Fue una noche de gala; más que de gala, yo diría: mágica; de esas que solo en una hora, por cuenta de la música, convierten la rutina del antes de dormir en una fiesta de asombros, de suspiros, de un instante que se vuelve eterno en la memoria. Me refiero a la que brindó la […]
Fue una noche de gala; más que de gala, yo diría: mágica; de esas que solo en una hora, por cuenta de la música, convierten la rutina del antes de dormir en una fiesta de asombros, de suspiros, de un instante que se vuelve eterno en la memoria.
Me refiero a la que brindó la Fundación Filarmónica del Cesar, una entidad privada, sin fines de lucro, que fue creada con el propósito de impulsar un movimiento sinfónico en el departamento del Cesar, con una orquesta propia y la formación musical académica de niños y jóvenes especialmente de las “zonas vulnerables del territorio cesarense”.
El proyecto y su realización fue idea de Rodolfo Quintero Romero y de Diego Rivero Galvis, hoy tiene muchos amigos, modernos mecenas, según nos informó Samny Sarabia Iguarán, miembro de la junta directiva que también conforman Rodolfo Quintero Romero, Jaime Orozco Orozco, María Victoria Saade, Romy Gutiérrez, Diego Rivero Galvis, Carlos César Silva, William Molina Martínez y Miguel Ángel Almendrales Gil.
Comenzó el concierto con lo nuestro: La casa en el aire, nos contagió la alegría eterna de los cantos de Escalona y siguió ‘Burst’, una verdadera ráfaga- traducción del inglés- del maestro Brian Balamages; y siguió el desfile con ‘Por Una cabeza’, de Gardel; ‘Concerto alla rustica’, para cuerdas en Sol Mayor, de Vivaldi, y siguió Vivaldi y Brahms y cerró de nuevo el maestro Escalona con el Testamento, fue como un símbolo, porque esa noche nos dejó una inquietud testamentaria de sublimación si se tiene en cuenta que son jóvenes, artistas que bajo la dirección del maestro Almendrales Gil, no solo deleitaron sino que mostraron el potencial que para esta disciplina hay en nuestra tierra.
En la actualidad, según información, de Sanmy, se benefician del programa treinta y una personas inscritas en la escuela y veinticinco son beneficiarias de becas asumidas por la misma Fundación.
Este sucinto recuento, para agradecer ese regalo invaluable de un buen concierto, a la fundación Filarmónica del Cesar, es además, un llamado a los que gustan de estas expresiones artísticas, para que se hagan amigos de este proyecto que se volvió realidad por el empeño de sus creadores y el aporte de los colaboradores que valoran no solo la existencia de una filarmónica para nuestro departamento, también para la formación de jóvenes que con sus violines al aire espantan, con sus momentos mágicos, las sombras y el temor que aparecen con frecuencia en el día a día de la existencia.
Por Mary Daza Orozco
Fue una noche de gala; más que de gala, yo diría: mágica; de esas que solo en una hora, por cuenta de la música, convierten la rutina del antes de dormir en una fiesta de asombros, de suspiros, de un instante que se vuelve eterno en la memoria. Me refiero a la que brindó la […]
Fue una noche de gala; más que de gala, yo diría: mágica; de esas que solo en una hora, por cuenta de la música, convierten la rutina del antes de dormir en una fiesta de asombros, de suspiros, de un instante que se vuelve eterno en la memoria.
Me refiero a la que brindó la Fundación Filarmónica del Cesar, una entidad privada, sin fines de lucro, que fue creada con el propósito de impulsar un movimiento sinfónico en el departamento del Cesar, con una orquesta propia y la formación musical académica de niños y jóvenes especialmente de las “zonas vulnerables del territorio cesarense”.
El proyecto y su realización fue idea de Rodolfo Quintero Romero y de Diego Rivero Galvis, hoy tiene muchos amigos, modernos mecenas, según nos informó Samny Sarabia Iguarán, miembro de la junta directiva que también conforman Rodolfo Quintero Romero, Jaime Orozco Orozco, María Victoria Saade, Romy Gutiérrez, Diego Rivero Galvis, Carlos César Silva, William Molina Martínez y Miguel Ángel Almendrales Gil.
Comenzó el concierto con lo nuestro: La casa en el aire, nos contagió la alegría eterna de los cantos de Escalona y siguió ‘Burst’, una verdadera ráfaga- traducción del inglés- del maestro Brian Balamages; y siguió el desfile con ‘Por Una cabeza’, de Gardel; ‘Concerto alla rustica’, para cuerdas en Sol Mayor, de Vivaldi, y siguió Vivaldi y Brahms y cerró de nuevo el maestro Escalona con el Testamento, fue como un símbolo, porque esa noche nos dejó una inquietud testamentaria de sublimación si se tiene en cuenta que son jóvenes, artistas que bajo la dirección del maestro Almendrales Gil, no solo deleitaron sino que mostraron el potencial que para esta disciplina hay en nuestra tierra.
En la actualidad, según información, de Sanmy, se benefician del programa treinta y una personas inscritas en la escuela y veinticinco son beneficiarias de becas asumidas por la misma Fundación.
Este sucinto recuento, para agradecer ese regalo invaluable de un buen concierto, a la fundación Filarmónica del Cesar, es además, un llamado a los que gustan de estas expresiones artísticas, para que se hagan amigos de este proyecto que se volvió realidad por el empeño de sus creadores y el aporte de los colaboradores que valoran no solo la existencia de una filarmónica para nuestro departamento, también para la formación de jóvenes que con sus violines al aire espantan, con sus momentos mágicos, las sombras y el temor que aparecen con frecuencia en el día a día de la existencia.
Por Mary Daza Orozco