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Columnista - 9 agosto, 2010

Eso no es lo mío

MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta El crecimiento de la ciudad y los afanes de la vida moderna no dan espacio ni tiempo para encauzar una conversación medianamente inteligente. Todo se va en saludo y despedida. Hasta fórmulas sacramentales se han inventado: los cachacos nos endonaron el “¿cómo vas?”, para aligerar el cruce de palabras. […]

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MISCELÁNEA

Por Luis Augusto González Pimienta

El crecimiento de la ciudad y los afanes de la vida moderna no dan espacio ni tiempo para encauzar una conversación medianamente inteligente. Todo se va en saludo y despedida. Hasta fórmulas sacramentales se han inventado: los cachacos nos endonaron el “¿cómo vas?”, para aligerar el cruce de palabras.

He comprobado que los velorios van quedando como el último refugio de las amistades y las remembranzas.

Justamente en uno de ellos, en el de un muy querido amigo y gran persona, coincidí con un distinguido médico con quien me unen viejos lazos de amistad. Tinto en mano hablamos de muchas cosas y me confesó que acostumbra a leer mis columnas semanales. Me hizo saber que le gustan, pero que les falta fricción, calor, combatividad. Que a él le encantan los escritores y comentaristas provocadores, carboneros y mal hablados, o como decía mi abuela “zuzismadores”, que presumo es una derivación de azuzadores.

Rápidamente le salí al paso diciéndole que ése no era, ni sería mi estilo. En mi casa aprendí que el respeto se logra respetando a los demás y que las buenas maneras, así estuvieran en desuso, acompañarían siempre mis escritos. Le insinué que analizara con cuidado a los comentaristas incendiarios para que advirtiera sin mayor esfuerzo que algún trastorno tienen. Aceptó y complementó mi dicho con una expresión irrepetible, algo así como que los que cizañeros e insultadores no tienen bien formadas las gónadas masculinas.

Lo que le dije al galeno ha sido mi norte. Me complace dirigirme con respeto a las personas y a sus actuaciones, procurando destacar lo bueno.

Y aquí toco tierra: deseo resaltar a dos distinguidas amigas, triunfadoras cada una en su campo. Tienen en común su reconocido linaje  exento de riquezas materiales. Lo de ellas ha sido un constante luchar en un medio difícil y en ocasiones hostil. En sus respectivas carreras se han tropezado con rosas y también con espinas. Han sabido ser persistentes, luchadoras y ante todo, muy dignas. Inteligentes, capaces, educadas, buenas amigas y perseverantes, son dos casos emblemáticos de la verdadera mujer de la Provincia. Ésa que nos acuna con sus propios versos, que nos brinda su ternura, su amor, su compañía y nos regala su sabiduría.

Me refiero a Olga Valle de De la Hoz y a Mary Daza Orozco. Aquella acaba de ser exaltada al Consejo de Estado, y ésta presentó recientemente su octava novela, con el sugestivo título “Encuéntrame”. En una sociedad machista como la nuestra es doblemente meritorio que las mujeres se destaquen. Olguita y Mary lo han logrado con creces. La una, “Primera Dama de la Justicia”, la otra, “Primera Dama de las Letras”.

La satisfacción de verlas triunfar es inmensa, pues con ambas me une una amistad que surgió desde la infancia, en donde nuestros sueños eran compartidos, así como lo fueron nuestros juegos y celebraciones. Sus familias y la mía estuvieran unidas por el cordón umbilical de la amistad sin tapujos ni prevenciones. Así la hemos mantenido los descendientes y así esperamos perpetuarla.

Para Olguita y para Mary mi más sentida felicitación y el deseo ferviente de que sigan triunfando. Se lo merecen, se lo han ganado a pulso.


P.S. Siguen apagadas las 60 luces que van de la glorieta La Pilonera al puente de Hurtado. Señor interventor de la concesión Alumbrado Público y señor Alcalde ¿qué esperan para arreglarlas?

Columnista
9 agosto, 2010

Eso no es lo mío

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Augusto González Pimienta

MISCELÁNEA Por Luis Augusto González Pimienta El crecimiento de la ciudad y los afanes de la vida moderna no dan espacio ni tiempo para encauzar una conversación medianamente inteligente. Todo se va en saludo y despedida. Hasta fórmulas sacramentales se han inventado: los cachacos nos endonaron el “¿cómo vas?”, para aligerar el cruce de palabras. […]


MISCELÁNEA

Por Luis Augusto González Pimienta

El crecimiento de la ciudad y los afanes de la vida moderna no dan espacio ni tiempo para encauzar una conversación medianamente inteligente. Todo se va en saludo y despedida. Hasta fórmulas sacramentales se han inventado: los cachacos nos endonaron el “¿cómo vas?”, para aligerar el cruce de palabras.

He comprobado que los velorios van quedando como el último refugio de las amistades y las remembranzas.

Justamente en uno de ellos, en el de un muy querido amigo y gran persona, coincidí con un distinguido médico con quien me unen viejos lazos de amistad. Tinto en mano hablamos de muchas cosas y me confesó que acostumbra a leer mis columnas semanales. Me hizo saber que le gustan, pero que les falta fricción, calor, combatividad. Que a él le encantan los escritores y comentaristas provocadores, carboneros y mal hablados, o como decía mi abuela “zuzismadores”, que presumo es una derivación de azuzadores.

Rápidamente le salí al paso diciéndole que ése no era, ni sería mi estilo. En mi casa aprendí que el respeto se logra respetando a los demás y que las buenas maneras, así estuvieran en desuso, acompañarían siempre mis escritos. Le insinué que analizara con cuidado a los comentaristas incendiarios para que advirtiera sin mayor esfuerzo que algún trastorno tienen. Aceptó y complementó mi dicho con una expresión irrepetible, algo así como que los que cizañeros e insultadores no tienen bien formadas las gónadas masculinas.

Lo que le dije al galeno ha sido mi norte. Me complace dirigirme con respeto a las personas y a sus actuaciones, procurando destacar lo bueno.

Y aquí toco tierra: deseo resaltar a dos distinguidas amigas, triunfadoras cada una en su campo. Tienen en común su reconocido linaje  exento de riquezas materiales. Lo de ellas ha sido un constante luchar en un medio difícil y en ocasiones hostil. En sus respectivas carreras se han tropezado con rosas y también con espinas. Han sabido ser persistentes, luchadoras y ante todo, muy dignas. Inteligentes, capaces, educadas, buenas amigas y perseverantes, son dos casos emblemáticos de la verdadera mujer de la Provincia. Ésa que nos acuna con sus propios versos, que nos brinda su ternura, su amor, su compañía y nos regala su sabiduría.

Me refiero a Olga Valle de De la Hoz y a Mary Daza Orozco. Aquella acaba de ser exaltada al Consejo de Estado, y ésta presentó recientemente su octava novela, con el sugestivo título “Encuéntrame”. En una sociedad machista como la nuestra es doblemente meritorio que las mujeres se destaquen. Olguita y Mary lo han logrado con creces. La una, “Primera Dama de la Justicia”, la otra, “Primera Dama de las Letras”.

La satisfacción de verlas triunfar es inmensa, pues con ambas me une una amistad que surgió desde la infancia, en donde nuestros sueños eran compartidos, así como lo fueron nuestros juegos y celebraciones. Sus familias y la mía estuvieran unidas por el cordón umbilical de la amistad sin tapujos ni prevenciones. Así la hemos mantenido los descendientes y así esperamos perpetuarla.

Para Olguita y para Mary mi más sentida felicitación y el deseo ferviente de que sigan triunfando. Se lo merecen, se lo han ganado a pulso.


P.S. Siguen apagadas las 60 luces que van de la glorieta La Pilonera al puente de Hurtado. Señor interventor de la concesión Alumbrado Público y señor Alcalde ¿qué esperan para arreglarlas?