la ciudadanía, es para muchos la mejor forma de gobierno. Evo Morales, el domingo demostró que su permanencia en la presidencia de Bolivia se debía al afecto de su pueblo, pues […]
La democracia que se remonta al griego δημοκρατία dēmokratía se refiere a la forma de organización social que confiere la titularidad del poder a la ciudadanía, es para muchos la mejor forma de gobierno. Evo Morales, el domingo demostró que su permanencia en la presidencia de Bolivia se debía al afecto de su pueblo, pues estando fuera del poder, sin manejo a nivel interno, logró que su partido retomara la presidencia en primera vuelta, sin ápice de duda. Unas minorías le habían arrebatado el poder arbitrariamente y la ciudadanía se lo regresó en manos de su elegido.
La democracia en un centro universitario le confiere a los docentes, administrativos, estudiantes y egresados ese poder decisorio. No obstante, hace algunos años observamos que en la UPC se mueven unos intereses que superan a la mayoría de sus participantes. El lunes una irrisoria minoría (en la nota del pilón no se ven 15 personas, una de ellas es un garante de la personería) comenzó a perturbar (nuevamente) las posibilidades de la elección de sus representantes.
Ya el año pasado observamos que algunos aspirantes a la rectoría recurrieron a todo tipo de recursos legales (y otros no tanto) para perturbar tanto la elección como la designación de rector. Eso generó una interinidad que dio como resultado un rector encargado y falta de representatividad en los diferentes estamentos de decisión. Está claro que la covid-19 no nos va a dar un respiro, que terminaremos el año a media marcha y no se sabe cuándo arrancaremos de verdad pues lo único que puede garantizarlo, la vacuna, aún no tiene fecha de inicio.
Si consideráramos la UPC como un mundo (académico), podríamos decir que tiene su propia pandemia. Allí hay un virus enquistado que impide que los procesos verdaderamente importantes puedan avanzar, y las mayorías lo están permitiendo cual si no fuese con ellos.
En momentos en los cuales se deberían estar generando propuestas académicas, administrativas, de emprendimiento y posicionamiento institucional para superar la inacción resultado de la prolongada cuarentena, ante su incapacidad para ganar por vías democráticas, esos propagadores del virus demuestran que solo les interesa mantener el miedo y la inacción; que en vez de buscar una vacuna esperan la forma de inocular su desorden.
En vez de haber aprovechado este tiempo para construir una propuesta verdaderamente atractiva a los diferentes estamentos, reinventarse como tanto lo venden los creativos, con lo ocurrido el lunes dejaron claro que pretenden continuar con la violencia y la falta de propuestas.
La UPC es patrimonio de todos los vallenatos y cesarenses, no necesitamos estar vinculados a ella para defenderla. Es el momento de que nos convirtamos en voceros, en veedores y les exijamos a ese grupito que cesen los desmanes: ¡no más!
Destruir o impedir que otros construyan en un país de envidiosos fácilmente gana adeptos. Construir, aunque difícil y pertinente, siempre demandará un líder que pueda transcender sus propias falencias y conformar un gran equipo. Es hora de que sus directivos, profesores estudiantes y egresados demuestren casta y posicionen la UPC en mejor sitial. ¡Adelante!