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Columnista - 16 septiembre, 2021

¿Futuro o pasado? He ahí lo que se juega en el 22

“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”, dijo el presidente de Argentina al conocer los resultados electorales del domingo.  Hubo un voto castigo. Le fue como a los perros en misa en las primarias. La pregunta es valida para Colombia. ¿Habrá hecho Duque las cosas bien para que los […]

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“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”, dijo el presidente de Argentina al conocer los resultados electorales del domingo.  Hubo un voto castigo. Le fue como a los perros en misa en las primarias.

La pregunta es valida para Colombia. ¿Habrá hecho Duque las cosas bien para que los electores lo acompañen en el 2022?  ¿Habrá un voto castigo? Definitivamente sí. Muchos le darán hasta con el balde, es decir, hasta con el voto. Uribe, que sabe mucho de política, olió, como se dice en la costa,  el tocino, y dijo “yo  soy consciente del daño que me han hecho, (eso) le hace daño a cualquier  candidato que yo apoye, entonces, yo no voy a apoyar candidatos, yo voy a apoyar la democracia”, y ello es una salida inteligente a la coyuntura electoral.   

Así las cosas, la incertidumbre presidencial es grande. ¿Quién será el nuevo presidente? ¿El voto castigo a quién favorecerá? ¿Beneficiará  mayoritariamente al  centro político  y ahí también pescará Petro?, o sea, ¿a los que no están cerca del gobierno? Es importante y urgente  construir una narrativa que conecte, desde la emoción, al elector con el candidato; esa que Petro tiene elaborada y que el centro político todavía la tiene como tarea pendiente. 

Y es ahí donde se puede entrar  en  las aguas pantanosas del pasado, del populismo y en la narrativa de siempre: de la violencia, el odio y el miedo y no en esa agenda  que es preciso construir, esa nueva narrativa de jóvenes y nuevas economías. El país necesita dejar atrás esas batallas del pasado y concentrarse en las que vienen. ¿Estamos preparándonos para competir en la revolución tecnológica? ¿La gente qué está estudiando? ¿Hay ecosistemas de emprendedores? ¿Colombia se  está montando en la ola digital? ¿Se está  mejorando la productividad, la competitividad y disminuyendo la informalidad, la desigualdad y proveyendo de infraestructura productiva al país? ¿O seguiremos repitiendo la vieja  narrativa de  la guerra que es, también, nuestra condena?

El  2022 es para dar el salto. Salir del charco de la polarización. Para ello, debe votar por los candidatos del futuro y no por aquellos que no se han podido despojar de su discurso arcaico de desquite y odio.

El país para crecer necesita un presidente moderado pero con carácter, que propicie un  entorno político para atraer la inversión y  esté dispuesto a competir en el mercado global con un modelo capitalista, pero inclusivo; que dé más certidumbres que incertidumbres, seguridad, reglas claras y estables: Colombia no requiere un presidente que traiga un recetario ideológico fracasado, inestabilidad y desconcierto. La apuesta es tal que con un candidato lo más probable es que se frene la inversión, haya fuga de capitales, la economía no crezca  y los colombianos terminemos más pobres y, de ñapa, polarizados, con  un Estado omnipresente, burocrático, disfuncional o que con el candidato del  centro se asome la esperanza.

@enriqueha

Columnista
16 septiembre, 2021

¿Futuro o pasado? He ahí lo que se juega en el 22

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Enrique Herrera Araujo

“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”, dijo el presidente de Argentina al conocer los resultados electorales del domingo.  Hubo un voto castigo. Le fue como a los perros en misa en las primarias. La pregunta es valida para Colombia. ¿Habrá hecho Duque las cosas bien para que los […]


“Evidentemente algo no habremos hecho bien para que la gente no nos acompañe”, dijo el presidente de Argentina al conocer los resultados electorales del domingo.  Hubo un voto castigo. Le fue como a los perros en misa en las primarias.

La pregunta es valida para Colombia. ¿Habrá hecho Duque las cosas bien para que los electores lo acompañen en el 2022?  ¿Habrá un voto castigo? Definitivamente sí. Muchos le darán hasta con el balde, es decir, hasta con el voto. Uribe, que sabe mucho de política, olió, como se dice en la costa,  el tocino, y dijo “yo  soy consciente del daño que me han hecho, (eso) le hace daño a cualquier  candidato que yo apoye, entonces, yo no voy a apoyar candidatos, yo voy a apoyar la democracia”, y ello es una salida inteligente a la coyuntura electoral.   

Así las cosas, la incertidumbre presidencial es grande. ¿Quién será el nuevo presidente? ¿El voto castigo a quién favorecerá? ¿Beneficiará  mayoritariamente al  centro político  y ahí también pescará Petro?, o sea, ¿a los que no están cerca del gobierno? Es importante y urgente  construir una narrativa que conecte, desde la emoción, al elector con el candidato; esa que Petro tiene elaborada y que el centro político todavía la tiene como tarea pendiente. 

Y es ahí donde se puede entrar  en  las aguas pantanosas del pasado, del populismo y en la narrativa de siempre: de la violencia, el odio y el miedo y no en esa agenda  que es preciso construir, esa nueva narrativa de jóvenes y nuevas economías. El país necesita dejar atrás esas batallas del pasado y concentrarse en las que vienen. ¿Estamos preparándonos para competir en la revolución tecnológica? ¿La gente qué está estudiando? ¿Hay ecosistemas de emprendedores? ¿Colombia se  está montando en la ola digital? ¿Se está  mejorando la productividad, la competitividad y disminuyendo la informalidad, la desigualdad y proveyendo de infraestructura productiva al país? ¿O seguiremos repitiendo la vieja  narrativa de  la guerra que es, también, nuestra condena?

El  2022 es para dar el salto. Salir del charco de la polarización. Para ello, debe votar por los candidatos del futuro y no por aquellos que no se han podido despojar de su discurso arcaico de desquite y odio.

El país para crecer necesita un presidente moderado pero con carácter, que propicie un  entorno político para atraer la inversión y  esté dispuesto a competir en el mercado global con un modelo capitalista, pero inclusivo; que dé más certidumbres que incertidumbres, seguridad, reglas claras y estables: Colombia no requiere un presidente que traiga un recetario ideológico fracasado, inestabilidad y desconcierto. La apuesta es tal que con un candidato lo más probable es que se frene la inversión, haya fuga de capitales, la economía no crezca  y los colombianos terminemos más pobres y, de ñapa, polarizados, con  un Estado omnipresente, burocrático, disfuncional o que con el candidato del  centro se asome la esperanza.

@enriqueha