Nuestra ciudad tiene un eje urbano de sentido este-oeste que ha existido desde siempre pero que con el paso de los años se ha desvanecido un poco y ese eje lo forma la calle 16 que, según mis recuerdos de infancia, era muy importante en los años 50. Por el occidente era la carretera de acceso a la ciudad, que en su recorrido urbano se conoció como la Calle Grande para enseguida convertirse, en su extremo oriental, en la vía que originalmente nos comunicó con Guacoche.
Por: Jaime Palmera Pineda
Nuestra ciudad tiene un eje urbano de sentido este-oeste que ha existido desde siempre pero que con el paso de los años se ha desvanecido un poco y ese eje lo forma la calle 16 que, según mis recuerdos de infancia, era muy importante en los años 50. Por el occidente era la carretera de acceso a la ciudad, que en su recorrido urbano se conoció como la Calle Grande para enseguida convertirse, en su extremo oriental, en la vía que originalmente nos comunicó con Guacoche.
Como hitos de aquella época, sobre la 16 recordamos la Zona de Carreteras, el demolido Hotel de Turismo, el Colegio Nacional Loperena, el hoy desaparecido Café La Bolsa, la Plaza Alfonso López y el reubicado Colegio de Las Monjas. Hoy podemos ampliar la lista con la Gobernación Departamental, el edificio de la Caja Agraria, el Hotel Sicarare y el Banco de la República.
Este eje de la Calle Grande lo único que ha perdido es su conexión con nuestro corregimiento mas próximo y lo que fue una vía directa a él se cambió, gracias al “progreso”, por la desviación actual que obliga a sus usuarios a trasladarse inicialmente por la vía que conduce a Patillal para girar, de regreso hacia el sur, mas adelante del puente de Hurtado. Lo que antiguamente era un trayecto de un poco menos de 10 kilómetros, hoy es uno de mas del doble. Hace poco viajé por allí y puedo decir que está en buen estado pero este recorrido, por ser significativamente mas largo, implica duplicar el costo del viaje.
Ahora, si la vía antigua se recupera, mejorando su trazado y construyendo un nuevo puente sobre el Guatapurí como prolongación de la 16, se lograrían varias cosas: transformar a Guacoche en ciudad dormitorio, de suma importancia hoy en día aunque implique la necesidad de dotarla con los servicios públicos de los que hoy adolece; beneficiar un vasto sector de vocación agrícola y ganadero que continuamente tiene problemas de comunicación terrestre con los centros de acopio y, no menos importante, vincular la margen izquierda a un futuro desarrollo turístico del que el Sr. Alcalde ya ha hablado positivamente según notas periodísticas de enero pasado. Si Valledupar quiere convertirse en atracción turística nacional e internacional, el desarrollo de esa amplia zona a orillas de nuestro río es una prioridad.
Demos entonces el primer paso incorporando y reglamentando en el nuevo POT esa extensa área con estos propósitos, sin olvidar que un poco mas allá está Guacoche que nos puede ayudar a encontrar una solución a la necesidad urgente de terrenos urbanizables de los que hoy carecemos.
Nuestra ciudad tiene un eje urbano de sentido este-oeste que ha existido desde siempre pero que con el paso de los años se ha desvanecido un poco y ese eje lo forma la calle 16 que, según mis recuerdos de infancia, era muy importante en los años 50. Por el occidente era la carretera de acceso a la ciudad, que en su recorrido urbano se conoció como la Calle Grande para enseguida convertirse, en su extremo oriental, en la vía que originalmente nos comunicó con Guacoche.
Por: Jaime Palmera Pineda
Nuestra ciudad tiene un eje urbano de sentido este-oeste que ha existido desde siempre pero que con el paso de los años se ha desvanecido un poco y ese eje lo forma la calle 16 que, según mis recuerdos de infancia, era muy importante en los años 50. Por el occidente era la carretera de acceso a la ciudad, que en su recorrido urbano se conoció como la Calle Grande para enseguida convertirse, en su extremo oriental, en la vía que originalmente nos comunicó con Guacoche.
Como hitos de aquella época, sobre la 16 recordamos la Zona de Carreteras, el demolido Hotel de Turismo, el Colegio Nacional Loperena, el hoy desaparecido Café La Bolsa, la Plaza Alfonso López y el reubicado Colegio de Las Monjas. Hoy podemos ampliar la lista con la Gobernación Departamental, el edificio de la Caja Agraria, el Hotel Sicarare y el Banco de la República.
Este eje de la Calle Grande lo único que ha perdido es su conexión con nuestro corregimiento mas próximo y lo que fue una vía directa a él se cambió, gracias al “progreso”, por la desviación actual que obliga a sus usuarios a trasladarse inicialmente por la vía que conduce a Patillal para girar, de regreso hacia el sur, mas adelante del puente de Hurtado. Lo que antiguamente era un trayecto de un poco menos de 10 kilómetros, hoy es uno de mas del doble. Hace poco viajé por allí y puedo decir que está en buen estado pero este recorrido, por ser significativamente mas largo, implica duplicar el costo del viaje.
Ahora, si la vía antigua se recupera, mejorando su trazado y construyendo un nuevo puente sobre el Guatapurí como prolongación de la 16, se lograrían varias cosas: transformar a Guacoche en ciudad dormitorio, de suma importancia hoy en día aunque implique la necesidad de dotarla con los servicios públicos de los que hoy adolece; beneficiar un vasto sector de vocación agrícola y ganadero que continuamente tiene problemas de comunicación terrestre con los centros de acopio y, no menos importante, vincular la margen izquierda a un futuro desarrollo turístico del que el Sr. Alcalde ya ha hablado positivamente según notas periodísticas de enero pasado. Si Valledupar quiere convertirse en atracción turística nacional e internacional, el desarrollo de esa amplia zona a orillas de nuestro río es una prioridad.
Demos entonces el primer paso incorporando y reglamentando en el nuevo POT esa extensa área con estos propósitos, sin olvidar que un poco mas allá está Guacoche que nos puede ayudar a encontrar una solución a la necesidad urgente de terrenos urbanizables de los que hoy carecemos.