Los procesos de colonización que ha vivido el mundo han desarrollado diversas formas y costumbres de supervivencia, por ejemplo los trueques o intercambios de productos para satisfacer necesidades de acuerdo con las épocas. El ser humano ha trazado fronteras no solo para determinar jurisdicciones, sino también para limitar la presencia de otros pueblos. Estas también han generado desordenes o actividades ilegales como el contrabando, para esos productos que ingresan por esas fronteras sin el lleno de requisitos determinados por cada jurisdicción.

En esa línea que no es imaginaria, se generan tensiones y violaciones a derechos de las personas desde un lado y el otro, estos conflictos pueden sobrevenir desde un acto militar de injerencia hasta un trino en redes sociales como las que ocurren en pleno siglo XXI, dependen también de las tendencias políticas entre un hemisferio y otro, aun así las condiciones hostiles por las que atraviesan países en conflictos armados como Siria, en donde los niveles de violencia han arrasado con la dignidad de un pueblo que clama por el cese definitivo, todo esto ha hecho que muchas personas busquen cruzar esas fronteras por algo de tranquilidad.

Las dificultades se encuentran cuando observamos que esas fronteras están deshumanizadas, y que la cooperación de los países es más fuerte en asuntos expansionistas y otras agendas económicas, tanto así que han cerrado las fronteras a inmigrantes provenientes de países en medio de crisis y conflictos armados.

Aun sabiendo que las circunstancias hostiles en su mayoría han sido generadas por esos países que hoy bloquean la entrada a personas es esas condiciones.

Para mencionar una situación histórica, podríamos decir que el flujo de personas o fuga de cerebros producto de la Segunda Guerra Mundial favorecieron significativamente a los Estados Unidos en la búsqueda por consolidarse como potencia económica mundial, los desplazamientos de personas provenientes de países europeos encontraron en la política de puertas abiertas de los Estados Unidos una oportunidad para dejar atrás ciudades, y países violentos para organizar y construir proyectos de vida lejos de las segregaciones y discriminaciones producto de las marcadas diferencias de todo tipo. No obstante, las cosas parecen estar al revés hoy, cuando el recién posesionado presidente Donald Trump en reiteradas ocasiones menciona que América será grande de nuevo; ¿a cuál se refiere?

A la Nación que ha recibido miles de inmigrantes de países del mundo y que esa diversidad ha fortalecido la capacidad industrial, investigativa, científica, económica consolidándola como potencia mundial; al parecer estamos frente a otro mandatario más que vuelve de sus discursos un espectáculo sensacionalista e incoherente con la realidad histórica de una Nación que no es un continente.