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Columnista - 27 mayo, 2022

Fe, ética y política

Uno de los males en nuestro medio es la idea de que la política es sucia y que el cristiano debe mantenerse alejado de ella

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“Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra; cuando domina el malvado, el pueblo gime”. Proverbios 29,2

Uno de los males en nuestro medio es la idea de que la política es sucia y que el cristiano debe mantenerse alejado de ella. No participar en campañas, no debe votar ni saludar la bandera, etc.  

Esta actitud de separación puede venir de la interpretación de pasajes que estimulaban la separación de lo material y las estructuras políticas, especialmente de la iglesia primitiva. Sin embargo, es claro que, el gobierno tiene un origen divino, ordenado por Dios; cuando establece su autoridad en la creación y por medio de los patriarcas, luego por Moisés, después por los jueces y la monarquía y finalmente, según Aristóteles, el padre de la ciencia política, a través de las distintas formas de gobierno.   

El concepto de política es muy complejo. Etimológicamente es un adjetivo derivado del término polis, que significa ciudad y que hoy podría traducirse como sociedad. El sustantivo que le acompaña podría ser: ciencia o arte, lo que nos lleva a decir que, política es el arte o la ciencia que pretende la realización del bien común en una determinada comunidad. 

Todo aquello que contribuye a suplir la necesidad de la polis y aporta al desarrollo de una comunidad, estaría enmarcado en lo político. Lo que tenga por objeto la consecución y ejercicio del poder con el fin de resolver problemas económicos y sociales, estaría dentro de lo político. 

De allí que, El Concilio Vaticano II, haciéndose eco de esa realidad, declara que, la iglesia debe estimar la labor de quienes están al servicio de la humanidad y se consagran al bien común, aceptando las correspondientes responsabilidades. (GS75) 

Queridos amigos, la situación de Colombia hoy, nos debe animar y comprometer como creyentes a participar activamente en la política. En el entendido que, en ese compromiso de construcción y edificación de la sociedad reside su valor y dignidad. Cierto es que, existe separación entre ética y política por causa de las prácticas de corrupción que muestran cómo el poder es ejercido en clave de dominio y de provecho personal o grupal, en vez de ser ejercido en clave de servicio solidario al bien común. 

Con relación a la fe, se podría decir que no basta ser un buen cristiano para ser un buen político; es necesario adquirir competencias en ese campo cumpliendo los códigos propios de dicha disciplina. Sin embargo, afirmando el principio de la autonomía y laicidad de la política, hay que añadir que la fe si tiene repercusiones políticas y que como creyentes debemos participar y asumir compromisos políticos como esfuerzo para la construcción de una sociedad más justa y el mejoramiento de la condición social de las personas; puesto que, esa fue la causa y el mensaje de Jesús, nuestro Maestro.

La fe no es una evasión o huida de la realidad y de la historia. La fe ha de ser, más bien, vivida, compartida y anunciada en la historia de la humanidad. No pretendo inducir a adoptar un modelo político, la fe solo propone los valores del Reino de Dios que hay que respetar y promover para que la política cumpla con el diseño original para la cual fue creada. Esto nos compromete a encarnar, vivir y defender dichos principios. 

¡Participemos activamente con el voto y que Dios nos ayude!  ¡Dios sea el Rey de Colombia!  

Columnista
27 mayo, 2022

Fe, ética y política

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Valerio Mejía Araújo

Uno de los males en nuestro medio es la idea de que la política es sucia y que el cristiano debe mantenerse alejado de ella


“Cuando los justos gobiernan, el pueblo se alegra; cuando domina el malvado, el pueblo gime”. Proverbios 29,2

Uno de los males en nuestro medio es la idea de que la política es sucia y que el cristiano debe mantenerse alejado de ella. No participar en campañas, no debe votar ni saludar la bandera, etc.  

Esta actitud de separación puede venir de la interpretación de pasajes que estimulaban la separación de lo material y las estructuras políticas, especialmente de la iglesia primitiva. Sin embargo, es claro que, el gobierno tiene un origen divino, ordenado por Dios; cuando establece su autoridad en la creación y por medio de los patriarcas, luego por Moisés, después por los jueces y la monarquía y finalmente, según Aristóteles, el padre de la ciencia política, a través de las distintas formas de gobierno.   

El concepto de política es muy complejo. Etimológicamente es un adjetivo derivado del término polis, que significa ciudad y que hoy podría traducirse como sociedad. El sustantivo que le acompaña podría ser: ciencia o arte, lo que nos lleva a decir que, política es el arte o la ciencia que pretende la realización del bien común en una determinada comunidad. 

Todo aquello que contribuye a suplir la necesidad de la polis y aporta al desarrollo de una comunidad, estaría enmarcado en lo político. Lo que tenga por objeto la consecución y ejercicio del poder con el fin de resolver problemas económicos y sociales, estaría dentro de lo político. 

De allí que, El Concilio Vaticano II, haciéndose eco de esa realidad, declara que, la iglesia debe estimar la labor de quienes están al servicio de la humanidad y se consagran al bien común, aceptando las correspondientes responsabilidades. (GS75) 

Queridos amigos, la situación de Colombia hoy, nos debe animar y comprometer como creyentes a participar activamente en la política. En el entendido que, en ese compromiso de construcción y edificación de la sociedad reside su valor y dignidad. Cierto es que, existe separación entre ética y política por causa de las prácticas de corrupción que muestran cómo el poder es ejercido en clave de dominio y de provecho personal o grupal, en vez de ser ejercido en clave de servicio solidario al bien común. 

Con relación a la fe, se podría decir que no basta ser un buen cristiano para ser un buen político; es necesario adquirir competencias en ese campo cumpliendo los códigos propios de dicha disciplina. Sin embargo, afirmando el principio de la autonomía y laicidad de la política, hay que añadir que la fe si tiene repercusiones políticas y que como creyentes debemos participar y asumir compromisos políticos como esfuerzo para la construcción de una sociedad más justa y el mejoramiento de la condición social de las personas; puesto que, esa fue la causa y el mensaje de Jesús, nuestro Maestro.

La fe no es una evasión o huida de la realidad y de la historia. La fe ha de ser, más bien, vivida, compartida y anunciada en la historia de la humanidad. No pretendo inducir a adoptar un modelo político, la fe solo propone los valores del Reino de Dios que hay que respetar y promover para que la política cumpla con el diseño original para la cual fue creada. Esto nos compromete a encarnar, vivir y defender dichos principios. 

¡Participemos activamente con el voto y que Dios nos ayude!  ¡Dios sea el Rey de Colombia!