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“Que la obra no se quede guardada”: ARTVA recordó a Kajuma desde la voz de su hija

Valledupar rindió tributo al maestro Carlos Julio Márquez, conocido como Kajuma, con una sala dedicada a su legado en la Feria de Arte de Valledupar.

“Que la obra no se quede guardada”: ARTVA recordó a Kajuma desde la voz de su hija

“Que la obra no se quede guardada”: ARTVA recordó a Kajuma desde la voz de su hija

Por: Katlin

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La exposición en homenaje a Kajuma abrió sus puertas en el salón del Hotel Sicarare, como parte del circuito “Mundos Próximos” de ARTVA 2025, donde se presentaron obras que capturaron la esencia vital y colorida del folclore cesarense.  La Feria de Arte de Valledupar es organizada por EL PILÓN, el Colectivo Cultural del Cesar y el Museo de Artes de Valledupar (MAV).  La feria reúne en distintos escenarios a artistas emergentes y de trayectoria, coleccionistas y públicos diversos dispuestos a recorrer nuevas miradas sobre el territorio y la creación plástica.​

Carlos Julio Márquez Velásquez, nacido en Santander y radicado en Valledupar, se convirtió en referente del arte local tras estudiar en Europa y dedicarse plenamente a la pintura pese a las dificultades económicas. Su estilo emocional y vibrante dignificó la plástica vallenata, posicionándola en el mapa nacional.​

Liss Márquez, Lida Mendoza y Cesar González en la sala en homenaje a Kajuma en el Hotel Sicarare. Foto: EL PILÓN.

Liss Márquez, Lida Mendoza y Cesar González en la sala en homenaje a Kajuma en el Hotel Sicarare. Foto: EL PILÓN.

La sala homenaje a Kajuma en el Hotel Sicarare se vivió como un reencuentro íntimo con el maestro y con su memoria familiar, guiado por los recuerdos de su hija, Liss Márquez. Entre óleos y acrílicos, Liss señaló su pieza favorita: una obra de 1983 que colgaba hasta hace poco en la pared de su cuarto y que, por primera vez, salió al espacio público. “Es de las más viejas que hay, la trajeron de mi cuarto; mi papá la hizo antes de que yo naciera, pero siempre sentí que la pensó para mí”, contó.​

Un legado íntimo y una promesa

Liss recordó que Kajuma nació en 1945 y falleció en 2023, y que su muerte la sorprendió viviendo fuera de Valledupar. “Él me decía todo el tiempo: ‘Me voy a morir y no me vas a ver’, pero también me dejó una petición muy clara: que no guardara la obra, que la sacara, que la moviera”, relató, visiblemente conmovida. Varias piezas de la sala pertenecen a la colección familiar: el cuadro de su habitación, un aborigen y un gran abstracto alargado dialogan con obras procedentes de la Galería Obregón y de otras colecciones privadas.​

La diseñadora, que actualmente trabaja el óleo mientras en casa predominan los acrílicos del maestro, evocó la disciplina casi obsesiva de su padre. “Él siempre decía: primero pintura, segundo pintura. Uno hablaba con él y ya estaba pensando en qué iba a pintar”, recordó. Kajuma prefería el acrílico por la rapidez del secado, porque su rutina era levantarse y ponerse a pintar sin pausas largas, en un proceso continuo que lo mantenía “siempre en la marcha”.​

Un caribeño prolífico que marcó escuela

Para la gestora cultural Leonor Dangond, directora del MAV, la sala homenaje evidenció por qué Kajuma es clave en la historia del arte vallenato y caribeño. “Tenemos con Lida Mendoza el proyecto de reunir una gran cantidad de obra de Kajuma; tú sabes la importancia de Kajuma en el estado del arte de Valledupar y de toda la región Caribe”, explicó. Lo definió como “un pintor prolífico, muy caribeño, con una fuerza de expresión” que lo convirtió en tutor e inspirador de muchos creadores que crecieron “a la sombra del gran Kajuma”.​

Gran asistencia en el Hotel Sicarare. Foto: EL PILÓN.

Gran asistencia en el Hotel Sicarare. Foto: EL PILÓN.

Las piezas exhibidas en ARTVA 2025 proceden de colecciones privadas, de la Galería Obregón y de resguardos museológicos, lo que permitió reunir obras de diferentes épocas y formatos en un mismo espacio. La muestra reafirmó el relato de otros medios y críticos, que destacan cómo Kajuma estudió Bellas Artes en Europa, asimiló influencias expresionistas, impresionistas, abstractas y puntillistas, y las tradujo en un lenguaje propio cargado de color y emoción.​

ARTVA como ciudad tomada por el arte

Dangond subrayó que este homenaje se inscribe en un momento de expansión para la feria. “ARTVA se va armando y va creciendo por el interés de los artistas, los medios de comunicación, los coleccionistas y los estudiantes del sector cultura y comunicaciones”, señaló. A su juicio, la ciudad se integra a través de las salas satélite y el centro histórico “se transforma”: la noche en la plaza de Valledupar se vive distinta y se hace evidente “la necesidad de ir colonizando más sitios para la cultura y para el disfrute”.​

En ese mapa, la sala Kajuma en el Hotel Sicarare se convirtió en punto de peregrinación para quienes conocieron al maestro y para nuevas generaciones que se acercan a su obra por primera vez. Liss, al ver colgado el cuadro de su cuarto junto a otros lienzos de 40 y 50 años de trabajo ininterrumpido, resumió el sentido de la promesa que hoy honra: mantener en movimiento la pintura de su padre para que siga respirando en la mirada del público.

El 30 de noviembre, la visita guiada “Música y Pintura” en la sala Kajuma atrajo público que descubrió su aporte al arte regional, acompañado de música en vivo que evocaba sus temas folclóricos. La muestra, abierta hasta el 3 de diciembre, exaltó cómo Kajuma elevó el vallenato visual, inspirando a emergentes como los manejados por Jaime Torres. ARTVA 2025 consolidó así su memoria como puente entre tradición y creación contemporánea.

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