Pasó la celebración nacional del día del periodista y de nuevo las organizaciones de todos los tiempos publican la importancia de la profesión, denunciando las dificultades para ejercerla. Muchas cosas contribuyen al tema, temor permanente, riesgos en investigaciones, mundos oscuros de situaciones, entidades y personas, situaciones de economía, sociales, responsabilidad, éticos, enfrentado factores como competencia, […]
Pasó la celebración nacional del día del periodista y de nuevo las organizaciones de todos los tiempos publican la importancia de la profesión, denunciando las dificultades para ejercerla.
Muchas cosas contribuyen al tema, temor permanente, riesgos en investigaciones, mundos oscuros de situaciones, entidades y personas, situaciones de economía, sociales, responsabilidad, éticos, enfrentado factores como competencia, tecnología, inmediatez, y la confusión de siempre si el periodismo es negocio o servicio público, y entonces vuelve la pregunta: ¿negocio para quién?
En las provincias es difícil hacer periodismo objetivo, peligroso inclusive, toca hacerlo con las uñas y la amenaza permanente con sus pautas publicitarias, para quitarte al menos esa limosna de supervivencia, de tal manera que somos eso, sobrevivientes de un oficio necesario, útil, pacifico, humano…
Hoy cuando las redes agitan masas con sus verdades a medias y sus espectáculos por cada suceso, gradúan a los famosos ‘influencer’, muchas veces los actores son unos payasos de la tecnología que de cualquier tontería viralizan un tema, desde una perrita abandonada en la calle, una serpiente tragándose a otra, hasta algún político que usa el cordoncito del tapabocas como seda dental. Hoy también existen los coach -aquí religiosos-, seguidores de un exalcalde que en su administración los buscaba para que oraran por él, antes y después, como si fuera un angelito incapaz de robarse un peso, y después del cargo viven en mansiones costosas, imposibles de adquirir con salarios del cargo.
Los periodistas, escribió una reconocida colega nacional, no somos más que nadie, ni poderosos, ni importantes, ni famosos, somos apenas el canal necesario entre la sociedad que actúa, y la sociedad que necesita informarse. Con mucha frecuencia, periodistas, comentaristas, locutores, opinadores, descargan defectos y piden cuentas sobre acciones administrativas y personales, pero no cuentan sus acciones que por omisión, acción, y amores cometieron con actores de la violencia y criminalidad reciente.
En el Cesar hay una larga lista de hombres y mujeres que apenas ayer estaban metidos en las serranía de Perijá, con comandantes farianos y elenos como compadres, luego con los paramilitares en la misma región festejaron, incluso sirvieron de mandaderos para ilicitudes del momento y amantes de los jefes que los dejaron con casas, fincas, pistolas, carros y empleos eternos, que incluso hoy siguen ahí, silenciosos en sus casos, pero acosan con críticas sin pedir perdón por sus actos pasados. Esa página falta aclarar entre colegas vallenatos y cesarenses. Es una página oscura que quienes no hemos perdido la memoria sabemos, conocemos y callamos, pero no olvidamos.
Ojalá el periodismo recuerde sus viejos caminos, aprovechando la facilidad de la tecnología, con la prudencia, sencillez, decencia, sin faltar a la verdad que en el fondo es la obligación y misión del llamado oficio más bello del mundo. Por pandemia, entiendo no hubo los famosos encuentros con comilonas y rifas, pero estoy casi seguro que más de uno recibió algún sobrecito secreto. Tengo por qué saberlo.
P.D. Pesares: Seguimos pendientes de la mejoría del cantor Jorge Oñate, cuya vida y obra son valores latentes del vallenato como cultura de esta tierra alegre, bohemia, sentimental y provinciana eterna.
Pasó la celebración nacional del día del periodista y de nuevo las organizaciones de todos los tiempos publican la importancia de la profesión, denunciando las dificultades para ejercerla. Muchas cosas contribuyen al tema, temor permanente, riesgos en investigaciones, mundos oscuros de situaciones, entidades y personas, situaciones de economía, sociales, responsabilidad, éticos, enfrentado factores como competencia, […]
Pasó la celebración nacional del día del periodista y de nuevo las organizaciones de todos los tiempos publican la importancia de la profesión, denunciando las dificultades para ejercerla.
Muchas cosas contribuyen al tema, temor permanente, riesgos en investigaciones, mundos oscuros de situaciones, entidades y personas, situaciones de economía, sociales, responsabilidad, éticos, enfrentado factores como competencia, tecnología, inmediatez, y la confusión de siempre si el periodismo es negocio o servicio público, y entonces vuelve la pregunta: ¿negocio para quién?
En las provincias es difícil hacer periodismo objetivo, peligroso inclusive, toca hacerlo con las uñas y la amenaza permanente con sus pautas publicitarias, para quitarte al menos esa limosna de supervivencia, de tal manera que somos eso, sobrevivientes de un oficio necesario, útil, pacifico, humano…
Hoy cuando las redes agitan masas con sus verdades a medias y sus espectáculos por cada suceso, gradúan a los famosos ‘influencer’, muchas veces los actores son unos payasos de la tecnología que de cualquier tontería viralizan un tema, desde una perrita abandonada en la calle, una serpiente tragándose a otra, hasta algún político que usa el cordoncito del tapabocas como seda dental. Hoy también existen los coach -aquí religiosos-, seguidores de un exalcalde que en su administración los buscaba para que oraran por él, antes y después, como si fuera un angelito incapaz de robarse un peso, y después del cargo viven en mansiones costosas, imposibles de adquirir con salarios del cargo.
Los periodistas, escribió una reconocida colega nacional, no somos más que nadie, ni poderosos, ni importantes, ni famosos, somos apenas el canal necesario entre la sociedad que actúa, y la sociedad que necesita informarse. Con mucha frecuencia, periodistas, comentaristas, locutores, opinadores, descargan defectos y piden cuentas sobre acciones administrativas y personales, pero no cuentan sus acciones que por omisión, acción, y amores cometieron con actores de la violencia y criminalidad reciente.
En el Cesar hay una larga lista de hombres y mujeres que apenas ayer estaban metidos en las serranía de Perijá, con comandantes farianos y elenos como compadres, luego con los paramilitares en la misma región festejaron, incluso sirvieron de mandaderos para ilicitudes del momento y amantes de los jefes que los dejaron con casas, fincas, pistolas, carros y empleos eternos, que incluso hoy siguen ahí, silenciosos en sus casos, pero acosan con críticas sin pedir perdón por sus actos pasados. Esa página falta aclarar entre colegas vallenatos y cesarenses. Es una página oscura que quienes no hemos perdido la memoria sabemos, conocemos y callamos, pero no olvidamos.
Ojalá el periodismo recuerde sus viejos caminos, aprovechando la facilidad de la tecnología, con la prudencia, sencillez, decencia, sin faltar a la verdad que en el fondo es la obligación y misión del llamado oficio más bello del mundo. Por pandemia, entiendo no hubo los famosos encuentros con comilonas y rifas, pero estoy casi seguro que más de uno recibió algún sobrecito secreto. Tengo por qué saberlo.
P.D. Pesares: Seguimos pendientes de la mejoría del cantor Jorge Oñate, cuya vida y obra son valores latentes del vallenato como cultura de esta tierra alegre, bohemia, sentimental y provinciana eterna.