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Columnista - 30 septiembre, 2021

A propósito de un desatino garrafal

A los europeos -coloquialmente hablando- el 12 de octubre de 1492, con el descubrimiento de América, se les apareció la virgen (en plena crisis económica). Este dicho popular lo traigo a colación por la enorme polarización que hay en América, debido más que todo a los modelos políticos, económicos y sociales impuestos por los gobernantes […]

A los europeos -coloquialmente hablando- el 12 de octubre de 1492, con el descubrimiento de América, se les apareció la virgen (en plena crisis económica). Este dicho popular lo traigo a colación por la enorme polarización que hay en América, debido más que todo a los modelos políticos, económicos y sociales impuestos por los gobernantes respectivos.

Cristóbal Colón, auspiciado por los reyes católicos de España (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón), encontró un continente, prácticamente, virgen, cuyos pobladores indígenas vivían sin tantos conflictos como los europeos, quienes mejor armados, inmisericordemente, comenzaron a explotar la descomunal riqueza del nuevo continente a la usanza de entonces; es decir, con piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros y cualesquier tipos de malandrines.

Después de seis siglos del descubrimiento de América, la mayoría de sus países, por múltiples circunstancias, todavía no han asimilado el nivel social (político y económico), cultural y de convivencia pacífica de los europeos, que por tal diferencia o rezago nos consideran tercermundistas; mejor dicho, nos menosprecian. Y me atrevo a testificar, sin ninguna duda, que  Estados Unidos es el principal causante de tal atraso; lógicamente a otros países, especialmente a sus aliados de siempre (por ejemplo, los que conforman la OTAN) también les atañe bastante culpabilidad, no solo a los países desarrollados, sino a la complicidad de los dirigentes de los países subdesarrollados.

Igual ocurre en las organizaciones conformadas por otros países, entre las cuales los más poderosos como Rusia y China explotan las riquezas naturales de los países subordinados que son los menos prósperos o subdesarrollados, como suelen calificarlos.

En Colombia la polarización por la disputa del poder político y económico ha sido brutal: con fuego y sangre. Ha habido ‘chulavita’, golpes de Estado, guerrilla, paramilitarismo, asesinatos de líderes, total sumisión al imperio de Estados Unidos. Despropósitos que tienen hasta la coronilla a gran parte de los colombianos. No se puede negar que a nuestro país después de la liberación de España, lo ha dominado Estados Unidos, manteniéndolo como socio estratégico por la ubicación geográfica, ante el desvío de Venezuela hacia el socialismo y su alianza con Rusia y China.

Aquí siempre han gobernado los partidarios del capitalismo, el cambio de varios países (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Perú y otros) hacia el modelo socialista o comunista tiene asustado al uribismo de pura cepa, miedo que lo ha inducido  a cometer múltiples errores, para mí el más garrafal fue la injerencia en la última elección presidencial de los Estados Unidos, pues ingenuamente creyeron que Donald Trump derrotaría a Joe Biden, seguramente porque Trump era el presidente de EEUU, tal vez aportaron dinero para la financiación de la campaña proselitista, pero allá el electorado vota por convicciones, por quien más procura la búsqueda del bienestar y hegemonía de gran país, no por el interés particular.

El presidente Biden, como buen estadounidense, ha sido prudente, sobre todo por la situación de Venezuela, que la quiere recuperar de las garras del comunismo del dictador Nicolás Maduro, no a través de la violencia, sino por vía diplomática. Le sigue ofreciendo apoyo a Colombia; sin embargo, no se ha reunido con el presidente Iván Duque y pareciera que no lo invitará a la Casa Blanca de Washington, la sede principal del gobierno de Estados Unidos, esto a claras luces significa que no perdonará la injerencia del uribismo en la política del gran país del norte.

No cabe duda en que tal osadía ha menoscabado el desempeño del presidente Duque, a quien ya su partido lo rechaza por querer congraciarse con unos y con otros. Y lo más grave para el azorado presidente: está siendo calificado como el peor de la historia de Colombia. 

Columnista
30 septiembre, 2021

A propósito de un desatino garrafal

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

A los europeos -coloquialmente hablando- el 12 de octubre de 1492, con el descubrimiento de América, se les apareció la virgen (en plena crisis económica). Este dicho popular lo traigo a colación por la enorme polarización que hay en América, debido más que todo a los modelos políticos, económicos y sociales impuestos por los gobernantes […]


A los europeos -coloquialmente hablando- el 12 de octubre de 1492, con el descubrimiento de América, se les apareció la virgen (en plena crisis económica). Este dicho popular lo traigo a colación por la enorme polarización que hay en América, debido más que todo a los modelos políticos, económicos y sociales impuestos por los gobernantes respectivos.

Cristóbal Colón, auspiciado por los reyes católicos de España (Isabel de Castilla y Fernando de Aragón), encontró un continente, prácticamente, virgen, cuyos pobladores indígenas vivían sin tantos conflictos como los europeos, quienes mejor armados, inmisericordemente, comenzaron a explotar la descomunal riqueza del nuevo continente a la usanza de entonces; es decir, con piratas, corsarios, bucaneros, filibusteros y cualesquier tipos de malandrines.

Después de seis siglos del descubrimiento de América, la mayoría de sus países, por múltiples circunstancias, todavía no han asimilado el nivel social (político y económico), cultural y de convivencia pacífica de los europeos, que por tal diferencia o rezago nos consideran tercermundistas; mejor dicho, nos menosprecian. Y me atrevo a testificar, sin ninguna duda, que  Estados Unidos es el principal causante de tal atraso; lógicamente a otros países, especialmente a sus aliados de siempre (por ejemplo, los que conforman la OTAN) también les atañe bastante culpabilidad, no solo a los países desarrollados, sino a la complicidad de los dirigentes de los países subdesarrollados.

Igual ocurre en las organizaciones conformadas por otros países, entre las cuales los más poderosos como Rusia y China explotan las riquezas naturales de los países subordinados que son los menos prósperos o subdesarrollados, como suelen calificarlos.

En Colombia la polarización por la disputa del poder político y económico ha sido brutal: con fuego y sangre. Ha habido ‘chulavita’, golpes de Estado, guerrilla, paramilitarismo, asesinatos de líderes, total sumisión al imperio de Estados Unidos. Despropósitos que tienen hasta la coronilla a gran parte de los colombianos. No se puede negar que a nuestro país después de la liberación de España, lo ha dominado Estados Unidos, manteniéndolo como socio estratégico por la ubicación geográfica, ante el desvío de Venezuela hacia el socialismo y su alianza con Rusia y China.

Aquí siempre han gobernado los partidarios del capitalismo, el cambio de varios países (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Perú y otros) hacia el modelo socialista o comunista tiene asustado al uribismo de pura cepa, miedo que lo ha inducido  a cometer múltiples errores, para mí el más garrafal fue la injerencia en la última elección presidencial de los Estados Unidos, pues ingenuamente creyeron que Donald Trump derrotaría a Joe Biden, seguramente porque Trump era el presidente de EEUU, tal vez aportaron dinero para la financiación de la campaña proselitista, pero allá el electorado vota por convicciones, por quien más procura la búsqueda del bienestar y hegemonía de gran país, no por el interés particular.

El presidente Biden, como buen estadounidense, ha sido prudente, sobre todo por la situación de Venezuela, que la quiere recuperar de las garras del comunismo del dictador Nicolás Maduro, no a través de la violencia, sino por vía diplomática. Le sigue ofreciendo apoyo a Colombia; sin embargo, no se ha reunido con el presidente Iván Duque y pareciera que no lo invitará a la Casa Blanca de Washington, la sede principal del gobierno de Estados Unidos, esto a claras luces significa que no perdonará la injerencia del uribismo en la política del gran país del norte.

No cabe duda en que tal osadía ha menoscabado el desempeño del presidente Duque, a quien ya su partido lo rechaza por querer congraciarse con unos y con otros. Y lo más grave para el azorado presidente: está siendo calificado como el peor de la historia de Colombia.