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Columnista - 19 mayo, 2018

Fajardo y de la Calle

Humberto de la Calle, es un hombre curtido de la política colombiana, carga sobre sus hombros la impronta de estadista. En su amplio trasegar por la política la renuncia a la vicepresidencia en el gobierno de Ernesto Samper, por el caso sempiterno del proceso 8000, es un hecho anecdótico. Su carrera política siempre ha sido […]

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Humberto de la Calle, es un hombre curtido de la política colombiana, carga sobre sus hombros la impronta de estadista. En su amplio trasegar por la política la renuncia a la vicepresidencia en el gobierno de Ernesto Samper, por el caso sempiterno del proceso 8000, es un hecho anecdótico. Su carrera política siempre ha sido arropada por el Partido Liberal, en 1990 César Gaviria lo nombró Ministro de Gobierno, con una misión especial: la convocatoria de la Asamblea Constituyente.

Fue fundamental para la implementación de los beneficios penales para hacer posible la reinserción de los desmovilizados de esa época del M-19, PRT, EPL y Quintín Lame. Entre los años 2000 y 2001 fue Ministro del Interior para capotear las últimas instancias de los diálogos del Caguán. Y para la encomienda del proceso de paz con las Farc, el presidente Santos lo nombró jefe del equipo negociador en 2012.

La disciplina de partido ha sido para Humberto de la Calle, una forma de actuar para diferenciarse de sus homónimos en la política, no obstante, las divisiones al interior de su colectividad y la conducta calculista de sus dirigentes, han servido para desteñir al otrora glorioso partido liberal. Esta situación se evidencia en los resultados de la onerosa consulta liberal en la que Humberto de la Calle, fue escogido como candidato con apenas 365.658 votos. Este resultado y las grietas en su partido Liberal, son las razones del no despegue de Humberto de la Calle en las encuestas.

Cabe advertir, que estos hechos son absolutamente contradictorios, para un hombre de su estatura como dirigente político.

Cambiemos de tercio para hablar de Sergio Fajardo, profesor universitario, doctor en Matemáticas de la Universidad de Wisconsin-Madison y candidato presidencial que hace política basado en la decencia. Pese a ser experto resolviendo ecuaciones y despejando incógnitas, ha sido cuestionado por no sentar posiciones al mejor estilo de la usanza política, que habla para mantener vigencia aunque lo que dice es improbable de realizar. Tibio es el calificativo despectivo que hizo carrera en este proceso electoral para el exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín. Es preferible ese calificativo despectivo al detestable señalamiento por corrupción. Pero eso es todavía imperceptible entre nosotros, la polarización ahogó las pretensiones de una alternativa con tendencia hacia el centro político, en procura de sacudirse del radicalismo afianzado en los electores.

De la Calle y Fajardo intentaron recomponer lo que la consulta y los acuerdos con los partidos Polo y Verde constituyeron. Tarde se dieron cuenta que la experiencia y la decencia podían coincidir, para enfrentar con serias posibilidades la rocosa polarización de Derecha e Izquierda. Incluso Gustavo Petro, los invitó a participar en una gran consulta para construir una idea conjunta donde primarían los intereses por Colombia. Las visiones políticas y los miedos encumbrados marcaron diferencias y distanciamiento, marginando las intenciones de consolidación.

@LuchoDiaz12

Columnista
19 mayo, 2018

Fajardo y de la Calle

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Humberto de la Calle, es un hombre curtido de la política colombiana, carga sobre sus hombros la impronta de estadista. En su amplio trasegar por la política la renuncia a la vicepresidencia en el gobierno de Ernesto Samper, por el caso sempiterno del proceso 8000, es un hecho anecdótico. Su carrera política siempre ha sido […]


Humberto de la Calle, es un hombre curtido de la política colombiana, carga sobre sus hombros la impronta de estadista. En su amplio trasegar por la política la renuncia a la vicepresidencia en el gobierno de Ernesto Samper, por el caso sempiterno del proceso 8000, es un hecho anecdótico. Su carrera política siempre ha sido arropada por el Partido Liberal, en 1990 César Gaviria lo nombró Ministro de Gobierno, con una misión especial: la convocatoria de la Asamblea Constituyente.

Fue fundamental para la implementación de los beneficios penales para hacer posible la reinserción de los desmovilizados de esa época del M-19, PRT, EPL y Quintín Lame. Entre los años 2000 y 2001 fue Ministro del Interior para capotear las últimas instancias de los diálogos del Caguán. Y para la encomienda del proceso de paz con las Farc, el presidente Santos lo nombró jefe del equipo negociador en 2012.

La disciplina de partido ha sido para Humberto de la Calle, una forma de actuar para diferenciarse de sus homónimos en la política, no obstante, las divisiones al interior de su colectividad y la conducta calculista de sus dirigentes, han servido para desteñir al otrora glorioso partido liberal. Esta situación se evidencia en los resultados de la onerosa consulta liberal en la que Humberto de la Calle, fue escogido como candidato con apenas 365.658 votos. Este resultado y las grietas en su partido Liberal, son las razones del no despegue de Humberto de la Calle en las encuestas.

Cabe advertir, que estos hechos son absolutamente contradictorios, para un hombre de su estatura como dirigente político.

Cambiemos de tercio para hablar de Sergio Fajardo, profesor universitario, doctor en Matemáticas de la Universidad de Wisconsin-Madison y candidato presidencial que hace política basado en la decencia. Pese a ser experto resolviendo ecuaciones y despejando incógnitas, ha sido cuestionado por no sentar posiciones al mejor estilo de la usanza política, que habla para mantener vigencia aunque lo que dice es improbable de realizar. Tibio es el calificativo despectivo que hizo carrera en este proceso electoral para el exgobernador de Antioquia y exalcalde de Medellín. Es preferible ese calificativo despectivo al detestable señalamiento por corrupción. Pero eso es todavía imperceptible entre nosotros, la polarización ahogó las pretensiones de una alternativa con tendencia hacia el centro político, en procura de sacudirse del radicalismo afianzado en los electores.

De la Calle y Fajardo intentaron recomponer lo que la consulta y los acuerdos con los partidos Polo y Verde constituyeron. Tarde se dieron cuenta que la experiencia y la decencia podían coincidir, para enfrentar con serias posibilidades la rocosa polarización de Derecha e Izquierda. Incluso Gustavo Petro, los invitó a participar en una gran consulta para construir una idea conjunta donde primarían los intereses por Colombia. Las visiones políticas y los miedos encumbrados marcaron diferencias y distanciamiento, marginando las intenciones de consolidación.

@LuchoDiaz12