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Columnista - 24 febrero, 2014

Eufemismos distractores. Disfemismos alarmistas

Por: Imelda Daza Cotes Una manera de minimizar la gravedad de un hecho anómalo o de una falta, es empleando eufemismos al describirlo o calificarlo. Igualmente cuando se quiere sobredimensionar un suceso/asunto intrascendente se usan disfemismos, expresiones superlativas para comentarlo. Todo depende del interés que mueva a quien escribe y al medio que informa. Lo […]

Por: Imelda Daza Cotes

Una manera de minimizar la gravedad de un hecho anómalo o de una falta, es empleando eufemismos al describirlo o calificarlo. Igualmente cuando se quiere sobredimensionar un suceso/asunto intrascendente se usan disfemismos, expresiones superlativas para comentarlo. Todo depende del interés que mueva a quien escribe y al medio que informa. Lo cierto es que con frecuencia escasea la verdad completa en la información que llega al público

Recientemente estalló otro gran escándalo que puso al descubierto prácticas corruptas en las fuerzas armadas; es notorio el afán por camuflar estos “pecados” con eufemismos. Se sigue llamando “falsos positivos” al asesinato de 4.212 jóvenes inocentes y desarmados cuyo único “delito” era ser pobres y cuyos cadáveres fueron utilizados como “trofeos” para lograr prebendas a favor de los victimarios. A la escucha ilegal de teléfonos, conocidas como chuzadas, se les llama interceptación de comunicaciones, como si se tratara de una inofensiva operación técnica. Se denomina irregularidades en los centros de reclusión, al caos en los registros de entradas y salidas que a su vez facilita la comisión de otros delitos también graves. Las llamadas contrataciones indebidas se muestran como simples irregularidades procedimentales, cuando son, al parecer, una bacanal de negociaciones y trampas al erario público

Se ha denunciado también un complot para obstruir la justicia, que según los relatos, no se reduce a dificultar la actuación de los jueces sino de conspirar para impedir juicios y condenas en contra de los acusados. Y quizás falten denuncias; poco se ha hablado de la actividad que más dinero maneja, la compra de armas. De estos negocios no se sabe mucho, su manejo es secreto, por seguridad. A propósito de ésto, un destacado analista surafricano, ha dicho que la industria de las armas está “diseñada para ser corrupta”

En otros espacios, al reseñar los hechos noticiosos la intención es contraria. No se trata de ocultar/esconder sino de alarmar, escandalizar, generar zozobra y predisponer al público. Se acude entonces a los disfemismos y se emplean adjetivos y frases llamativas. Es lo que viene ocurriendo con el uso de imágenes falsas y titulares alarmistas en la guerra mediática contra Venezuela; se han difundido masivamente fotografías de otros conflictos del mundo como soporte de noticias venezolanas. Ocurre lo mismo con la guerra económica contra Argentina y Venezuela. Según comentaristas de la televisión española el colapso de la economía argentina es inminente

Quienes así manejan la información se valen de algo que es cierto: El hombre juzga más por los ojos que por la inteligencia

Columnista
24 febrero, 2014

Eufemismos distractores. Disfemismos alarmistas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Imelda Daza Cotes

Por: Imelda Daza Cotes Una manera de minimizar la gravedad de un hecho anómalo o de una falta, es empleando eufemismos al describirlo o calificarlo. Igualmente cuando se quiere sobredimensionar un suceso/asunto intrascendente se usan disfemismos, expresiones superlativas para comentarlo. Todo depende del interés que mueva a quien escribe y al medio que informa. Lo […]


Por: Imelda Daza Cotes

Una manera de minimizar la gravedad de un hecho anómalo o de una falta, es empleando eufemismos al describirlo o calificarlo. Igualmente cuando se quiere sobredimensionar un suceso/asunto intrascendente se usan disfemismos, expresiones superlativas para comentarlo. Todo depende del interés que mueva a quien escribe y al medio que informa. Lo cierto es que con frecuencia escasea la verdad completa en la información que llega al público

Recientemente estalló otro gran escándalo que puso al descubierto prácticas corruptas en las fuerzas armadas; es notorio el afán por camuflar estos “pecados” con eufemismos. Se sigue llamando “falsos positivos” al asesinato de 4.212 jóvenes inocentes y desarmados cuyo único “delito” era ser pobres y cuyos cadáveres fueron utilizados como “trofeos” para lograr prebendas a favor de los victimarios. A la escucha ilegal de teléfonos, conocidas como chuzadas, se les llama interceptación de comunicaciones, como si se tratara de una inofensiva operación técnica. Se denomina irregularidades en los centros de reclusión, al caos en los registros de entradas y salidas que a su vez facilita la comisión de otros delitos también graves. Las llamadas contrataciones indebidas se muestran como simples irregularidades procedimentales, cuando son, al parecer, una bacanal de negociaciones y trampas al erario público

Se ha denunciado también un complot para obstruir la justicia, que según los relatos, no se reduce a dificultar la actuación de los jueces sino de conspirar para impedir juicios y condenas en contra de los acusados. Y quizás falten denuncias; poco se ha hablado de la actividad que más dinero maneja, la compra de armas. De estos negocios no se sabe mucho, su manejo es secreto, por seguridad. A propósito de ésto, un destacado analista surafricano, ha dicho que la industria de las armas está “diseñada para ser corrupta”

En otros espacios, al reseñar los hechos noticiosos la intención es contraria. No se trata de ocultar/esconder sino de alarmar, escandalizar, generar zozobra y predisponer al público. Se acude entonces a los disfemismos y se emplean adjetivos y frases llamativas. Es lo que viene ocurriendo con el uso de imágenes falsas y titulares alarmistas en la guerra mediática contra Venezuela; se han difundido masivamente fotografías de otros conflictos del mundo como soporte de noticias venezolanas. Ocurre lo mismo con la guerra económica contra Argentina y Venezuela. Según comentaristas de la televisión española el colapso de la economía argentina es inminente

Quienes así manejan la información se valen de algo que es cierto: El hombre juzga más por los ojos que por la inteligencia