Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 1 agosto, 2023

¿Es la plata el poder?

“Las mujeres pobres de pueblo, también paren alcaldes”, decía un candidato, hace unos años, cuando quiso poner a pensar a la gente en que sí se puede llegar, en la política, a ocupar una posición de liderazgo sin ser un gamonal, o sin ser dueño de los miles de millones que se necesitan hoy, para poder, al menos anhelar ser alcalde.

“Las mujeres pobres de pueblo, también paren alcaldes”, decía un candidato, hace unos años, cuando quiso poner a pensar a la gente en que sí se puede llegar, en la política, a ocupar una posición de liderazgo sin ser un gamonal, o sin ser dueño de los miles de millones que se necesitan hoy, para poder, al menos anhelar ser alcalde.

Pero esa premisa, parece que no tiene asidero en esta época en la que si usted no tiene plata no tiene oportunidad. Triste realidad.

Y puede ser un candidato bueno, hombre o mujer, con ideas de progreso, de empuje y desarrollo, hoy nadie cree en esto. Los líderes políticos solo creen en la plata que se les pueda dar para entonces “mover a su gente”.

En los estratos sociales altos, las familias prestantes, los clanes políticos, o mafias, como usted quiera decirles, los testaferros del erario público, esos son los que ponen y quitan candidatos.  Los que al final determinan quién va, quién sigue; quién si, o quién no.

Esto nos mueve a preguntarnos ¿Es la plata el poder? Sin duda alguna si lo es. Si para empezar a sonar en los corrillos políticos y que la gente lo vea como una opción seria, así se piensa, usted necesita no menos de 500 millones de pesos, solo para empezar.

Un candidato que para su inscripción muestra toda esa fuerza y llena una avenida completa, solamente allí, está mostrando su opulencia y el derroche de millones de pesos; y como ‘el pobre pueblo, pueblo guevón’ come de esas, entonces ese sí es el candidato que con una varita mágica va a cambiar todo.

Ilusos nosotros que nos dejamos deslumbrar por la luz del oro, pero no analizamos a fondo la realidad que hay detrás de bambalinas.

El poder llama poder, como la plata llama plata, y quien tiene el poder no lo quiere soltar nunca, tampoco la plata; y es este el punto de quiebre.

¿Usted invertiría recursos en donde sabe que va a perder? La respuesta está clara, y es justo el análisis que hacemos en esta nota, ese despilfarro de dinero en las campañas no es otra cosa que la seguridad de sabernos en las mismas, en lo de siempre: obras mal hechas, inversiones a medias, corrupción en la salud, apropiación de los recursos del plan de alimentación escolar; alianza entre clanes para cubrirse el derroche, relación con el paramilitarismo, escándalos en Odebrecht y con los ‘presuntos’ saqueos a la paz.

Lo malo de todo, bueno para ellos, es que trabajan tan bien que la justicia nunca encuentra méritos para enjuiciarlos, o se hacen los locos.

Como dice un refrán popular: ‘yo no creo en brujas, pero que las hay las hay’. No olvidemos que esas campañas suntuosas, llenas de tanta plata, con tanta inversión en un nombre, nunca van a cambiar esto.

Solo buscan su lucro personal y sacar con renta esa inversión que se hacen desde las mafias políticas.

Y nos dejamos engañar con retóricas, enlodando nombres, señalando y argumentando de manera ruin sobre alguien que de verdad puede ser la solución.

Arrodillados e hipotecando al municipio, nunca cambiaremos a Valledupar. Pensemos al escoger, sin dejarnos comprar; recuerda: “Con dignidad y transparencia el pueblo tiene el poder, votemos bien”.  Sólo Eso. 

Por Eduardo Santos Ortega Vergara.

Columnista
1 agosto, 2023

¿Es la plata el poder?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Eduardo S. Ortega Vergara

“Las mujeres pobres de pueblo, también paren alcaldes”, decía un candidato, hace unos años, cuando quiso poner a pensar a la gente en que sí se puede llegar, en la política, a ocupar una posición de liderazgo sin ser un gamonal, o sin ser dueño de los miles de millones que se necesitan hoy, para poder, al menos anhelar ser alcalde.


“Las mujeres pobres de pueblo, también paren alcaldes”, decía un candidato, hace unos años, cuando quiso poner a pensar a la gente en que sí se puede llegar, en la política, a ocupar una posición de liderazgo sin ser un gamonal, o sin ser dueño de los miles de millones que se necesitan hoy, para poder, al menos anhelar ser alcalde.

Pero esa premisa, parece que no tiene asidero en esta época en la que si usted no tiene plata no tiene oportunidad. Triste realidad.

Y puede ser un candidato bueno, hombre o mujer, con ideas de progreso, de empuje y desarrollo, hoy nadie cree en esto. Los líderes políticos solo creen en la plata que se les pueda dar para entonces “mover a su gente”.

En los estratos sociales altos, las familias prestantes, los clanes políticos, o mafias, como usted quiera decirles, los testaferros del erario público, esos son los que ponen y quitan candidatos.  Los que al final determinan quién va, quién sigue; quién si, o quién no.

Esto nos mueve a preguntarnos ¿Es la plata el poder? Sin duda alguna si lo es. Si para empezar a sonar en los corrillos políticos y que la gente lo vea como una opción seria, así se piensa, usted necesita no menos de 500 millones de pesos, solo para empezar.

Un candidato que para su inscripción muestra toda esa fuerza y llena una avenida completa, solamente allí, está mostrando su opulencia y el derroche de millones de pesos; y como ‘el pobre pueblo, pueblo guevón’ come de esas, entonces ese sí es el candidato que con una varita mágica va a cambiar todo.

Ilusos nosotros que nos dejamos deslumbrar por la luz del oro, pero no analizamos a fondo la realidad que hay detrás de bambalinas.

El poder llama poder, como la plata llama plata, y quien tiene el poder no lo quiere soltar nunca, tampoco la plata; y es este el punto de quiebre.

¿Usted invertiría recursos en donde sabe que va a perder? La respuesta está clara, y es justo el análisis que hacemos en esta nota, ese despilfarro de dinero en las campañas no es otra cosa que la seguridad de sabernos en las mismas, en lo de siempre: obras mal hechas, inversiones a medias, corrupción en la salud, apropiación de los recursos del plan de alimentación escolar; alianza entre clanes para cubrirse el derroche, relación con el paramilitarismo, escándalos en Odebrecht y con los ‘presuntos’ saqueos a la paz.

Lo malo de todo, bueno para ellos, es que trabajan tan bien que la justicia nunca encuentra méritos para enjuiciarlos, o se hacen los locos.

Como dice un refrán popular: ‘yo no creo en brujas, pero que las hay las hay’. No olvidemos que esas campañas suntuosas, llenas de tanta plata, con tanta inversión en un nombre, nunca van a cambiar esto.

Solo buscan su lucro personal y sacar con renta esa inversión que se hacen desde las mafias políticas.

Y nos dejamos engañar con retóricas, enlodando nombres, señalando y argumentando de manera ruin sobre alguien que de verdad puede ser la solución.

Arrodillados e hipotecando al municipio, nunca cambiaremos a Valledupar. Pensemos al escoger, sin dejarnos comprar; recuerda: “Con dignidad y transparencia el pueblo tiene el poder, votemos bien”.  Sólo Eso. 

Por Eduardo Santos Ortega Vergara.