La conducta suicida es un fenómeno en crecimiento que preocupa a nivel mundial, y en Colombia la situación muestra tendencias similares a las informadas por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS, 2019; OPS, 2019), según los datos del Ministerio de Salud y la Protección Social. Alarma encontrar […]
La conducta suicida es un fenómeno en crecimiento que preocupa a nivel mundial, y en Colombia la situación muestra tendencias similares a las informadas por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS, 2019; OPS, 2019), según los datos del Ministerio de Salud y la Protección Social. Alarma encontrar que en Colombia, el Instituto Nacional de Medicina Legal (2020) reveló en reciente informe que el número de muertes por suicidio aumentó entre 2018 y 2019 un 3,5 %, pasando de 2.247 a 2.326 personas, representando la causa de muerte con mayor incremento en el país durante el año pasado.
Es de anotar que se mantiene la tendencia que son los hombres quienes más se quitan la vida; las cifras arrojan un 79 % de los casos y el grupo poblacional con mayor número de víctimas de suicidio son los adultos entre 20 y 29 años. Los centros urbanos donde más se suicidaron personas fueron de orden ascendente a descendente: Bogotá con el 31,3 %; Medellín con el 16 %; Cali con el 7,3 %; Ibagué con el 4 %; y Pasto con el 3,7 % (Instituto Nacional de Medicina Legal, 2020).
Lo expuesto indica que el suicidio es un flagelo que aumenta en nuestro país en términos de número de personas que anualmente pierden la vida como consecuencia de una decisión personal, adicional la edad de aparición es cada vez más temprana.
Por ello es necesario abordar el tema de manera directa y franca, llegando a todos los contextos posibles, para desmitificar y convertirlo en una de las prioridades del país en materia de salud pública. Sin embargo, desde la ciencia y disciplina de la psicología somos conscientes que continúan imaginarios regionales, culturales, que sumados al desconocimiento, no contribuyen al manejo y comprensión, sino que lo supeditan a la afrenta social, alejándolos de los escenarios de conversaciones científicas, sociales y culturales, ocultándolo y con ellos limitando las posibilidades de intervención, incrementando las probabilidades de aumento de casos.
Lo anterior marca una ruta desde la intervención, privilegiando el trabajo de prevención a nivel comunitario (familia, grupos poblacionales de mayor riesgo y población vulnerable) a través de la promoción de factores de protección frente a la ideación suicida y múltiple gama de comportamientos autodestructivos, aspectos que se han identificado en investigaciones desarrolladas por Cudris, Mejía, Bermúdez, Barrios & Gutiérrez (2019); Gómez et al., (2013), las cuales permiten plantear recomendaciones para prevenir conductas de autolesión y que se relacionan a continuación:
Escuchar atentamente a los niños, adolescentes y jóvenes, sin intervenir hasta que ellos terminen de expresarse.
Darles tiempo a que se expliquen y que lleguen a sus propias conclusiones.
Conceder credibilidad y confianza a sus sentimientos, no recriminarlos ni juzgarlos.
No hacer juicios previos ni “etiquetar” con palabras burlescas.
Dialogar promoviendo el buen trato y el trato digno con todas las personas.
Ayudar a las personas a identificar lo que sienten, y reconocer y diferenciar sentimientos como temor, ira, miedo, alegría, entre otros.
Promover en casa un ambiente general de escucha, respeto, responsabilidad y tolerancia por los sentimientos de todos los miembros.
Fortalecer a los niños, adolescentes y jóvenes en habilidades de afrontamiento, autoestima y resiliencia.
Acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes en el desarrollo de un proyecto de vida integral.
La conducta suicida es un fenómeno en crecimiento que preocupa a nivel mundial, y en Colombia la situación muestra tendencias similares a las informadas por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS, 2019; OPS, 2019), según los datos del Ministerio de Salud y la Protección Social. Alarma encontrar […]
La conducta suicida es un fenómeno en crecimiento que preocupa a nivel mundial, y en Colombia la situación muestra tendencias similares a las informadas por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud (OMS, 2019; OPS, 2019), según los datos del Ministerio de Salud y la Protección Social. Alarma encontrar que en Colombia, el Instituto Nacional de Medicina Legal (2020) reveló en reciente informe que el número de muertes por suicidio aumentó entre 2018 y 2019 un 3,5 %, pasando de 2.247 a 2.326 personas, representando la causa de muerte con mayor incremento en el país durante el año pasado.
Es de anotar que se mantiene la tendencia que son los hombres quienes más se quitan la vida; las cifras arrojan un 79 % de los casos y el grupo poblacional con mayor número de víctimas de suicidio son los adultos entre 20 y 29 años. Los centros urbanos donde más se suicidaron personas fueron de orden ascendente a descendente: Bogotá con el 31,3 %; Medellín con el 16 %; Cali con el 7,3 %; Ibagué con el 4 %; y Pasto con el 3,7 % (Instituto Nacional de Medicina Legal, 2020).
Lo expuesto indica que el suicidio es un flagelo que aumenta en nuestro país en términos de número de personas que anualmente pierden la vida como consecuencia de una decisión personal, adicional la edad de aparición es cada vez más temprana.
Por ello es necesario abordar el tema de manera directa y franca, llegando a todos los contextos posibles, para desmitificar y convertirlo en una de las prioridades del país en materia de salud pública. Sin embargo, desde la ciencia y disciplina de la psicología somos conscientes que continúan imaginarios regionales, culturales, que sumados al desconocimiento, no contribuyen al manejo y comprensión, sino que lo supeditan a la afrenta social, alejándolos de los escenarios de conversaciones científicas, sociales y culturales, ocultándolo y con ellos limitando las posibilidades de intervención, incrementando las probabilidades de aumento de casos.
Lo anterior marca una ruta desde la intervención, privilegiando el trabajo de prevención a nivel comunitario (familia, grupos poblacionales de mayor riesgo y población vulnerable) a través de la promoción de factores de protección frente a la ideación suicida y múltiple gama de comportamientos autodestructivos, aspectos que se han identificado en investigaciones desarrolladas por Cudris, Mejía, Bermúdez, Barrios & Gutiérrez (2019); Gómez et al., (2013), las cuales permiten plantear recomendaciones para prevenir conductas de autolesión y que se relacionan a continuación:
Escuchar atentamente a los niños, adolescentes y jóvenes, sin intervenir hasta que ellos terminen de expresarse.
Darles tiempo a que se expliquen y que lleguen a sus propias conclusiones.
Conceder credibilidad y confianza a sus sentimientos, no recriminarlos ni juzgarlos.
No hacer juicios previos ni “etiquetar” con palabras burlescas.
Dialogar promoviendo el buen trato y el trato digno con todas las personas.
Ayudar a las personas a identificar lo que sienten, y reconocer y diferenciar sentimientos como temor, ira, miedo, alegría, entre otros.
Promover en casa un ambiente general de escucha, respeto, responsabilidad y tolerancia por los sentimientos de todos los miembros.
Fortalecer a los niños, adolescentes y jóvenes en habilidades de afrontamiento, autoestima y resiliencia.
Acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes en el desarrollo de un proyecto de vida integral.