Las posibilidades de recibir un buen regalo del niño Dios esta noche son directamente proporcionales al buen comportamiento que se haya tenido durante todo el año. Entonces uno trata de manejarse bien a ver si lo logra, si con la luz del amanecer aparecen por ahí al lado de la cama, o debajo del árbol, […]
Las posibilidades de recibir un buen regalo del niño Dios esta noche son directamente proporcionales al buen comportamiento que se haya tenido durante todo el año. Entonces uno trata de manejarse bien a ver si lo logra, si con la luz del amanecer aparecen por ahí al lado de la cama, o debajo del árbol, algunos paquetes que contengan los sueños.
Hay un niño que se llama Gobierno y bueno, no es tan niño, digamos más bien que es un adolescente porque está en esa edad en que no solo pide, sino que también intenta dar. Así que durante el año hizo apuestas vigorosas en torno a nobles causas, pero creo que no le salieron bien.
Por ejemplo, para hablar de su causa mayor, siguió intentando todo el año conciliar el Sí y el No de los resultados del plebiscito por la paz que en el 2016 pidió como aguinaldo y no le fue concedido.
Los adolescentes viven en torno a sus deseos y por nobles que sean no suelen darse cuenta de que no basta simplemente con desearlos, pero bueno, son narcisos. Entonces no se dan cuenta de los deseos ajenos y creen que basta con que ellos se pronuncien para que, del cielo, llegue el regalo esperado. Suelen también ser grandilocuentes y, para convencer al niño Dios de que los complazca, aluden a toda suerte de peripecias y exageran las condiciones de sus actos.
En el 2016, ese adolescente del que hablo no definió bien el sujeto del plebiscito, fue grandilocuente, y dijo que se trataba de la Paz, la escribo en mayúscula porque si lo hago en minúscula puedo parecer políticamente incorrecta, cuando se trataba de los Acuerdos de La Habana con las Farc, también merecen mayúscula porque son un hecho histórico irrefutable. Y así, por esa vía hiperbólica volvió abstracto lo que era tan concreto y perdió su buen regalo. Pues bien, el adolescente ha pasado todo el año intentado hacer un montón de cosas, porque nada que se concreta una, para volver real a su sujeto.
El sujeto no ha sido fácil, tiene vida propia, a veces los regalos son animados. Este 2017 ha sido pletórico de anuncios por parte del adolescente para cumplir su propósito sin que haya manera de arreglarlo porque todo se le desdibuja. Solo miremos dos: a la salida de las Farc de las zonas de concentración de la misma, para los propósitos de su desmovilización, se le sumó la multiplicación de los grupos armados organizados, con ellos el narcotráfico y la brutal delincuencia. La JEP fue aprobada en el Senado, así como un regalo de esos que uno tenía guardado por inservible y lo empaca en un papel arrugado y se lo da al muchacho para salir del paso.
En fin, el adolescente terminó el año y parece que no tendrá mañana su aguinaldo. Ya no lo tuvo.
Las posibilidades de recibir un buen regalo del niño Dios esta noche son directamente proporcionales al buen comportamiento que se haya tenido durante todo el año. Entonces uno trata de manejarse bien a ver si lo logra, si con la luz del amanecer aparecen por ahí al lado de la cama, o debajo del árbol, […]
Las posibilidades de recibir un buen regalo del niño Dios esta noche son directamente proporcionales al buen comportamiento que se haya tenido durante todo el año. Entonces uno trata de manejarse bien a ver si lo logra, si con la luz del amanecer aparecen por ahí al lado de la cama, o debajo del árbol, algunos paquetes que contengan los sueños.
Hay un niño que se llama Gobierno y bueno, no es tan niño, digamos más bien que es un adolescente porque está en esa edad en que no solo pide, sino que también intenta dar. Así que durante el año hizo apuestas vigorosas en torno a nobles causas, pero creo que no le salieron bien.
Por ejemplo, para hablar de su causa mayor, siguió intentando todo el año conciliar el Sí y el No de los resultados del plebiscito por la paz que en el 2016 pidió como aguinaldo y no le fue concedido.
Los adolescentes viven en torno a sus deseos y por nobles que sean no suelen darse cuenta de que no basta simplemente con desearlos, pero bueno, son narcisos. Entonces no se dan cuenta de los deseos ajenos y creen que basta con que ellos se pronuncien para que, del cielo, llegue el regalo esperado. Suelen también ser grandilocuentes y, para convencer al niño Dios de que los complazca, aluden a toda suerte de peripecias y exageran las condiciones de sus actos.
En el 2016, ese adolescente del que hablo no definió bien el sujeto del plebiscito, fue grandilocuente, y dijo que se trataba de la Paz, la escribo en mayúscula porque si lo hago en minúscula puedo parecer políticamente incorrecta, cuando se trataba de los Acuerdos de La Habana con las Farc, también merecen mayúscula porque son un hecho histórico irrefutable. Y así, por esa vía hiperbólica volvió abstracto lo que era tan concreto y perdió su buen regalo. Pues bien, el adolescente ha pasado todo el año intentado hacer un montón de cosas, porque nada que se concreta una, para volver real a su sujeto.
El sujeto no ha sido fácil, tiene vida propia, a veces los regalos son animados. Este 2017 ha sido pletórico de anuncios por parte del adolescente para cumplir su propósito sin que haya manera de arreglarlo porque todo se le desdibuja. Solo miremos dos: a la salida de las Farc de las zonas de concentración de la misma, para los propósitos de su desmovilización, se le sumó la multiplicación de los grupos armados organizados, con ellos el narcotráfico y la brutal delincuencia. La JEP fue aprobada en el Senado, así como un regalo de esos que uno tenía guardado por inservible y lo empaca en un papel arrugado y se lo da al muchacho para salir del paso.
En fin, el adolescente terminó el año y parece que no tendrá mañana su aguinaldo. Ya no lo tuvo.