Las elecciones que se desarrollan en la Universidad Popular del Cesar para escoger representantes ante los distintos estamentos de la institución, tiene más de elecciones partidista que proceso académico, en el debate se refieren más a los políticos que a los candidatos de la misma universidad; lo único que falta es que los partidos avalen […]
Las elecciones que se desarrollan en la Universidad Popular del Cesar para escoger representantes ante los distintos estamentos de la institución, tiene más de elecciones partidista que proceso académico, en el debate se refieren más a los políticos que a los candidatos de la misma universidad; lo único que falta es que los partidos avalen a cada uno de los aspirantes.
En la práctica este proceso es una lucha política en el interior de la UPC, quien logre dominar esta institución contará con un gran respaldo en elecciones futuras; debemos comprender que el gran problema de esta institución ha sido el imperio de los intereses políticos, relegando los intereses académicos. El rector Carlos Oñate tiene la gran oportunidad y el talante de ser un indiscutible garante de esta contienda y sentar las bases para que la Universidad supere las crisis que la golpean, así como ocurrió con la Universidad del Magdalena de la mano del exalcalde Carlos Caicedo y como lo está haciendo la Universidad de La Guajira de la mano de su actual rector.
Los políticos siempre van a estar allí patrullando alrededor de la institución, buscando la forma de apoderarse de ella, con estrategias bajas, levantando calumnias con medios a su disposición para confundir a la comunidad universitaria. Lo cierto es que no les importa nada, solo los votos, siendo su aporte académico nulo; en cambio señor Oñate, en el periodo que logre permanecer puede dejar una huella difícil de borrar, estableciendo estrategias que permitan una nueva era de renacimiento de ese claustro; no se puede negar que lo poco o mucho que avanzó la UPC se debe a la gestión asombrosa del señor Roberto Daza, lamentablemente después de él nada bueno se ha sentado en la silla de rector.
Hace diez años la influencia paramilitar le impidió tomar las riendas de la Universidad, y hoy por esas reivindicaciones propias de la justicia poética fue escogido como rector, derrotando la perversa maquinaria que tenía su propio candidato y resistiendo hasta este momentos las pretensiones consignadas en una demanda que se tramita ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa; todo esto demuestra de que está hecho usted, ahora falta demostrar de que está hecha su administración.
Las banderas de los candidatos deben ser académicas y no políticas, en la lista de postulados encontrarán unos muy buenos y otros malos en grados hiperbólicos; de los primeros verán a muchos dedicando su vida a la academia, preocupados por el proceso de formación, involucrados no solo a la UPC sino a otras universidades; pero del otro lado verán candidatos que no tienen más discurso que el apoyo de padrinos políticos, hablan de fortalecer los programas de investigación, pero no han hecho la primera, hablan de proyectar al profesional de la UPC, pero ellos no se han proyectado profesionalmente, a duras penas ocuparon uno o dos cargos gracias al apoyo de los políticos.
Por eso el reto es descomunal, elegir extraordinarios representantes cuya preocupación sea ayudar a la Universidad para que abandone ese listado vergonzoso que hasta el momento ocupa como una institución de regular rendimiento, rescatarla de ese matorral politiquero en la que se encuentra atrapada, elevarla a una mejor posición para que no siga apareciendo en inventarios de universidades con mayor número de quejas del país; la academia es para los académicos no para los aparecidos politiqueros, por ello el nombre de Jorge Mario Celedón Suaréz es una buena opción para quienes votarán por representantes de los egresados ante el Consejo de Facultad de derecho, ciencias políticas y sociales, un gran abogado y distinguido académico de nuestra ciudad.
Las elecciones que se desarrollan en la Universidad Popular del Cesar para escoger representantes ante los distintos estamentos de la institución, tiene más de elecciones partidista que proceso académico, en el debate se refieren más a los políticos que a los candidatos de la misma universidad; lo único que falta es que los partidos avalen […]
Las elecciones que se desarrollan en la Universidad Popular del Cesar para escoger representantes ante los distintos estamentos de la institución, tiene más de elecciones partidista que proceso académico, en el debate se refieren más a los políticos que a los candidatos de la misma universidad; lo único que falta es que los partidos avalen a cada uno de los aspirantes.
En la práctica este proceso es una lucha política en el interior de la UPC, quien logre dominar esta institución contará con un gran respaldo en elecciones futuras; debemos comprender que el gran problema de esta institución ha sido el imperio de los intereses políticos, relegando los intereses académicos. El rector Carlos Oñate tiene la gran oportunidad y el talante de ser un indiscutible garante de esta contienda y sentar las bases para que la Universidad supere las crisis que la golpean, así como ocurrió con la Universidad del Magdalena de la mano del exalcalde Carlos Caicedo y como lo está haciendo la Universidad de La Guajira de la mano de su actual rector.
Los políticos siempre van a estar allí patrullando alrededor de la institución, buscando la forma de apoderarse de ella, con estrategias bajas, levantando calumnias con medios a su disposición para confundir a la comunidad universitaria. Lo cierto es que no les importa nada, solo los votos, siendo su aporte académico nulo; en cambio señor Oñate, en el periodo que logre permanecer puede dejar una huella difícil de borrar, estableciendo estrategias que permitan una nueva era de renacimiento de ese claustro; no se puede negar que lo poco o mucho que avanzó la UPC se debe a la gestión asombrosa del señor Roberto Daza, lamentablemente después de él nada bueno se ha sentado en la silla de rector.
Hace diez años la influencia paramilitar le impidió tomar las riendas de la Universidad, y hoy por esas reivindicaciones propias de la justicia poética fue escogido como rector, derrotando la perversa maquinaria que tenía su propio candidato y resistiendo hasta este momentos las pretensiones consignadas en una demanda que se tramita ante la Jurisdicción Contenciosa Administrativa; todo esto demuestra de que está hecho usted, ahora falta demostrar de que está hecha su administración.
Las banderas de los candidatos deben ser académicas y no políticas, en la lista de postulados encontrarán unos muy buenos y otros malos en grados hiperbólicos; de los primeros verán a muchos dedicando su vida a la academia, preocupados por el proceso de formación, involucrados no solo a la UPC sino a otras universidades; pero del otro lado verán candidatos que no tienen más discurso que el apoyo de padrinos políticos, hablan de fortalecer los programas de investigación, pero no han hecho la primera, hablan de proyectar al profesional de la UPC, pero ellos no se han proyectado profesionalmente, a duras penas ocuparon uno o dos cargos gracias al apoyo de los políticos.
Por eso el reto es descomunal, elegir extraordinarios representantes cuya preocupación sea ayudar a la Universidad para que abandone ese listado vergonzoso que hasta el momento ocupa como una institución de regular rendimiento, rescatarla de ese matorral politiquero en la que se encuentra atrapada, elevarla a una mejor posición para que no siga apareciendo en inventarios de universidades con mayor número de quejas del país; la academia es para los académicos no para los aparecidos politiqueros, por ello el nombre de Jorge Mario Celedón Suaréz es una buena opción para quienes votarán por representantes de los egresados ante el Consejo de Facultad de derecho, ciencias políticas y sociales, un gran abogado y distinguido académico de nuestra ciudad.