Desprendiéndose de parte de sus alimentos, recursos y tiempo, un grupo de voluntarios llega cada martes con un plato de comida a los rincones de Valledupar donde se refugian los habitantes de la calle.
Sin alas ni poderes mágicos, pero con mucho amor y disposición, un grupo de 25 personas (entre profesionales, estudiantes técnicos y universitarios) integran la Fundación Ángeles de la Calle que busca regalar un plato de comida a los habitantes de la calle de Valledupar por la mera satisfacción de hacer una buena obra por los más necesitados.
Su misión la emprenden todos los martes, desde hace un año y un mes, gracias a sus aportes individuales y a aportes de voluntarios que se han sumado a la causa. Desde las 10 de la mañana se reúnen en la carrera 5A N 44-31 del barrio Los Milagros, donde lavan las verduras, las pican y realizan la cena planificada; para ello disponen de una estufa casera, lo cual en la actualidad les es insuficiente, por lo que recurren a dos anafres que colocan en la terraza. Luego empacan cada porción en envases desechables.
Cerca de las 7:00 p.m., inician el recorrido de aproximadamente dos horas; previamente se unen en oración para poner a Dios como centro de la actividad. En motos y carros llegan a las afueras de Caficosta, el Pabellón del Pescado, el Mercado Público, la Clínica Valledupar, frente a la Gobernación, detrás de la iglesia Tres Ave Marías, por el sector bancario, al callejón de La Estrella, el callejón de Pedro Rizo, Cinco Esquinas, en la Bomba La Esmeralda, la 21 del Simón Bolívar, el parque San Martín, y a los alrededores de la Terminal de Transportes.
Cuando llegan empiezan a salir mujeres, hombres y niños que duermen en cartones, plásticos o pedazos de colchonetas. Ellos, los habitantes de la calle, esos que muchos desprecian o ignoran por su condición de vida, solo tienen palabras de agradecimiento y bendición para esos ‘ángeles’ de carne y hueso, lo cual muchas veces solo manifiestan con una amplia sonrisa.
En la última actividad se sumó personal del Hospital Eduardo Arredondo Daza, quienes dispusieron de médicos para inspeccionar el estado de salud de los indigentes que se refugian en cambuches, encontrando en su mayoría problemas de desnutrición, gripa severa e infecciones en la piel.
Liseth Fernández Tovar, psicóloga de profesión y presidenta de la Fundación Ángeles de la Calle, rememoró que la idea fue de su esposo José Daniel Rada, quien percibió las infinitas necesidades de las personas que habitan la calle y quiso contribuir un grano de arena a su solución. “La primera vez salimos con 70 panes y 70 avenas; fue duro porque no podíamos ofrecerles más. A la semana siguiente invitamos a más amigos; difundimos en redes sociales para que más personas se unieran y se lograra la concientización de las instituciones. Mi mamá Luz Marina Tovar es la que me ayuda con la cocina”, acotó.
Posteriormente, tuvieron un proceso de estancamiento porque venían con los mismos voluntarios y no podían dar más raciones. Luego pidieron la ayuda al diseñador Darío Valencia, teniendo en cuenta que es una figura pública y que le gusta hacer parte de obras sociales; antes repartían de 80 a 100 platos de comida, con la llegada del reconocido diseñador en la actualidad entregan de 240 a 280 platos.
Al respecto, Darío Valencia manifestó: “La reacción al principio es de una pequeña barrera, puesto que uno vive en otro mundo y enfrentarse a las necesidades de la calle es fuerte; el ver cómo duermen, sobre todo ver las carencias de los niños son los que más duelen. El llamado que le hago a la comunidad es que hay mucho que hacer por los semejantes. Sé que hay mucha gente de buen corazón; si entre todos unimos fuerzas y recursos le mejoraremos la vida a mucha gente”.
Los interesados en hacer parte de esta iniciativa pueden llamar al 316-6982959, acudir a la Cra 5A N 44-31 barrios Los Milagros, o seguir en Instagram la cuenta @angelesdelacalleVpar.
Desprendiéndose de parte de sus alimentos, recursos y tiempo, un grupo de voluntarios llega cada martes con un plato de comida a los rincones de Valledupar donde se refugian los habitantes de la calle.
Sin alas ni poderes mágicos, pero con mucho amor y disposición, un grupo de 25 personas (entre profesionales, estudiantes técnicos y universitarios) integran la Fundación Ángeles de la Calle que busca regalar un plato de comida a los habitantes de la calle de Valledupar por la mera satisfacción de hacer una buena obra por los más necesitados.
Su misión la emprenden todos los martes, desde hace un año y un mes, gracias a sus aportes individuales y a aportes de voluntarios que se han sumado a la causa. Desde las 10 de la mañana se reúnen en la carrera 5A N 44-31 del barrio Los Milagros, donde lavan las verduras, las pican y realizan la cena planificada; para ello disponen de una estufa casera, lo cual en la actualidad les es insuficiente, por lo que recurren a dos anafres que colocan en la terraza. Luego empacan cada porción en envases desechables.
Cerca de las 7:00 p.m., inician el recorrido de aproximadamente dos horas; previamente se unen en oración para poner a Dios como centro de la actividad. En motos y carros llegan a las afueras de Caficosta, el Pabellón del Pescado, el Mercado Público, la Clínica Valledupar, frente a la Gobernación, detrás de la iglesia Tres Ave Marías, por el sector bancario, al callejón de La Estrella, el callejón de Pedro Rizo, Cinco Esquinas, en la Bomba La Esmeralda, la 21 del Simón Bolívar, el parque San Martín, y a los alrededores de la Terminal de Transportes.
Cuando llegan empiezan a salir mujeres, hombres y niños que duermen en cartones, plásticos o pedazos de colchonetas. Ellos, los habitantes de la calle, esos que muchos desprecian o ignoran por su condición de vida, solo tienen palabras de agradecimiento y bendición para esos ‘ángeles’ de carne y hueso, lo cual muchas veces solo manifiestan con una amplia sonrisa.
En la última actividad se sumó personal del Hospital Eduardo Arredondo Daza, quienes dispusieron de médicos para inspeccionar el estado de salud de los indigentes que se refugian en cambuches, encontrando en su mayoría problemas de desnutrición, gripa severa e infecciones en la piel.
Liseth Fernández Tovar, psicóloga de profesión y presidenta de la Fundación Ángeles de la Calle, rememoró que la idea fue de su esposo José Daniel Rada, quien percibió las infinitas necesidades de las personas que habitan la calle y quiso contribuir un grano de arena a su solución. “La primera vez salimos con 70 panes y 70 avenas; fue duro porque no podíamos ofrecerles más. A la semana siguiente invitamos a más amigos; difundimos en redes sociales para que más personas se unieran y se lograra la concientización de las instituciones. Mi mamá Luz Marina Tovar es la que me ayuda con la cocina”, acotó.
Posteriormente, tuvieron un proceso de estancamiento porque venían con los mismos voluntarios y no podían dar más raciones. Luego pidieron la ayuda al diseñador Darío Valencia, teniendo en cuenta que es una figura pública y que le gusta hacer parte de obras sociales; antes repartían de 80 a 100 platos de comida, con la llegada del reconocido diseñador en la actualidad entregan de 240 a 280 platos.
Al respecto, Darío Valencia manifestó: “La reacción al principio es de una pequeña barrera, puesto que uno vive en otro mundo y enfrentarse a las necesidades de la calle es fuerte; el ver cómo duermen, sobre todo ver las carencias de los niños son los que más duelen. El llamado que le hago a la comunidad es que hay mucho que hacer por los semejantes. Sé que hay mucha gente de buen corazón; si entre todos unimos fuerzas y recursos le mejoraremos la vida a mucha gente”.
Los interesados en hacer parte de esta iniciativa pueden llamar al 316-6982959, acudir a la Cra 5A N 44-31 barrios Los Milagros, o seguir en Instagram la cuenta @angelesdelacalleVpar.