Antes de cerrarse el semestre académico 2021-1 en la Universidad Popular del Cesar (UPC), en Valledupar, recibí en mi celular un mensaje. Era de una estudiante quien me pedía una rectificación de su calificación final del tercer parcial. Ella reclamaba una calificación inferior a la que yo le había puesto. Es normal que al filo […]
Antes de cerrarse el semestre académico 2021-1 en la Universidad Popular del Cesar (UPC), en Valledupar, recibí en mi celular un mensaje. Era de una estudiante quien me pedía una rectificación de su calificación final del tercer parcial. Ella reclamaba una calificación inferior a la que yo le había puesto.
Es normal que al filo del cierre del semestre algunos estudiantes pidan a sus docentes corrección de sus calificaciones finales. Siempre suceden reclamos, el estudiante siempre reclama a su favor.
Uno como docente tiene libertad, por varios días, de hacer correcciones en línea, en la plataforma que usa la universidad. Por lo tanto es obligación del docente y del estudiante estar pendiente de esos errores para subsanarlos debidamente.
En mis 20 años de docencia en la UPC jamás había conocido algo igual. Nunca en mis reuniones de Área del Departamento de Pedagogía le he escuchado a algún docente algo parecido o que hayaocurrido algo tan inusual, que hoy resalta la honestidad y transparencia de una de mis estudiantes de la carrera de Contaduría. Se trata de Ingrid Yisel Camargo Niño, de 17 años de edad, de Valledupar. Es hija de Alejandro Camargo (mecánico) y Dubis Niño. Tiene dos hermanos: Alejandro y Cristian.
Ella reclamó que en la nota final del tercer parcial yo le había puesto 5.0, cuando era 3.7. El mensaje fue el siguiente: “Buenas tardes profe, soy Ingrid Camargo del programa de Contaduría Pública. Perdone la molestia, sé que hoy es festivo, pero fue el día en que me di cuenta de esta situación, porque tengo entendido que los profesores tienen plazo hasta mañana para subir notas.
Profe lo que sucede es que su materia Expresión Oral y Escrita, en el tercer corte, me había quedado en 3,7, recuerdo muy bien la nota que usted me dijo, la misma que se me reflejó en la plataforma.
Sin embargo, ingresé otra vez al Vortal (plataforma) y me aparece que su materia en el tercer corte me quedó en 5.0. Me imagino que usted se equivocó y por eso le informo lo sucedido, para que corrija. Sobre todo, la sinceridad, porque veo que esa nota no me corresponde a mí”, concluyó.
Enseguida, revisé mis apuntes y me di cuenta que la joven tenía razón. Sin embargo, el 5.0 correspondía a una exoneración que le había hecho por haber sido una meritoria estudiante durante el semestre, porque tenía de ella evaluaciones cuantitativas y cualitativas, la que la hacía digna de una nota distinguida al final. Así se lo comuniqué y quedó tranquila. “Bueno, profe, creía que se había equivocado, disculpe”, dijo.
Con su actitud corroboró mi posición de que estaba frente a una estudiante proba, con muchos valores por esparcir entre la comunidad universitaria; porque su grandeza de honestidad dignifica su estar en esta institución universitaria que, en varias ocasiones, ha sido salpicada y cuestionada por componendas para designar rector y directivos.
Esta joven le ha dado una muestra de honestidad a quienes han mancillado a la UPC, unos para hacerse ricos y otros para tener poder y galopar sobre la corrupción. Hoy la universidad está sumida en un lío jurídico, sin rector en propiedad y a la espera que el Consejo de Estado decida la suerte de su proceso autónomo.
En fin, ella (Ingrid Camargo) es un ejemplo para iniciar el cambio en la UPC, para retomar la propuesta fundada el 19 de noviembre de 1976. Debieran incluir un premio becario para estudiantes que generen esta clase de lealtad con la institución. Hasta la próxima semana.
Antes de cerrarse el semestre académico 2021-1 en la Universidad Popular del Cesar (UPC), en Valledupar, recibí en mi celular un mensaje. Era de una estudiante quien me pedía una rectificación de su calificación final del tercer parcial. Ella reclamaba una calificación inferior a la que yo le había puesto. Es normal que al filo […]
Antes de cerrarse el semestre académico 2021-1 en la Universidad Popular del Cesar (UPC), en Valledupar, recibí en mi celular un mensaje. Era de una estudiante quien me pedía una rectificación de su calificación final del tercer parcial. Ella reclamaba una calificación inferior a la que yo le había puesto.
Es normal que al filo del cierre del semestre algunos estudiantes pidan a sus docentes corrección de sus calificaciones finales. Siempre suceden reclamos, el estudiante siempre reclama a su favor.
Uno como docente tiene libertad, por varios días, de hacer correcciones en línea, en la plataforma que usa la universidad. Por lo tanto es obligación del docente y del estudiante estar pendiente de esos errores para subsanarlos debidamente.
En mis 20 años de docencia en la UPC jamás había conocido algo igual. Nunca en mis reuniones de Área del Departamento de Pedagogía le he escuchado a algún docente algo parecido o que hayaocurrido algo tan inusual, que hoy resalta la honestidad y transparencia de una de mis estudiantes de la carrera de Contaduría. Se trata de Ingrid Yisel Camargo Niño, de 17 años de edad, de Valledupar. Es hija de Alejandro Camargo (mecánico) y Dubis Niño. Tiene dos hermanos: Alejandro y Cristian.
Ella reclamó que en la nota final del tercer parcial yo le había puesto 5.0, cuando era 3.7. El mensaje fue el siguiente: “Buenas tardes profe, soy Ingrid Camargo del programa de Contaduría Pública. Perdone la molestia, sé que hoy es festivo, pero fue el día en que me di cuenta de esta situación, porque tengo entendido que los profesores tienen plazo hasta mañana para subir notas.
Profe lo que sucede es que su materia Expresión Oral y Escrita, en el tercer corte, me había quedado en 3,7, recuerdo muy bien la nota que usted me dijo, la misma que se me reflejó en la plataforma.
Sin embargo, ingresé otra vez al Vortal (plataforma) y me aparece que su materia en el tercer corte me quedó en 5.0. Me imagino que usted se equivocó y por eso le informo lo sucedido, para que corrija. Sobre todo, la sinceridad, porque veo que esa nota no me corresponde a mí”, concluyó.
Enseguida, revisé mis apuntes y me di cuenta que la joven tenía razón. Sin embargo, el 5.0 correspondía a una exoneración que le había hecho por haber sido una meritoria estudiante durante el semestre, porque tenía de ella evaluaciones cuantitativas y cualitativas, la que la hacía digna de una nota distinguida al final. Así se lo comuniqué y quedó tranquila. “Bueno, profe, creía que se había equivocado, disculpe”, dijo.
Con su actitud corroboró mi posición de que estaba frente a una estudiante proba, con muchos valores por esparcir entre la comunidad universitaria; porque su grandeza de honestidad dignifica su estar en esta institución universitaria que, en varias ocasiones, ha sido salpicada y cuestionada por componendas para designar rector y directivos.
Esta joven le ha dado una muestra de honestidad a quienes han mancillado a la UPC, unos para hacerse ricos y otros para tener poder y galopar sobre la corrupción. Hoy la universidad está sumida en un lío jurídico, sin rector en propiedad y a la espera que el Consejo de Estado decida la suerte de su proceso autónomo.
En fin, ella (Ingrid Camargo) es un ejemplo para iniciar el cambio en la UPC, para retomar la propuesta fundada el 19 de noviembre de 1976. Debieran incluir un premio becario para estudiantes que generen esta clase de lealtad con la institución. Hasta la próxima semana.