Miguel Fortunato Fernández Garrido era conocido como ‘Fortuna’, acordeonero, compositor y verseador, oriundo de San Diego de Las Flores, rival de Francisco Moscote, nacido en 1880, campesino, de trato agradable, verso fluido y magistral acordeonero. Trabajó largos años en la finca ganadera ‘El Sinaí’ en Codazzi, propiedad del vallenato Casimiro Raúl Maestre, con el que […]
Miguel Fortunato Fernández Garrido era conocido como ‘Fortuna’, acordeonero, compositor y verseador, oriundo de San Diego de Las Flores, rival de Francisco Moscote, nacido en 1880, campesino, de trato agradable, verso fluido y magistral acordeonero. Trabajó largos años en la finca ganadera ‘El Sinaí’ en Codazzi, propiedad del vallenato Casimiro Raúl Maestre, con el que guardaba cercana relación; la hermana de este, Adela María, era su comadre, con el que hacía maratónicas parrandas en sus visitas a Valledupar, en la plaza y el barrio El Cerezo.
‘Fortuna’ era hijo del acordeonero de Riohacha Miguel Fernández, quién llegó a San Diego en correría musical, se unió a la sandiegana Rosario ‘Chayo’ Garrido, familiar del compositor Raúl Garrido, autor de innumerables canciones exitosas.
Fortunato aprendió a ejecutar el acordeón solo, su papá siguió en su periplo musical por toda la comarca y jamás se responsabilizó con él y sus otros hijos.
Rita Graciela Fernández Ruiz, de cien años de edad, quinta de sus diez hijos, a pesar de su avanzada edad goza de buena salud física y mental, nos comentó que una de las primeras canciones que le escuchó a su papá fue ‘El Dividivi’: “Al palito dividivi/ se le cayeron las hojas/ ahora cómo quedo yo/ no tengo quien me recoja”.
Sigue diciendo Rita que Fortunato, fue maestro de su sobrino Juan Muñoz Guerra, a quien le enseñó a tocar merengue, puya y paseo, ritmos que dominaba magistralmente, su sobrino fue su alumno más adelantado, así lo demuestran sus obras antológicas.
‘El Viejo’ Emiliano Zuleta, quien deambulaba mucho por estas tierras de San Diego, también fue su discípulo, con ‘Fortuna’ aprendió la ejecución de la puya.
“De Valencia para Abajo/ las sabanas son calientes/ yo llevaba el cuerpo malo/ y un dolorcito en La frente/ Dios se lo pague a Mercedes/ y la señora María / ellas a mí me consolaban/ Cuando me daba la fiebre…” Es la letra original de la ‘La Estrella’. Se la escuchó Rita Graciela a su primo Juan, después la letra fue modificada cuando fue correo del gobierno y aparecer en escena el salteador de caminos ‘Blasito’ Mojica.
La anciana afirma que la Puya “Cuando el tigre está en la cueva”, es de Fortunato Fernández, al cual se la escuchó cantar en muchas ocasiones en la región de Codazzi, siendo ella muy niña, cuando lo acompañaba en sus correrías montada en el burro ‘El Motorcito’, desde la parcela El Prado, propiedad su papá, a la finca ‘El Sinaí’.
Cuenta que ‘Fortuna’ siempre iba acompañado de su acordeón para espantar los tigres que merodeaban la región donde trabajaba, a los cuales hacía escabullir con el sonido de su acordeón, imitaba el runruneo del animal.
Fernández murió 1935 en San Diego, nueve días después de haber recibido una pedrada en la cabeza, a consecuencia de una trifulca en Codazzi por un dinero que le debían, fue traído a Valledupar por su tío Juan Garrido a donde el doctor Pupo, quien no pudo salvarle la vida, sus restos reposan en el cementerio de San Diego.
Miguel Fortunato Fernández Garrido era conocido como ‘Fortuna’, acordeonero, compositor y verseador, oriundo de San Diego de Las Flores, rival de Francisco Moscote, nacido en 1880, campesino, de trato agradable, verso fluido y magistral acordeonero. Trabajó largos años en la finca ganadera ‘El Sinaí’ en Codazzi, propiedad del vallenato Casimiro Raúl Maestre, con el que […]
Miguel Fortunato Fernández Garrido era conocido como ‘Fortuna’, acordeonero, compositor y verseador, oriundo de San Diego de Las Flores, rival de Francisco Moscote, nacido en 1880, campesino, de trato agradable, verso fluido y magistral acordeonero. Trabajó largos años en la finca ganadera ‘El Sinaí’ en Codazzi, propiedad del vallenato Casimiro Raúl Maestre, con el que guardaba cercana relación; la hermana de este, Adela María, era su comadre, con el que hacía maratónicas parrandas en sus visitas a Valledupar, en la plaza y el barrio El Cerezo.
‘Fortuna’ era hijo del acordeonero de Riohacha Miguel Fernández, quién llegó a San Diego en correría musical, se unió a la sandiegana Rosario ‘Chayo’ Garrido, familiar del compositor Raúl Garrido, autor de innumerables canciones exitosas.
Fortunato aprendió a ejecutar el acordeón solo, su papá siguió en su periplo musical por toda la comarca y jamás se responsabilizó con él y sus otros hijos.
Rita Graciela Fernández Ruiz, de cien años de edad, quinta de sus diez hijos, a pesar de su avanzada edad goza de buena salud física y mental, nos comentó que una de las primeras canciones que le escuchó a su papá fue ‘El Dividivi’: “Al palito dividivi/ se le cayeron las hojas/ ahora cómo quedo yo/ no tengo quien me recoja”.
Sigue diciendo Rita que Fortunato, fue maestro de su sobrino Juan Muñoz Guerra, a quien le enseñó a tocar merengue, puya y paseo, ritmos que dominaba magistralmente, su sobrino fue su alumno más adelantado, así lo demuestran sus obras antológicas.
‘El Viejo’ Emiliano Zuleta, quien deambulaba mucho por estas tierras de San Diego, también fue su discípulo, con ‘Fortuna’ aprendió la ejecución de la puya.
“De Valencia para Abajo/ las sabanas son calientes/ yo llevaba el cuerpo malo/ y un dolorcito en La frente/ Dios se lo pague a Mercedes/ y la señora María / ellas a mí me consolaban/ Cuando me daba la fiebre…” Es la letra original de la ‘La Estrella’. Se la escuchó Rita Graciela a su primo Juan, después la letra fue modificada cuando fue correo del gobierno y aparecer en escena el salteador de caminos ‘Blasito’ Mojica.
La anciana afirma que la Puya “Cuando el tigre está en la cueva”, es de Fortunato Fernández, al cual se la escuchó cantar en muchas ocasiones en la región de Codazzi, siendo ella muy niña, cuando lo acompañaba en sus correrías montada en el burro ‘El Motorcito’, desde la parcela El Prado, propiedad su papá, a la finca ‘El Sinaí’.
Cuenta que ‘Fortuna’ siempre iba acompañado de su acordeón para espantar los tigres que merodeaban la región donde trabajaba, a los cuales hacía escabullir con el sonido de su acordeón, imitaba el runruneo del animal.
Fernández murió 1935 en San Diego, nueve días después de haber recibido una pedrada en la cabeza, a consecuencia de una trifulca en Codazzi por un dinero que le debían, fue traído a Valledupar por su tío Juan Garrido a donde el doctor Pupo, quien no pudo salvarle la vida, sus restos reposan en el cementerio de San Diego.