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Editorial - 7 octubre, 2019

Ética periodística en las regiones y el legado del maestro Javier Darío Restrepo

Con profundo pesar registramos la muerte del maestro del periodismo y defensor de la ética en el oficio, Javier Darío Restrepo. Justo hace algunos días deleitaba a periodistas veteranos y jóvenes por igual en el Festival Gabo, en Medellín. A sus 87 años todavía nos brindaba su voz autorizada con una impresionante hoja de vida […]

Con profundo pesar registramos la muerte del maestro del periodismo y defensor de la ética en el oficio, Javier Darío Restrepo. Justo hace algunos días deleitaba a periodistas veteranos y jóvenes por igual en el Festival Gabo, en Medellín.

A sus 87 años todavía nos brindaba su voz autorizada con una impresionante hoja de vida de aproximadamente 60 años al servicio del oficio más bello del mundo, y es por eso, por su tan vigente mensaje, que nos hará falta, sobre todo en las regiones donde todo es Macondo, y de las formas más particulares se violenta la ética.

Y por qué es Macondo, porque nuestra malinterpretación de la conducta Caribe nos ha jugado malas pasadas en el ejercicio diario de informar con rigor, precisión, objetividad, veracidad…

Ética para periodistas, Cartas de guerra, Testigo de seis guerras, La revolución de las sotanas, El zumbido y el moscardón: taller y consultorio de ética periodística, entre otra veintena de libros de su autoría, nos han puesto durante años en una línea adecuada, sensata, meticulosa sobre la difícil tarea de informar como es debido.

En EL PILÓN hemos cometido errores que hemos subsanado con velocidad, otras veces no tanto, y aunque han sido más las veces del acierto, del éxito informativo sobre lo que sucede en nuestra región, lugares apartados olvidados, historias sin igual, la ética periodística en la carta de presentación de cualquier casa editorial, como la nuestra. Por eso hoy es un día de lamento por la triste partida del laureado catedrático, escritor, periodista, pues es en regiones como la nuestra, ciudades intermedias como la nuestra, en donde la ética periodística puede desvanecerse como un suspiro ante fenómenos como la autocensura, que por estas épocas no llega a las salsas de redacción a punta de fusil sino a punta de dinero transado.
Le hacemos enorme falta a la sociedad cuando no andamos por la senda que trazaron maestros como Restrepo, y nos apartamos a lugares de autocomplacencia, en los que nos convencemos que la información mal entregada, al fin y al cabo desinformación, tiene algo de justificable por cosas de toda índole, pero al final del día sabemos que no es cierto. La ética es innegociable.

En esta temporada electoral, cuando nuestra ética camina sobre el filo de la navaja, caminemos erguidos y confiados en que no hay más periodismo que el que se hace sobre la balanza, principios de equidad, respeto y verdad. Descanse en paz, maestro Javier Darío Restrepo, que su legado por la verdad absoluta y el respeto por los cánones que rigen esta actividad invada cada corazón que ejerza el periodismo, y más en aquellos lugares corroídos por la corrupción apoyada en un periodismo ausente, complaciente del poder y amiguero de los poderosos.

Editorial
7 octubre, 2019

Ética periodística en las regiones y el legado del maestro Javier Darío Restrepo

Con profundo pesar registramos la muerte del maestro del periodismo y defensor de la ética en el oficio, Javier Darío Restrepo. Justo hace algunos días deleitaba a periodistas veteranos y jóvenes por igual en el Festival Gabo, en Medellín. A sus 87 años todavía nos brindaba su voz autorizada con una impresionante hoja de vida […]


Con profundo pesar registramos la muerte del maestro del periodismo y defensor de la ética en el oficio, Javier Darío Restrepo. Justo hace algunos días deleitaba a periodistas veteranos y jóvenes por igual en el Festival Gabo, en Medellín.

A sus 87 años todavía nos brindaba su voz autorizada con una impresionante hoja de vida de aproximadamente 60 años al servicio del oficio más bello del mundo, y es por eso, por su tan vigente mensaje, que nos hará falta, sobre todo en las regiones donde todo es Macondo, y de las formas más particulares se violenta la ética.

Y por qué es Macondo, porque nuestra malinterpretación de la conducta Caribe nos ha jugado malas pasadas en el ejercicio diario de informar con rigor, precisión, objetividad, veracidad…

Ética para periodistas, Cartas de guerra, Testigo de seis guerras, La revolución de las sotanas, El zumbido y el moscardón: taller y consultorio de ética periodística, entre otra veintena de libros de su autoría, nos han puesto durante años en una línea adecuada, sensata, meticulosa sobre la difícil tarea de informar como es debido.

En EL PILÓN hemos cometido errores que hemos subsanado con velocidad, otras veces no tanto, y aunque han sido más las veces del acierto, del éxito informativo sobre lo que sucede en nuestra región, lugares apartados olvidados, historias sin igual, la ética periodística en la carta de presentación de cualquier casa editorial, como la nuestra. Por eso hoy es un día de lamento por la triste partida del laureado catedrático, escritor, periodista, pues es en regiones como la nuestra, ciudades intermedias como la nuestra, en donde la ética periodística puede desvanecerse como un suspiro ante fenómenos como la autocensura, que por estas épocas no llega a las salsas de redacción a punta de fusil sino a punta de dinero transado.
Le hacemos enorme falta a la sociedad cuando no andamos por la senda que trazaron maestros como Restrepo, y nos apartamos a lugares de autocomplacencia, en los que nos convencemos que la información mal entregada, al fin y al cabo desinformación, tiene algo de justificable por cosas de toda índole, pero al final del día sabemos que no es cierto. La ética es innegociable.

En esta temporada electoral, cuando nuestra ética camina sobre el filo de la navaja, caminemos erguidos y confiados en que no hay más periodismo que el que se hace sobre la balanza, principios de equidad, respeto y verdad. Descanse en paz, maestro Javier Darío Restrepo, que su legado por la verdad absoluta y el respeto por los cánones que rigen esta actividad invada cada corazón que ejerza el periodismo, y más en aquellos lugares corroídos por la corrupción apoyada en un periodismo ausente, complaciente del poder y amiguero de los poderosos.