-->
Son historias de vida de tres caribeños, que nos deben hacer reflexionar sobre la necesidad de encontrar un punto final a la guerra que padecemos.
Hablar del conflicto armado en Colombia, no es más que hablar de una guerra fratricida, de una guerra entre hermanos, donde nos estamos matando entre nosotros mismos, sacrificando vidas valiosas que bien pudieron correr una suerte distinta. Pero no basta con hacer la afirmación, sino que se hace necesario corroborarlo, y para ello, tomaremos el ejemplo del cartagenero Carlos Pizarro Leongómez, pues su padre fue el vicealmirante Juan Antonio Pizarro García, fue un muy respetable miembro de nuestra Armada Nacional, y excomandante de las FF. AA. Pizarro Leongómez, se enroló como comandante del M-19, fue asesinado el 26 de abril de 1990, cuando aspiraba a la Presidencia de la República. Podríamos mencionar también, a Rodrigo Tovar, alias “Jorge 40” y Ricardo Palmera, alias “Simón Trinidad”. Ambos miembros de distinguidas familias vallenatas. El primero, levantado en el hogar de un militar de alto rango, ya retirado. Ocupó el cargo de secretario de Hacienda Municipal, antes de enrolarse como comandante de las AUC. Hoy se encuentra recluido en prisión. En cuanto al segundo, estudió Economía, y fue gerente del Banco del Comercio de su ciudad natal, antes de enrolarse como comandante de las Farc-Ep. Hoy se encuentra recluido en una prisión en los EE. UU.
Son historias de vida de tres caribeños, que nos deben hacer reflexionar sobre la necesidad de encontrar un punto final a la guerra que padecemos desde hace más de medio siglo, guerra que no ha hecho más que enlutar los hogares colombianos y bañar con sangre inocente el suelo patrio.
Colombia es hoy por hoy, un país con un crecimiento económico del 2 % mejor que el de China y EE. UU, tiene una inflación del 5.2 % con tendencia a la baja, el desempleo para el 2024 fue de 9.1 % y es la sexta economía a nivel mundial según la OCDE. Estos indicadores mejorarían significativamente si acabáramos de una buena vez con la guerra fratricida, que se ha convertido en el ancla que no nos deja ser un mejor país.
No podemos seguir rindiendo culto a la guerra, no podemos seguir fomentando la cultura de la muerte, es hora de apostarle a la vida, es hora de invertir más en educación y en salud, que en armamento militar.
La frase de cierre: “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Génesis 4,9. La Biblia de Jerusalen.
Por: Darío Arregocés Baute./ darioarregoces2308@hotmail.com
Son historias de vida de tres caribeños, que nos deben hacer reflexionar sobre la necesidad de encontrar un punto final a la guerra que padecemos.
Hablar del conflicto armado en Colombia, no es más que hablar de una guerra fratricida, de una guerra entre hermanos, donde nos estamos matando entre nosotros mismos, sacrificando vidas valiosas que bien pudieron correr una suerte distinta. Pero no basta con hacer la afirmación, sino que se hace necesario corroborarlo, y para ello, tomaremos el ejemplo del cartagenero Carlos Pizarro Leongómez, pues su padre fue el vicealmirante Juan Antonio Pizarro García, fue un muy respetable miembro de nuestra Armada Nacional, y excomandante de las FF. AA. Pizarro Leongómez, se enroló como comandante del M-19, fue asesinado el 26 de abril de 1990, cuando aspiraba a la Presidencia de la República. Podríamos mencionar también, a Rodrigo Tovar, alias “Jorge 40” y Ricardo Palmera, alias “Simón Trinidad”. Ambos miembros de distinguidas familias vallenatas. El primero, levantado en el hogar de un militar de alto rango, ya retirado. Ocupó el cargo de secretario de Hacienda Municipal, antes de enrolarse como comandante de las AUC. Hoy se encuentra recluido en prisión. En cuanto al segundo, estudió Economía, y fue gerente del Banco del Comercio de su ciudad natal, antes de enrolarse como comandante de las Farc-Ep. Hoy se encuentra recluido en una prisión en los EE. UU.
Son historias de vida de tres caribeños, que nos deben hacer reflexionar sobre la necesidad de encontrar un punto final a la guerra que padecemos desde hace más de medio siglo, guerra que no ha hecho más que enlutar los hogares colombianos y bañar con sangre inocente el suelo patrio.
Colombia es hoy por hoy, un país con un crecimiento económico del 2 % mejor que el de China y EE. UU, tiene una inflación del 5.2 % con tendencia a la baja, el desempleo para el 2024 fue de 9.1 % y es la sexta economía a nivel mundial según la OCDE. Estos indicadores mejorarían significativamente si acabáramos de una buena vez con la guerra fratricida, que se ha convertido en el ancla que no nos deja ser un mejor país.
No podemos seguir rindiendo culto a la guerra, no podemos seguir fomentando la cultura de la muerte, es hora de apostarle a la vida, es hora de invertir más en educación y en salud, que en armamento militar.
La frase de cierre: “¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? Génesis 4,9. La Biblia de Jerusalen.
Por: Darío Arregocés Baute./ darioarregoces2308@hotmail.com