“No hay que reconocer a quien sirve a la patria, sino castigar a quien se sirve de ella”. A inicios de 2011, el jefe del estado mayor del Ejército promulgó la premisa “Fe en la causa”, con toda una filosofía sobre el ejercicio militar, pero hoy al analizar la simbología, se produce una imprecisa y […]
“No hay que reconocer a quien sirve a la patria, sino castigar a quien se sirve de ella”.
A inicios de 2011, el jefe del estado mayor del Ejército promulgó la premisa “Fe en la causa”, con toda una filosofía sobre el ejercicio militar, pero hoy al analizar la simbología, se produce una imprecisa y angustiosa reflexión de si se introducía como máxima expresión de mística militar o nacía una macabra y perversa sátira a sabiendas de una futura reforma a la institución.
La vernácula expresión reconocía que el esfuerzo militar contaba con fundamento constitucional y legal, principio razonable del uso de la fuerza en defensa de los intereses del pueblo, capaz de derrotar a los enemigos de la soberanía y así, fantasear que se apuntaba a dar fin al conflicto armado, venciendo a los sediciosos-criminales en acción legítima de la guerra contrainsurgente.
Para tener fe en la causa se requiere que el soldado entienda que su actuación dirigida jerárquicamente, lo manda a proteger y defender derechos, libertades y garantías del pueblo, los mismos sagrados atributos que nacieron adheridos a su dignidad humana y que neutralizar al enemigo es el primer deber y derecho del espíritu militar, mientras el ciudadano de a pie, estima al soldado como un elemento del mismo pueblo, socialmente comprometido, marchando paralelamente a su conducta de buen ciudadano con sólida familia honrada por su servicio a la patria.
“Fe en la causa” no ha mostrado el real y expedito camino a las FFMM. El verdadero conocimiento que adquirieron los Generales a través del arte de la guerra, no da respaldo a la soldadesca, que acomete acciones legitimas de defensa de la soberanía, mientras a la vez le ahonda en peligrosa situación de inseguridad jurídica que no compensa los asesinatos o inhumanos ataques a policías y soldados, en cualquier punto geográfico de la patria.
Si el eslogan era para mantener en alto la moral de los militares a costa de una quijotada, hoy cae por su peso con unas FFMM, a merced de un jefe supremo que simpatiza y protege terroristas, sacrificando el honor de una institución del pueblo. Así, la fe debe de estar marchando en barco a la isla de la ignominia y la causa; seguro que desertó con los Generales endosados que desfilan frente a la entelequia pacifista de Colombia, como lechones alebrestados ante su futuro matarife.
No se vislumbra un panorama diferente a la subyugación e igualamiento de legítimas fuerzas militares con facinerosos armados, ahora empoderados en una actividad exclusiva y perniciosa, que combina narco-negocios con pactos de legitimación.
Alfonso Suárez Arias
@SUAREZALFONSO
“No hay que reconocer a quien sirve a la patria, sino castigar a quien se sirve de ella”. A inicios de 2011, el jefe del estado mayor del Ejército promulgó la premisa “Fe en la causa”, con toda una filosofía sobre el ejercicio militar, pero hoy al analizar la simbología, se produce una imprecisa y […]
“No hay que reconocer a quien sirve a la patria, sino castigar a quien se sirve de ella”.
A inicios de 2011, el jefe del estado mayor del Ejército promulgó la premisa “Fe en la causa”, con toda una filosofía sobre el ejercicio militar, pero hoy al analizar la simbología, se produce una imprecisa y angustiosa reflexión de si se introducía como máxima expresión de mística militar o nacía una macabra y perversa sátira a sabiendas de una futura reforma a la institución.
La vernácula expresión reconocía que el esfuerzo militar contaba con fundamento constitucional y legal, principio razonable del uso de la fuerza en defensa de los intereses del pueblo, capaz de derrotar a los enemigos de la soberanía y así, fantasear que se apuntaba a dar fin al conflicto armado, venciendo a los sediciosos-criminales en acción legítima de la guerra contrainsurgente.
Para tener fe en la causa se requiere que el soldado entienda que su actuación dirigida jerárquicamente, lo manda a proteger y defender derechos, libertades y garantías del pueblo, los mismos sagrados atributos que nacieron adheridos a su dignidad humana y que neutralizar al enemigo es el primer deber y derecho del espíritu militar, mientras el ciudadano de a pie, estima al soldado como un elemento del mismo pueblo, socialmente comprometido, marchando paralelamente a su conducta de buen ciudadano con sólida familia honrada por su servicio a la patria.
“Fe en la causa” no ha mostrado el real y expedito camino a las FFMM. El verdadero conocimiento que adquirieron los Generales a través del arte de la guerra, no da respaldo a la soldadesca, que acomete acciones legitimas de defensa de la soberanía, mientras a la vez le ahonda en peligrosa situación de inseguridad jurídica que no compensa los asesinatos o inhumanos ataques a policías y soldados, en cualquier punto geográfico de la patria.
Si el eslogan era para mantener en alto la moral de los militares a costa de una quijotada, hoy cae por su peso con unas FFMM, a merced de un jefe supremo que simpatiza y protege terroristas, sacrificando el honor de una institución del pueblo. Así, la fe debe de estar marchando en barco a la isla de la ignominia y la causa; seguro que desertó con los Generales endosados que desfilan frente a la entelequia pacifista de Colombia, como lechones alebrestados ante su futuro matarife.
No se vislumbra un panorama diferente a la subyugación e igualamiento de legítimas fuerzas militares con facinerosos armados, ahora empoderados en una actividad exclusiva y perniciosa, que combina narco-negocios con pactos de legitimación.
Alfonso Suárez Arias
@SUAREZALFONSO