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Columnista - 20 marzo, 2024

Guerra y paisaje II

El otro conflicto que se ha vuelto parte del paisaje para la mayor parte del mundo es el árabe -israelí. Desde el 7 de octubre del año pasado, cuando el Grupo Hamas atacó un concierto al que asistían miles de israelíes, y mataron cerca de trescientas personas, se agravó la situación en la zona de […]

El otro conflicto que se ha vuelto parte del paisaje para la mayor parte del mundo es el árabe -israelí. Desde el 7 de octubre del año pasado, cuando el Grupo Hamas atacó un concierto al que asistían miles de israelíes, y mataron cerca de trescientas personas, se agravó la situación en la zona de Gaza, y se avivó, de esa manera, el milenario conflicto entre el pueblo de Israel y el pueblo de Palestina. Hoy la lucha de Israel es contra la organización Hamas, movimiento radical que busca la creación de un Estado palestino, con territorio propio, obvio, en la zona que llamamos Medio Oriente, y hoy pertenece al Estado de Israel, creado en 1946, por la ONU, bajo el auspicio de Estados Unidos y las potencias de Europa. 

El pleito entre el gobierno de Israel, bajo el liderazgo de Benjamín Netanyau, primer ministro de ese Estado, y el grupo Hamás, rebelde y terrorista, que dice representar una parte del pueblo palestino, deja, a la fecha más de treinta mil muertos y setenta mil heridos. Además de ese dramático número de muertos y heridos, de lado y lado, lo más triste es el drama humanitario que afronta parte del pueblo de Palestina que sobrevive en la llamada Franja de Gaza, que Israel administra desde hace décadas, pero que el pueblo palestino considera como parte de su territorio ancestral. 

Este conflicto es mucho más complejo que el de Ucrania-Rusia, tiene componentes políticos, religiosos y geográficos. Algunos señalan su origen hasta en los tiempos anteriores a la escritura de la biblia judeo-cristiana. Pueblos que por siglos han convivido en esos territorios, como los israelíes y los palestinos, reclaman la existencia de sus respectivos Estados, pero Israel no reconoce el derecho de los palestinos a tener el suyo. La creación del Estado de Israel, en 1946, como lo advirtió el expresidente Alfonso López P., en ese entonces representante de Colombia ante la ONU, en lugar facilitar una solución se convirtió en fuente de nuevos problemas en el milenario conflicto.

Sobre este complejo tema, recomiendo el libro “El Oriente Medio, entre el Muro y el Camello”, del fallecido Antonio Panesso Robledo, quien fuera columnista del diario El Espectador, comentarista de Radio Caracol, al lado del equipo de Yamid Amat; un políglota de origen paisa, muy ilustrado y quien fue embajador de Colombia ante Israel, durante el gobierno de Alfonso López M. Panesso Robledo explica los orígenes  y la evolución de este conflicto milenario y bíblico que, desde hace siglos, ha alterado la geopolítica, la paz y la economía mundial. Pese a que este libro fue publicado en 1984, y se ha derramado sangre de ambos pueblos por todos estos años, sigue siendo un buen documento para estudiar y analizar el conflicto árabe-israelí, y en general toda la temática del Medio Oriente.  

En estos momentos, el mundo espera una nueva tregua entre el gobierno de Israel y el Grupo Hamas, tregua que permita llevar una ayuda humanitaria a la población palestina que habita en Gaza. Pero, la acción de Estados Unidos y de varios países de Europa, no ha sido articulada y – por lo visto- ha sido poco efectiva para buscar una solución a este viejo conflicto, otro conflicto bélico que se ha vuelto parte del paisaje, en este mundo globalizado, pero más deshumanizado que nos tocó vivir. Ojalá se logre pronto la tregua y – a mediano plazo- una solución razonable para israelíes y palestinos, cuyos pueblos se merecen una convivencia pacífica que mucho beneficiaría la tranquilidad de la geopolítica y la economía mundial. Amén.  

Bogotá, marzo de 2024. 

Por: Carlos A. Maestre M. 

Docente. U. Externado de Colombia 

Columnista
20 marzo, 2024

Guerra y paisaje II

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Alberto Maestre

El otro conflicto que se ha vuelto parte del paisaje para la mayor parte del mundo es el árabe -israelí. Desde el 7 de octubre del año pasado, cuando el Grupo Hamas atacó un concierto al que asistían miles de israelíes, y mataron cerca de trescientas personas, se agravó la situación en la zona de […]


El otro conflicto que se ha vuelto parte del paisaje para la mayor parte del mundo es el árabe -israelí. Desde el 7 de octubre del año pasado, cuando el Grupo Hamas atacó un concierto al que asistían miles de israelíes, y mataron cerca de trescientas personas, se agravó la situación en la zona de Gaza, y se avivó, de esa manera, el milenario conflicto entre el pueblo de Israel y el pueblo de Palestina. Hoy la lucha de Israel es contra la organización Hamas, movimiento radical que busca la creación de un Estado palestino, con territorio propio, obvio, en la zona que llamamos Medio Oriente, y hoy pertenece al Estado de Israel, creado en 1946, por la ONU, bajo el auspicio de Estados Unidos y las potencias de Europa. 

El pleito entre el gobierno de Israel, bajo el liderazgo de Benjamín Netanyau, primer ministro de ese Estado, y el grupo Hamás, rebelde y terrorista, que dice representar una parte del pueblo palestino, deja, a la fecha más de treinta mil muertos y setenta mil heridos. Además de ese dramático número de muertos y heridos, de lado y lado, lo más triste es el drama humanitario que afronta parte del pueblo de Palestina que sobrevive en la llamada Franja de Gaza, que Israel administra desde hace décadas, pero que el pueblo palestino considera como parte de su territorio ancestral. 

Este conflicto es mucho más complejo que el de Ucrania-Rusia, tiene componentes políticos, religiosos y geográficos. Algunos señalan su origen hasta en los tiempos anteriores a la escritura de la biblia judeo-cristiana. Pueblos que por siglos han convivido en esos territorios, como los israelíes y los palestinos, reclaman la existencia de sus respectivos Estados, pero Israel no reconoce el derecho de los palestinos a tener el suyo. La creación del Estado de Israel, en 1946, como lo advirtió el expresidente Alfonso López P., en ese entonces representante de Colombia ante la ONU, en lugar facilitar una solución se convirtió en fuente de nuevos problemas en el milenario conflicto.

Sobre este complejo tema, recomiendo el libro “El Oriente Medio, entre el Muro y el Camello”, del fallecido Antonio Panesso Robledo, quien fuera columnista del diario El Espectador, comentarista de Radio Caracol, al lado del equipo de Yamid Amat; un políglota de origen paisa, muy ilustrado y quien fue embajador de Colombia ante Israel, durante el gobierno de Alfonso López M. Panesso Robledo explica los orígenes  y la evolución de este conflicto milenario y bíblico que, desde hace siglos, ha alterado la geopolítica, la paz y la economía mundial. Pese a que este libro fue publicado en 1984, y se ha derramado sangre de ambos pueblos por todos estos años, sigue siendo un buen documento para estudiar y analizar el conflicto árabe-israelí, y en general toda la temática del Medio Oriente.  

En estos momentos, el mundo espera una nueva tregua entre el gobierno de Israel y el Grupo Hamas, tregua que permita llevar una ayuda humanitaria a la población palestina que habita en Gaza. Pero, la acción de Estados Unidos y de varios países de Europa, no ha sido articulada y – por lo visto- ha sido poco efectiva para buscar una solución a este viejo conflicto, otro conflicto bélico que se ha vuelto parte del paisaje, en este mundo globalizado, pero más deshumanizado que nos tocó vivir. Ojalá se logre pronto la tregua y – a mediano plazo- una solución razonable para israelíes y palestinos, cuyos pueblos se merecen una convivencia pacífica que mucho beneficiaría la tranquilidad de la geopolítica y la economía mundial. Amén.  

Bogotá, marzo de 2024. 

Por: Carlos A. Maestre M. 

Docente. U. Externado de Colombia