Desde Popayán el escritor y docente Donaldo Mendoza me envía estas glosas sobre mi libro ‘Poética de la Cultura vallenata’, que comparto con mis lectores. Luego de una larga paciencia, el escritor José Atuesta Mindiola decidió reunir lo mejor de sus artículos y reportajes publicados en periódicos y revistas, y otro género, las décimas, donde […]
Desde Popayán el escritor y docente Donaldo Mendoza me envía estas glosas sobre mi libro ‘Poética de la Cultura vallenata’, que comparto con mis lectores.
Luego de una larga paciencia, el escritor José Atuesta Mindiola decidió reunir lo mejor de sus artículos y reportajes publicados en periódicos y revistas, y otro género, las décimas, donde mejor se ha expresado la sensibilidad de este poeta del Valle de Upar.
El resultado es una antología, con un propósito: convertir en diáfano manantial poético un anchuroso océano de cantos, tradiciones, mitos y leyendas de la cultura vallenata. Y así se lo dice al lector: la poesía es la primera lengua materna del género humano. Aquí, en este libro, cada artículo o reportaje sugiere una particular reflexión sobre la cultura en sus distintas variables. Allí están el compositor Rafael Escalona, Manuel Zapata Olivella, y Gabriel García Márquez, quien anduvo por esos lugares en un febril trabajo de campo, que años después le serviría de materia prima para su novela ‘Cien años de soledad’. Está también Luis Mizar Maestre –fallecido no hace mucho tiempo–, la nota más alta de la lírica cesarense, como que fue el inventor de unos nuevos salmos.
Y están las décimas, en perfectos octosílabos de rima consonante. En este género el poeta Atuesta ha recibido los mayores reconocimientos, dentro y fuera del país. En la décima procura ir más allá de la improvisación o el repentismo, para poner en aliento poético las vivencias e imaginarios de una ciudad, Valledupar, que, dicen, canta en cada esquina. Como lo expresa en la décima que titula “Acordeón”: A Colombia el acordeón/ vino cruzando los mares, / en manos de los juglares / camina por la región. / Y conquista el corazón / de cantos de vaquería, / se une con la poesía / en las noches de tambora /y se despierta la aurora/ bañada de melodía.
En alguna ocasión sugerí –a fin de que Valledupar haga un merecido homenaje a este infatigable gestor de cultura– que algún funcionario público con poder de decisión, o un empresario con visión, apadrinaran la idea de grabar en mármol algunos de estos decálogos líricos que cantan a la cultura y a la identidad del pueblo vallenato. Mientras eso ocurre, nos queda esta memoria escrita del laborioso aedo José Atuesta Mindiola. Su palabra es ya testigo y antorcha encendida del pensamiento… y el sentimiento vallenato.
Por José Atuesta Mindiola
Desde Popayán el escritor y docente Donaldo Mendoza me envía estas glosas sobre mi libro ‘Poética de la Cultura vallenata’, que comparto con mis lectores. Luego de una larga paciencia, el escritor José Atuesta Mindiola decidió reunir lo mejor de sus artículos y reportajes publicados en periódicos y revistas, y otro género, las décimas, donde […]
Desde Popayán el escritor y docente Donaldo Mendoza me envía estas glosas sobre mi libro ‘Poética de la Cultura vallenata’, que comparto con mis lectores.
Luego de una larga paciencia, el escritor José Atuesta Mindiola decidió reunir lo mejor de sus artículos y reportajes publicados en periódicos y revistas, y otro género, las décimas, donde mejor se ha expresado la sensibilidad de este poeta del Valle de Upar.
El resultado es una antología, con un propósito: convertir en diáfano manantial poético un anchuroso océano de cantos, tradiciones, mitos y leyendas de la cultura vallenata. Y así se lo dice al lector: la poesía es la primera lengua materna del género humano. Aquí, en este libro, cada artículo o reportaje sugiere una particular reflexión sobre la cultura en sus distintas variables. Allí están el compositor Rafael Escalona, Manuel Zapata Olivella, y Gabriel García Márquez, quien anduvo por esos lugares en un febril trabajo de campo, que años después le serviría de materia prima para su novela ‘Cien años de soledad’. Está también Luis Mizar Maestre –fallecido no hace mucho tiempo–, la nota más alta de la lírica cesarense, como que fue el inventor de unos nuevos salmos.
Y están las décimas, en perfectos octosílabos de rima consonante. En este género el poeta Atuesta ha recibido los mayores reconocimientos, dentro y fuera del país. En la décima procura ir más allá de la improvisación o el repentismo, para poner en aliento poético las vivencias e imaginarios de una ciudad, Valledupar, que, dicen, canta en cada esquina. Como lo expresa en la décima que titula “Acordeón”: A Colombia el acordeón/ vino cruzando los mares, / en manos de los juglares / camina por la región. / Y conquista el corazón / de cantos de vaquería, / se une con la poesía / en las noches de tambora /y se despierta la aurora/ bañada de melodía.
En alguna ocasión sugerí –a fin de que Valledupar haga un merecido homenaje a este infatigable gestor de cultura– que algún funcionario público con poder de decisión, o un empresario con visión, apadrinaran la idea de grabar en mármol algunos de estos decálogos líricos que cantan a la cultura y a la identidad del pueblo vallenato. Mientras eso ocurre, nos queda esta memoria escrita del laborioso aedo José Atuesta Mindiola. Su palabra es ya testigo y antorcha encendida del pensamiento… y el sentimiento vallenato.
Por José Atuesta Mindiola