La crisis en el viejo Continente parece no tener fin y está acabando con los partidos tradicionales en muchos de los países que hacen parte de la Unión Europea. Este repliegue nacionalista se muestra signado por los miedos a la crisis del inmigrante y que a las próximas generaciones les toque vivir, por primera vez, […]
La crisis en el viejo Continente parece no tener fin y está acabando con los partidos tradicionales en muchos de los países que hacen parte de la Unión Europea. Este repliegue nacionalista se muestra signado por los miedos a la crisis del inmigrante y que a las próximas generaciones les toque vivir, por primera vez, en peores condiciones que la anterior.
En este escenario están naciendo y creciendo nuevos partidos que tienen el común denominador de acabar con las políticas de ajuste económico que se está aplicando en Europa desde el 2010. Voces autorizadas consideran que estas medidas generan más pobreza, más desigualdad, más desempleo y estimulan el crecimiento acelerado de la deuda pública, al contrario de los objetivos propuestos inicialmente.
Los partidos en el poder son el caballito de batalla y la consigna que tienen países como Grecia, España, Irlanda y Portugal para acabar con los duros planes de ajuste económico que le impuso la Unión Europea. Estas experiencias son el reflejo para la gestación de movimientos de izquierda más grandes y complejos, solos o en coaliciones, que abriría la puerta para la llegada al poder de los partidos que tradicionalmente estuvieron fuera de los sillones y botones de mando.
En principio, los gobiernos que están imponiendo las políticas de austericidio en las últimas décadas se están agrietando y los países de izquierda avanzan con la difícil estrategia de sumar voluntades y mantener la identidad para poder hablar con propiedad del efecto dominó. Hoy todo es posible en un continente que está sufriendo, experimentando el dolor, producto de administraciones y gobiernos anteriores que fueron cómodos con líderes de cartón y sin visión de futuro. La marea, con otras fuerzas y nuevos objetivos, empieza a recorrer Europa y estará encontrando pueblos despojados que comienzan a despertar de sus comas inducidos para ser conscientes de su propio poder y de sus errores pasados.
La victoria de Syriza en Grecia le está dando un gran impulso a los movimientos de izquierda que se oponen a las políticas de austeridad europeas. Este triunfo significa nuevas esperanzas, responsabilidad y seriedad, especialmente sin euforias. En este estadio, los defensores de renegociar la deuda o salir del euro pierden peso en forma acelerada. El debate está abierto con los nuevos escrutinios programados este año en la Unión Europea.
Sin embargo, el Banco Central Europeo acaba de oxigenar la zona euro con un masivo plan de compra de bonos por la suma de un billón de euros, para tratar de combatir el estancamiento y la inflación en una región digna que está postrada y con riesgos evidentes para la recuperación de la economía global.
La crisis en el viejo Continente parece no tener fin y está acabando con los partidos tradicionales en muchos de los países que hacen parte de la Unión Europea. Este repliegue nacionalista se muestra signado por los miedos a la crisis del inmigrante y que a las próximas generaciones les toque vivir, por primera vez, […]
La crisis en el viejo Continente parece no tener fin y está acabando con los partidos tradicionales en muchos de los países que hacen parte de la Unión Europea. Este repliegue nacionalista se muestra signado por los miedos a la crisis del inmigrante y que a las próximas generaciones les toque vivir, por primera vez, en peores condiciones que la anterior.
En este escenario están naciendo y creciendo nuevos partidos que tienen el común denominador de acabar con las políticas de ajuste económico que se está aplicando en Europa desde el 2010. Voces autorizadas consideran que estas medidas generan más pobreza, más desigualdad, más desempleo y estimulan el crecimiento acelerado de la deuda pública, al contrario de los objetivos propuestos inicialmente.
Los partidos en el poder son el caballito de batalla y la consigna que tienen países como Grecia, España, Irlanda y Portugal para acabar con los duros planes de ajuste económico que le impuso la Unión Europea. Estas experiencias son el reflejo para la gestación de movimientos de izquierda más grandes y complejos, solos o en coaliciones, que abriría la puerta para la llegada al poder de los partidos que tradicionalmente estuvieron fuera de los sillones y botones de mando.
En principio, los gobiernos que están imponiendo las políticas de austericidio en las últimas décadas se están agrietando y los países de izquierda avanzan con la difícil estrategia de sumar voluntades y mantener la identidad para poder hablar con propiedad del efecto dominó. Hoy todo es posible en un continente que está sufriendo, experimentando el dolor, producto de administraciones y gobiernos anteriores que fueron cómodos con líderes de cartón y sin visión de futuro. La marea, con otras fuerzas y nuevos objetivos, empieza a recorrer Europa y estará encontrando pueblos despojados que comienzan a despertar de sus comas inducidos para ser conscientes de su propio poder y de sus errores pasados.
La victoria de Syriza en Grecia le está dando un gran impulso a los movimientos de izquierda que se oponen a las políticas de austeridad europeas. Este triunfo significa nuevas esperanzas, responsabilidad y seriedad, especialmente sin euforias. En este estadio, los defensores de renegociar la deuda o salir del euro pierden peso en forma acelerada. El debate está abierto con los nuevos escrutinios programados este año en la Unión Europea.
Sin embargo, el Banco Central Europeo acaba de oxigenar la zona euro con un masivo plan de compra de bonos por la suma de un billón de euros, para tratar de combatir el estancamiento y la inflación en una región digna que está postrada y con riesgos evidentes para la recuperación de la economía global.