Muy preocupante el ambiente de violencia que amenaza, tanto a los residentes como a los visitantes de la ciudad de Valledupar, real reflejo de la situación de Colombia, país donde las acciones criminales son frecuentes, con el agravante, que las víctimas son estigmatizadas por el manto de duda que dejan las murmuraciones infundas sobre posibles […]
Muy preocupante el ambiente de violencia que amenaza, tanto a los residentes como a los visitantes de la ciudad de Valledupar, real reflejo de la situación de Colombia, país donde las acciones criminales son frecuentes, con el agravante, que las víctimas son estigmatizadas por el manto de duda que dejan las murmuraciones infundas sobre posibles malas andanzas de los agredidos.
Las causas de la criminalidad que azota a los colombianos y a sus visitantes todo mundo las conoce. Entre las causas principales sobresalen el desempleo y el rebusque, que no solo son situaciones generadoras de delincuencia para sobrevivir, sino propicias para el sicariato que conforman o contratan delincuentes adinerados, que socialmente se comportan como buenas personas y a veces ocupan esferas importantes de autoridad gubernamental.
El mal comportamiento de los colombianos tiene a Colombia en el top de muchas anormalidades, entre las cuales tenemos la desigualdad en la repartición de la riqueza, la corrupción, mayor número de homicidios por cantidad de habitantes y otros vergonzosos que conllevan a calificarnos como país paria, lo cual proviene de que en nuestro país hay mucha gente proclive a sacar provecho de cualquier eventualidad, muy a menudo ignorando el ordenamiento jurídico establecido. Asimismo tampoco respeta los deberes, derechos, principios y valores morales humanos.
En consecuencia, tal comportamiento ha generado descomunal descomposición social, que todos los días son noticias en los distintos medios informativos, sobre todo las declaraciones de los representantes de las autoridades civiles, policiales, militares, también de los dirigentes gremiales y jerarcas eclesiásticos, referentes a los ingentes esfuerzos realizados en procura de controlar la creciente irregularidad en todo el país, pero los controles y vigilancias son insuficientes ante la codicia y complicidad de quienes dirigen las tres ramas del poder estatal. Esta es la realidad de Colombia, país en el que su vecindario se ufana de quererlo mucho, pero no cesa de malversar y despilfarrar el patrimonio público destinado para el bienestar de todos, especialmente para beneficio de los más pobres y vulnerables.
Se ha repudiado intensamente el atentado contra el abogado Álvaro Morón Cuello, del cual salió con vida porque sería injusto que hubiese muerto en tal violento percance, en el cual lo protegió Dios. Sobre el doctor Álvaro Morón Cuello, sin duda alguna puedo decir que es una persona dedicada al ejercicio de su profesión con el propósito de brindar bienestar a su familia. No había sido objeto de amenazas, esto lo demuestra su diario deambular sin ninguna prevención.
Nuestra amistad se fortaleció cuando comenzamos a caminar en las mañanas por el parque lineal del balneario Hurtado del río Guatapurí, en compañía de Elsa Ramos, William Aroca, Lorenzo Paba, a veces Estela Bermúdez y Piedad Vega de Pavajeau. A todos nos ha dolido profundamente que tan querido amigo haya sufrido tal peripecia que le cambiará su modo de vida, pero para el grupo de caminantes mañaneros lo más importante es que haya sobrevivido. Que Dios lo siga protegiendo. Amén.
Muy preocupante el ambiente de violencia que amenaza, tanto a los residentes como a los visitantes de la ciudad de Valledupar, real reflejo de la situación de Colombia, país donde las acciones criminales son frecuentes, con el agravante, que las víctimas son estigmatizadas por el manto de duda que dejan las murmuraciones infundas sobre posibles […]
Muy preocupante el ambiente de violencia que amenaza, tanto a los residentes como a los visitantes de la ciudad de Valledupar, real reflejo de la situación de Colombia, país donde las acciones criminales son frecuentes, con el agravante, que las víctimas son estigmatizadas por el manto de duda que dejan las murmuraciones infundas sobre posibles malas andanzas de los agredidos.
Las causas de la criminalidad que azota a los colombianos y a sus visitantes todo mundo las conoce. Entre las causas principales sobresalen el desempleo y el rebusque, que no solo son situaciones generadoras de delincuencia para sobrevivir, sino propicias para el sicariato que conforman o contratan delincuentes adinerados, que socialmente se comportan como buenas personas y a veces ocupan esferas importantes de autoridad gubernamental.
El mal comportamiento de los colombianos tiene a Colombia en el top de muchas anormalidades, entre las cuales tenemos la desigualdad en la repartición de la riqueza, la corrupción, mayor número de homicidios por cantidad de habitantes y otros vergonzosos que conllevan a calificarnos como país paria, lo cual proviene de que en nuestro país hay mucha gente proclive a sacar provecho de cualquier eventualidad, muy a menudo ignorando el ordenamiento jurídico establecido. Asimismo tampoco respeta los deberes, derechos, principios y valores morales humanos.
En consecuencia, tal comportamiento ha generado descomunal descomposición social, que todos los días son noticias en los distintos medios informativos, sobre todo las declaraciones de los representantes de las autoridades civiles, policiales, militares, también de los dirigentes gremiales y jerarcas eclesiásticos, referentes a los ingentes esfuerzos realizados en procura de controlar la creciente irregularidad en todo el país, pero los controles y vigilancias son insuficientes ante la codicia y complicidad de quienes dirigen las tres ramas del poder estatal. Esta es la realidad de Colombia, país en el que su vecindario se ufana de quererlo mucho, pero no cesa de malversar y despilfarrar el patrimonio público destinado para el bienestar de todos, especialmente para beneficio de los más pobres y vulnerables.
Se ha repudiado intensamente el atentado contra el abogado Álvaro Morón Cuello, del cual salió con vida porque sería injusto que hubiese muerto en tal violento percance, en el cual lo protegió Dios. Sobre el doctor Álvaro Morón Cuello, sin duda alguna puedo decir que es una persona dedicada al ejercicio de su profesión con el propósito de brindar bienestar a su familia. No había sido objeto de amenazas, esto lo demuestra su diario deambular sin ninguna prevención.
Nuestra amistad se fortaleció cuando comenzamos a caminar en las mañanas por el parque lineal del balneario Hurtado del río Guatapurí, en compañía de Elsa Ramos, William Aroca, Lorenzo Paba, a veces Estela Bermúdez y Piedad Vega de Pavajeau. A todos nos ha dolido profundamente que tan querido amigo haya sufrido tal peripecia que le cambiará su modo de vida, pero para el grupo de caminantes mañaneros lo más importante es que haya sobrevivido. Que Dios lo siga protegiendo. Amén.