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Columnista - 5 agosto, 2015

¿Faltan más actores en el banquillo de los acusados?

Algunos voceros políticos autorizados afirman que en el alcance de la discusión sobre la justicia transicional deben estar cobijados no solo los combatientes sino también sus cómplices y financiadores. Es decir, que en el banquillo de los acusados faltan más actores, porque es necesario distinguir entre combatientes y no combatientes para buscar una solución política […]

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Algunos voceros políticos autorizados afirman que en el alcance de la discusión sobre la justicia transicional deben estar cobijados no solo los combatientes sino también sus cómplices y financiadores. Es decir, que en el banquillo de los acusados faltan más actores, porque es necesario distinguir entre combatientes y no combatientes para buscar una solución política en la utópica lucha por el poder que solo ha generado un conflicto armado añoso, atípico, contradictorio y pasado de moda.

Está claro que la guerrilla busca cierto equilibrio con el Estado al momento de asumir responsabilidades sobre los crímenes cometidos en la guerra. Pero, aun superando todos los obstáculos, queda pendiente uno bien grande que se traduce en darle legitimidad jurídica a todo lo pactado, donde el Congreso y la Corte Constitucional tendrán un gran protagonismo para facilitar la navegación en las aguas turbulentas de este caudaloso rio. Igualmente, seguirá pendiente la puntada final de la refrendación política del sufrido y paciente pueblo colombiano en las urnas de la democracia.

Debemos entender que la famosa locomotora de la paz está andando a todo vapor y a plena potencia, pero le está faltando un tramo por recorrer lleno de dificultades y de sapos grandes, difíciles de tragar y digerir. Se espera que los negociadores de La Habana puedan encontrar una fórmula de acuerdo muy pronto “para ahorrar sangre y minimizar muertos”. El gobierno Santos tiene que aceptar que el verdadero enemigo de la paz es la prolongación indefinida del proceso y así lo entendieron cuando ordenó suspender los bombardeos en una propuesta audaz, llena de aristas arriesgadas, con un alto costo político implícito, pero sin cartas marcadas.

Los insurgentes de la Farc le creen al gobierno cuando les garantiza que mientras cumplan los acuerdos, no habrá extradición, podrán participar en política, sin armas, y se compromete hacer todo lo que sea necesario para proteger sus vidas. Se espera que en noviembre también esté resuelto el complejo punto de la justicia. En otras palabras, al cumplirse estas expectativas y si se mantiene el desescalamiento, la guerra podría estar llegando a su final, antes de la firma, porque crece la confianza en la mesa de negociación y ninguna de las partes quiere desperdiciar todo lo que se ha avanzado, en un esfuerzo enorme y luchado. ¿Será que ya vamos llegando y nos estamos acercando?
Simón Bolívar le envió un mensaje cifrado al pueblo colombiano cuando les decía: “La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan”

Columnista
5 agosto, 2015

¿Faltan más actores en el banquillo de los acusados?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Gustavo Cotez Medina

Algunos voceros políticos autorizados afirman que en el alcance de la discusión sobre la justicia transicional deben estar cobijados no solo los combatientes sino también sus cómplices y financiadores. Es decir, que en el banquillo de los acusados faltan más actores, porque es necesario distinguir entre combatientes y no combatientes para buscar una solución política […]


Algunos voceros políticos autorizados afirman que en el alcance de la discusión sobre la justicia transicional deben estar cobijados no solo los combatientes sino también sus cómplices y financiadores. Es decir, que en el banquillo de los acusados faltan más actores, porque es necesario distinguir entre combatientes y no combatientes para buscar una solución política en la utópica lucha por el poder que solo ha generado un conflicto armado añoso, atípico, contradictorio y pasado de moda.

Está claro que la guerrilla busca cierto equilibrio con el Estado al momento de asumir responsabilidades sobre los crímenes cometidos en la guerra. Pero, aun superando todos los obstáculos, queda pendiente uno bien grande que se traduce en darle legitimidad jurídica a todo lo pactado, donde el Congreso y la Corte Constitucional tendrán un gran protagonismo para facilitar la navegación en las aguas turbulentas de este caudaloso rio. Igualmente, seguirá pendiente la puntada final de la refrendación política del sufrido y paciente pueblo colombiano en las urnas de la democracia.

Debemos entender que la famosa locomotora de la paz está andando a todo vapor y a plena potencia, pero le está faltando un tramo por recorrer lleno de dificultades y de sapos grandes, difíciles de tragar y digerir. Se espera que los negociadores de La Habana puedan encontrar una fórmula de acuerdo muy pronto “para ahorrar sangre y minimizar muertos”. El gobierno Santos tiene que aceptar que el verdadero enemigo de la paz es la prolongación indefinida del proceso y así lo entendieron cuando ordenó suspender los bombardeos en una propuesta audaz, llena de aristas arriesgadas, con un alto costo político implícito, pero sin cartas marcadas.

Los insurgentes de la Farc le creen al gobierno cuando les garantiza que mientras cumplan los acuerdos, no habrá extradición, podrán participar en política, sin armas, y se compromete hacer todo lo que sea necesario para proteger sus vidas. Se espera que en noviembre también esté resuelto el complejo punto de la justicia. En otras palabras, al cumplirse estas expectativas y si se mantiene el desescalamiento, la guerra podría estar llegando a su final, antes de la firma, porque crece la confianza en la mesa de negociación y ninguna de las partes quiere desperdiciar todo lo que se ha avanzado, en un esfuerzo enorme y luchado. ¿Será que ya vamos llegando y nos estamos acercando?
Simón Bolívar le envió un mensaje cifrado al pueblo colombiano cuando les decía: “La confianza ha de darnos la paz. No basta la buena fe, es preciso mostrarla, porque los hombres siempre ven y pocas veces piensan”