Una reflexión al terminar unas turísticas vacaciones. Valledupar y sus alrededores tienen el potencial (con las restricciones que mencionaremos) pero requieren el desarrollo. El atractivo principal de un sitio lo determina su localización, su geografía, sus paisajes, “el turismo entra por los ojos” relacionado con él está su acceso. Ahí empieza la competencia: la Costa […]
Una reflexión al terminar unas turísticas vacaciones. Valledupar y sus alrededores tienen el potencial (con las restricciones que mencionaremos) pero requieren el desarrollo. El atractivo principal de un sitio lo determina su localización, su geografía, sus paisajes, “el turismo entra por los ojos” relacionado con él está su acceso. Ahí empieza la competencia: la Costa se caracteriza por el turismo de sol y playa. Recordamos que el Cesar es el único departamento del Caribe que no tiene mar y que su capital acusa un aislamiento geográfico.
¿Qué motivación tendrá un turista nacional o internacional para venir a Valledupar y no ir a Santa Marta, Cartagena o a la alta Guajira?
El turismo ejecutivo depende de la actividad económica y es normal en todas las ciudades (a propósito, preguntamos al alcalde ¿qué pasó con Pro-Valledupar, un anunciado instrumento para promover inversiones en la ciudad?). Otro turismo, el de convenciones, depende en buena medida de escenarios, que en la ciudad no hay para hacer un evento que reúna con comodidad y servicios a más de mil personas. El proyectado Centro de Convenciones promovido por la Cámara de Comercio acusa fracaso; de ahí que los consultores diseñadores del denominado centro cultural de la música vallenata, que promueve el gobernador Monsalvo, en el sitio de la demolida Zona de Carreteras, hayan pensado que este debe tener un gran salón para eventos de mayor tamaño.
Otra faceta del turismo es el étnico- histórico-cultural, es el que podemos desarrollar. Actualmente es intermitente, y ha dependido del vallenato. El principal certamen es el Festival, que se celebra cada año. Aproximadamente 25.000 personas entran en pocos días y pernoctan en hoteles y casas de familia, que no dan abasto.
No ha sido fácil lograr que la afluencia se dé en otras épocas del año. Iniciativas como las de la ‘Ruta de Escalona’, pre-festivales, etc. no han funcionado, salvo algunos lanzamientos de nuevos discos. El Centro Histórico se ha dejado morir sin una intervención decidida. A ríos cantados como el Guatapurí se les daña el paisaje.
Hay un atractivo vinculado a ríos y quebradas, la Sierra y sus etnias. Pero no hay un entendimiento con ellas de cómo puede ser ese turismo, con qué intensidad, con qué afluencia y frecuencia, en qué lugares, qué tipo de infraestructuras y transportes y con qué participación de ellas en la facilitación y en sus beneficios. Se dice que los indígenas se oponen a que se hagan carreteras e infraestructuras hacia la Sierra,eso debe ser discutido con ellos y dado a conocer al público. Turistas, algunos extranjeros, se aproximan a los picos nevados y pasan por sus poblaciones. Por el impacto de las brisas y el poniente el sur-oriente de la Sierra es el más árido y de más fácil acceso por el visitante. ¿Qué tal que lo promoviéramos con la marca ‘La Sierra Nevada de Valledupar’?
No estamos en capacidad de medir el impacto de la re-pavimentación de la carretera el Zanjón- Pueblo Bello, que se viene ejecutando con un retraso que genera inquietudes. Ya se perciben impactos de las mejoradas carreteras a Villa Germania, y en el otro lado las de Patillal y Atanquez.
No conocemos un plan, ni una institución, no hay una secretaría especializada en el turismo. ¿Quién nos puede contestar, por favor? – Eso sí, conocemos que ocasionalmente viene el respectivo Ministro o su delegado al que se le hace por el alcalde o el gobernador una parranda, – no dudamos de que la hospitalidad y la música son un buen distintivo que ayuda al turismo- pero nada queda.
Una reflexión al terminar unas turísticas vacaciones. Valledupar y sus alrededores tienen el potencial (con las restricciones que mencionaremos) pero requieren el desarrollo. El atractivo principal de un sitio lo determina su localización, su geografía, sus paisajes, “el turismo entra por los ojos” relacionado con él está su acceso. Ahí empieza la competencia: la Costa […]
Una reflexión al terminar unas turísticas vacaciones. Valledupar y sus alrededores tienen el potencial (con las restricciones que mencionaremos) pero requieren el desarrollo. El atractivo principal de un sitio lo determina su localización, su geografía, sus paisajes, “el turismo entra por los ojos” relacionado con él está su acceso. Ahí empieza la competencia: la Costa se caracteriza por el turismo de sol y playa. Recordamos que el Cesar es el único departamento del Caribe que no tiene mar y que su capital acusa un aislamiento geográfico.
¿Qué motivación tendrá un turista nacional o internacional para venir a Valledupar y no ir a Santa Marta, Cartagena o a la alta Guajira?
El turismo ejecutivo depende de la actividad económica y es normal en todas las ciudades (a propósito, preguntamos al alcalde ¿qué pasó con Pro-Valledupar, un anunciado instrumento para promover inversiones en la ciudad?). Otro turismo, el de convenciones, depende en buena medida de escenarios, que en la ciudad no hay para hacer un evento que reúna con comodidad y servicios a más de mil personas. El proyectado Centro de Convenciones promovido por la Cámara de Comercio acusa fracaso; de ahí que los consultores diseñadores del denominado centro cultural de la música vallenata, que promueve el gobernador Monsalvo, en el sitio de la demolida Zona de Carreteras, hayan pensado que este debe tener un gran salón para eventos de mayor tamaño.
Otra faceta del turismo es el étnico- histórico-cultural, es el que podemos desarrollar. Actualmente es intermitente, y ha dependido del vallenato. El principal certamen es el Festival, que se celebra cada año. Aproximadamente 25.000 personas entran en pocos días y pernoctan en hoteles y casas de familia, que no dan abasto.
No ha sido fácil lograr que la afluencia se dé en otras épocas del año. Iniciativas como las de la ‘Ruta de Escalona’, pre-festivales, etc. no han funcionado, salvo algunos lanzamientos de nuevos discos. El Centro Histórico se ha dejado morir sin una intervención decidida. A ríos cantados como el Guatapurí se les daña el paisaje.
Hay un atractivo vinculado a ríos y quebradas, la Sierra y sus etnias. Pero no hay un entendimiento con ellas de cómo puede ser ese turismo, con qué intensidad, con qué afluencia y frecuencia, en qué lugares, qué tipo de infraestructuras y transportes y con qué participación de ellas en la facilitación y en sus beneficios. Se dice que los indígenas se oponen a que se hagan carreteras e infraestructuras hacia la Sierra,eso debe ser discutido con ellos y dado a conocer al público. Turistas, algunos extranjeros, se aproximan a los picos nevados y pasan por sus poblaciones. Por el impacto de las brisas y el poniente el sur-oriente de la Sierra es el más árido y de más fácil acceso por el visitante. ¿Qué tal que lo promoviéramos con la marca ‘La Sierra Nevada de Valledupar’?
No estamos en capacidad de medir el impacto de la re-pavimentación de la carretera el Zanjón- Pueblo Bello, que se viene ejecutando con un retraso que genera inquietudes. Ya se perciben impactos de las mejoradas carreteras a Villa Germania, y en el otro lado las de Patillal y Atanquez.
No conocemos un plan, ni una institución, no hay una secretaría especializada en el turismo. ¿Quién nos puede contestar, por favor? – Eso sí, conocemos que ocasionalmente viene el respectivo Ministro o su delegado al que se le hace por el alcalde o el gobernador una parranda, – no dudamos de que la hospitalidad y la música son un buen distintivo que ayuda al turismo- pero nada queda.