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Columnista - 24 agosto, 2021

Es posible derrotarlos, poco a poco se desmoronan

Luis Alberto Monsalvo culminó su primer mandato en el año 2015 con una gran popularidad, difundió en todos los rincones del departamentos lo que llamó sus “500 logros”, todo ello quedó ratificado con la elección de su sucesor Francisco Ovalle Angarita, quien solo tuvo que sonreír frente a las cámaras porque los votos, estructura y […]

Luis Alberto Monsalvo culminó su primer mandato en el año 2015 con una gran popularidad, difundió en todos los rincones del departamentos lo que llamó sus “500 logros”, todo ello quedó ratificado con la elección de su sucesor Francisco Ovalle Angarita, quien solo tuvo que sonreír frente a las cámaras porque los votos, estructura y demás fueron suministrados por el grupo político del gobernador Monsalvo.

Esa misma popularidad le permitió regresar a la Gobernación para el período 2020-2023, pero en esta ocasión su gestión ha tenido múltiples cuestionamientos, no solo por lo que ha hecho en estos meses, también arrastra penosas situaciones originadas desde su anterior gobierno, quedando en nuestra retina protuberantes irregularidades que han minado la imagen de quien parecía invulnerable y pretendía mostrar una administración “perfecta”.

El segundo gobierno de Luis Alberto Monsalvo inicia con un escándalo nacional; opositores revelaron que los contratos de mercados para ayudas a los más vulnerables podrían tener sobrecostos, generando la suspensión de dos de sus más altas funcionarias.

También el año anterior se conoció la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en la que condenaba al gobernador por el delito de corrupción al sufragante por hechos que se remontan a su primera candidatura en el 2011; sin embargo mientras todos estaban atentos a la terna que dormía en el palacio de Nariño, la decisión de segunda instancia de la misma Corte absuelve al mandatario departamental. Este fallo del alto tribunal fortaleció la idea de un Monsalvo indestructible; pero al regresar, el gobernador observa cómo por múltiples frentes van destapándose escandalosos hechos que estaban escondidos desde su primer mandato.

Las obras inconclusas del estadio, el desastre que se ha convertido el CDT ganadero y pesquero, en donde anidan sospechosos movimientos presupuestales y sociedades con figuras misteriosas como Hugo Canabal, miembro de una de las empresas que conforman la firma que tiene embolatado $70 mil millones del Ministerio de las Tics.

De igual manera, la triste situación del Hospital Rosario Pumarejo de López y el Idreec dejan en evidencia a un gobernador alejado de las profundas problemáticas del Cesar, pero eso sí, interesado en lo no prioritario, el Centro Cultural de la Música Vallenata. Todo esto ha afectado contundentemente la imagen del gobernador y su grupo político, cada día se expande más la idea de que es un mal ejecutor, terrible administrador de lo público y se descubren más cosas que aumenta la desconfianza de los cesarenses; los “500 logros” fue solo una estrategia publicitaria para disfrazar lo que en realidad estaba ocurriendo en nuestras narices, obras cuestionadas, numerosas investigaciones, condenas, suspensiones y privaciones de la libertad que hacen pensar que estamos próximos al fin de uno de los imperios más poderosos de Colombia.

Columnista
24 agosto, 2021

Es posible derrotarlos, poco a poco se desmoronan

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Luis Alberto Monsalvo culminó su primer mandato en el año 2015 con una gran popularidad, difundió en todos los rincones del departamentos lo que llamó sus “500 logros”, todo ello quedó ratificado con la elección de su sucesor Francisco Ovalle Angarita, quien solo tuvo que sonreír frente a las cámaras porque los votos, estructura y […]


Luis Alberto Monsalvo culminó su primer mandato en el año 2015 con una gran popularidad, difundió en todos los rincones del departamentos lo que llamó sus “500 logros”, todo ello quedó ratificado con la elección de su sucesor Francisco Ovalle Angarita, quien solo tuvo que sonreír frente a las cámaras porque los votos, estructura y demás fueron suministrados por el grupo político del gobernador Monsalvo.

Esa misma popularidad le permitió regresar a la Gobernación para el período 2020-2023, pero en esta ocasión su gestión ha tenido múltiples cuestionamientos, no solo por lo que ha hecho en estos meses, también arrastra penosas situaciones originadas desde su anterior gobierno, quedando en nuestra retina protuberantes irregularidades que han minado la imagen de quien parecía invulnerable y pretendía mostrar una administración “perfecta”.

El segundo gobierno de Luis Alberto Monsalvo inicia con un escándalo nacional; opositores revelaron que los contratos de mercados para ayudas a los más vulnerables podrían tener sobrecostos, generando la suspensión de dos de sus más altas funcionarias.

También el año anterior se conoció la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en la que condenaba al gobernador por el delito de corrupción al sufragante por hechos que se remontan a su primera candidatura en el 2011; sin embargo mientras todos estaban atentos a la terna que dormía en el palacio de Nariño, la decisión de segunda instancia de la misma Corte absuelve al mandatario departamental. Este fallo del alto tribunal fortaleció la idea de un Monsalvo indestructible; pero al regresar, el gobernador observa cómo por múltiples frentes van destapándose escandalosos hechos que estaban escondidos desde su primer mandato.

Las obras inconclusas del estadio, el desastre que se ha convertido el CDT ganadero y pesquero, en donde anidan sospechosos movimientos presupuestales y sociedades con figuras misteriosas como Hugo Canabal, miembro de una de las empresas que conforman la firma que tiene embolatado $70 mil millones del Ministerio de las Tics.

De igual manera, la triste situación del Hospital Rosario Pumarejo de López y el Idreec dejan en evidencia a un gobernador alejado de las profundas problemáticas del Cesar, pero eso sí, interesado en lo no prioritario, el Centro Cultural de la Música Vallenata. Todo esto ha afectado contundentemente la imagen del gobernador y su grupo político, cada día se expande más la idea de que es un mal ejecutor, terrible administrador de lo público y se descubren más cosas que aumenta la desconfianza de los cesarenses; los “500 logros” fue solo una estrategia publicitaria para disfrazar lo que en realidad estaba ocurriendo en nuestras narices, obras cuestionadas, numerosas investigaciones, condenas, suspensiones y privaciones de la libertad que hacen pensar que estamos próximos al fin de uno de los imperios más poderosos de Colombia.