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Columnista - 8 abril, 2021

Esperando octubre

Nos informa la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que el evento tradicional se hará en octubre. Cada aviso, programación, intención o ganas de hacer algo, queda supeditado a la pandemia, es decir a como nos comportemos como personas y qué funciones desempeñen los científicos, las empresas, los gobiernos. Nada está claro, nada está confirmado, […]

Nos informa la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que el evento tradicional se hará en octubre. Cada aviso, programación, intención o ganas de hacer algo, queda supeditado a la pandemia, es decir a como nos comportemos como personas y qué funciones desempeñen los científicos, las empresas, los gobiernos. Nada está claro, nada está confirmado, excepto que la pandemia va a durar mucho tiempo, y sin saber cuáles serán sus siguientes pasos catastróficos porque cada día aparece una nueva cepa, y otro tercer pico, peor que el anterior, es decir con nuevos síntomas, silenciosos, rápidos y fatales.

Cuando pensábamos que era una ligera afección pasajera y casi castigadora por el comportamiento de la humanidad, incluso cuando nos insinuaban que era una pugna económica y política de los gigantes del poder, hoy ya la cifra desalentadora de tantas pérdidas en todos los campos, es incuantificable.

Los gobiernos locales encuentran en la peste la explicación de todos sus males, los líderes que el país requiere casi con urgencia, están enredados por iguales o parecidos motivos con sus contrarios, y al final ninguna luz de esperanza aparece, solo insultos, persecuciones, acusaciones, interpretaciones, es decir, disfraces distintos para el mismo carnaval de la desesperanza.

Para Valledupar, el Festival es su evento. Una cultura heredada de la amistad, la bohemia, la solidaridad, hospitalidad, el chiste, la familiaridad, todo con el encanto de   los cantores y acordeones, los versos, la gastronomía, los paisajes y los recuerdos suman un todo elemental. 

Se discute en esquinas y encuentros casuales, y también virtuales, si el vallenato como música está dando sus últimos pasos, sus grandes figuras y cultores, por variadas circunstancias, se  han marchado, y los herederos no han sido capaces de cubrir esos espacios, ya que sus condiciones, por diversos motivos, temporales y circunstanciales, imposibilitan en lugar y tiempo tener la misma fuerza poética e interpretativa que los anteriores.

Será muy difícil encontrar un Escalona, Tobías Enrique Pumarejo, Carlos Huertas, Hernando Marín, Freddy Molina, o las notas de Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, Colacho Mendoza y las voces de  Rafael Orozco, Diomedes Díaz, y la pérdida reciente de Jorge Oñate, para poner, al menos a grandes valores de la vallenatía, olvidando sin proponérmelo a tantos que merecen y se ganaron un espacio en nuestro pentagrama cultural.

El evento, nuestra fiesta, será en octubre, como dicen sus organizadores: si las circunstancias lo permiten. Será un festival menos alegre, no encontraremos personajes sencillos que suman el montón de la bulla, seres sin fama ni rostro que  con sus sonrisas, presencia y participación, hicieron de una manera elemental el gran grueso del vallenato popular. Será un octubre de luto, pero la fuerza interior de cada vallenato hace que el color resalte para saber que estamos vivos. Siempre la esperanza gana. Ser optimista tiene sus resultados, ya lo veremos. Saludos.

Columnista
8 abril, 2021

Esperando octubre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

Nos informa la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que el evento tradicional se hará en octubre. Cada aviso, programación, intención o ganas de hacer algo, queda supeditado a la pandemia, es decir a como nos comportemos como personas y qué funciones desempeñen los científicos, las empresas, los gobiernos. Nada está claro, nada está confirmado, […]


Nos informa la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata que el evento tradicional se hará en octubre. Cada aviso, programación, intención o ganas de hacer algo, queda supeditado a la pandemia, es decir a como nos comportemos como personas y qué funciones desempeñen los científicos, las empresas, los gobiernos. Nada está claro, nada está confirmado, excepto que la pandemia va a durar mucho tiempo, y sin saber cuáles serán sus siguientes pasos catastróficos porque cada día aparece una nueva cepa, y otro tercer pico, peor que el anterior, es decir con nuevos síntomas, silenciosos, rápidos y fatales.

Cuando pensábamos que era una ligera afección pasajera y casi castigadora por el comportamiento de la humanidad, incluso cuando nos insinuaban que era una pugna económica y política de los gigantes del poder, hoy ya la cifra desalentadora de tantas pérdidas en todos los campos, es incuantificable.

Los gobiernos locales encuentran en la peste la explicación de todos sus males, los líderes que el país requiere casi con urgencia, están enredados por iguales o parecidos motivos con sus contrarios, y al final ninguna luz de esperanza aparece, solo insultos, persecuciones, acusaciones, interpretaciones, es decir, disfraces distintos para el mismo carnaval de la desesperanza.

Para Valledupar, el Festival es su evento. Una cultura heredada de la amistad, la bohemia, la solidaridad, hospitalidad, el chiste, la familiaridad, todo con el encanto de   los cantores y acordeones, los versos, la gastronomía, los paisajes y los recuerdos suman un todo elemental. 

Se discute en esquinas y encuentros casuales, y también virtuales, si el vallenato como música está dando sus últimos pasos, sus grandes figuras y cultores, por variadas circunstancias, se  han marchado, y los herederos no han sido capaces de cubrir esos espacios, ya que sus condiciones, por diversos motivos, temporales y circunstanciales, imposibilitan en lugar y tiempo tener la misma fuerza poética e interpretativa que los anteriores.

Será muy difícil encontrar un Escalona, Tobías Enrique Pumarejo, Carlos Huertas, Hernando Marín, Freddy Molina, o las notas de Luis Enrique Martínez, Alejo Durán, Colacho Mendoza y las voces de  Rafael Orozco, Diomedes Díaz, y la pérdida reciente de Jorge Oñate, para poner, al menos a grandes valores de la vallenatía, olvidando sin proponérmelo a tantos que merecen y se ganaron un espacio en nuestro pentagrama cultural.

El evento, nuestra fiesta, será en octubre, como dicen sus organizadores: si las circunstancias lo permiten. Será un festival menos alegre, no encontraremos personajes sencillos que suman el montón de la bulla, seres sin fama ni rostro que  con sus sonrisas, presencia y participación, hicieron de una manera elemental el gran grueso del vallenato popular. Será un octubre de luto, pero la fuerza interior de cada vallenato hace que el color resalte para saber que estamos vivos. Siempre la esperanza gana. Ser optimista tiene sus resultados, ya lo veremos. Saludos.