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Columnista - 9 julio, 2020

Es la economía estúpido y la indignación también

El covid-19 por el impacto en los bolsillos de la gente reordenó el centro de mesa de la próxima campaña presidencial.  Desempleo, pobreza, hambre, PIB, ingresos, producción y consumo serán, con la corrupción que causa indignación en plena pandemia, los platos fuertes de la próxima campaña presidencial la cual ya asoma sus orejas, está en […]

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El covid-19 por el impacto en los bolsillos de la gente reordenó el centro de mesa de la próxima campaña presidencial.  Desempleo, pobreza, hambre, PIB, ingresos, producción y consumo serán, con la corrupción que causa indignación en plena pandemia, los platos fuertes de la próxima campaña presidencial la cual ya asoma sus orejas, está en alistamiento y candidatos están armando desde ahora sus equipos.

El covid-19 ha acelerado los tiempos y tiene efectos en la política y en las elecciones.

En la política la pandemia es el filtro con el que la opinión pública está evaluando a sus mandatarios, su popularidad está amarrada al manejo del coronavirus y en el futuro próximo estará ligada a los impactos que causará el virus. Ese es el prisma con el cual el electorado hoy día mira a sus gobernantes.

La última encuesta de Invamer Gallup así lo refleja: Duque, Claudia López, los alcaldes de Barranquilla, Cali y las gobernadoras del Atlántico y del Valle, bajan en las encuestas y eso que no hemos llegado al pico y no se sabe cómo vaya a terminar esto porque  en Colombia abrieron la economía sin llegar al pico mientras en Europa lo hicieron cuando había pasado y esa, no es una diferencia menor pero tampoco había otra opción. Los alcaldes de Medellín y Bucaramanga subieron su aprobación por el buen manejo que hasta ahora le han dado a la crisis sanitaria.

Los indicadores económicos preocupan.  Desempleo en 21 %;  la economía caerá entre  -6 % y -7.8 % este año; un déficit fiscal por encima del 8 % del PIB; 20 billones de pesos menos en recaudo de la DIAN y una reforma tributaria para la cual el Gobierno nacional no tendrá oxigeno político para aprobarla, ponen a la economía en el centro de la mesa, en el foco del debate presidencial.

Lo anotado me remonta a otras latitudes y otros años pero al mismo tema. Es ‘la economía estúpido’ decía James Carville, asesor de la campaña de Bill Clinton en 1992.  Ese fue el tema de campaña que blandió y con el cual Clinton  ganó la presidencia.  Bush padre se había olvidado de los problemas económicos de sus connacionales que iban increscendo para ir a buscar la gloria en el extranjero y Clinton recordó: ¡Es la economía, estúpido! Y por ahí se sintonizó con el electorado.

Por eso el candidato debe combinar en su propuesta de campaña bolsillo, salud e indignación porque la corrupción no se fue de cuarentena.

El plato fuerte de las elecciones presidenciales no serán ni la  paz ni  la seguridad ni el ELN ni Venezuela ni la izquierda ni el narcotráfico ni el miedo. La narrativa deben escribirla, por el camino del centro y más si Biden le gana a Trump, sobre cómo mejorar la economía, la seguridad sanitaria y alimentaria y transmitir un sentimiento de indignación por las coimas que en calles de ratonera se transaron con el covid-19.

Columnista
9 julio, 2020

Es la economía estúpido y la indignación también

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Enrique Herrera Araujo

El covid-19 por el impacto en los bolsillos de la gente reordenó el centro de mesa de la próxima campaña presidencial.  Desempleo, pobreza, hambre, PIB, ingresos, producción y consumo serán, con la corrupción que causa indignación en plena pandemia, los platos fuertes de la próxima campaña presidencial la cual ya asoma sus orejas, está en […]


El covid-19 por el impacto en los bolsillos de la gente reordenó el centro de mesa de la próxima campaña presidencial.  Desempleo, pobreza, hambre, PIB, ingresos, producción y consumo serán, con la corrupción que causa indignación en plena pandemia, los platos fuertes de la próxima campaña presidencial la cual ya asoma sus orejas, está en alistamiento y candidatos están armando desde ahora sus equipos.

El covid-19 ha acelerado los tiempos y tiene efectos en la política y en las elecciones.

En la política la pandemia es el filtro con el que la opinión pública está evaluando a sus mandatarios, su popularidad está amarrada al manejo del coronavirus y en el futuro próximo estará ligada a los impactos que causará el virus. Ese es el prisma con el cual el electorado hoy día mira a sus gobernantes.

La última encuesta de Invamer Gallup así lo refleja: Duque, Claudia López, los alcaldes de Barranquilla, Cali y las gobernadoras del Atlántico y del Valle, bajan en las encuestas y eso que no hemos llegado al pico y no se sabe cómo vaya a terminar esto porque  en Colombia abrieron la economía sin llegar al pico mientras en Europa lo hicieron cuando había pasado y esa, no es una diferencia menor pero tampoco había otra opción. Los alcaldes de Medellín y Bucaramanga subieron su aprobación por el buen manejo que hasta ahora le han dado a la crisis sanitaria.

Los indicadores económicos preocupan.  Desempleo en 21 %;  la economía caerá entre  -6 % y -7.8 % este año; un déficit fiscal por encima del 8 % del PIB; 20 billones de pesos menos en recaudo de la DIAN y una reforma tributaria para la cual el Gobierno nacional no tendrá oxigeno político para aprobarla, ponen a la economía en el centro de la mesa, en el foco del debate presidencial.

Lo anotado me remonta a otras latitudes y otros años pero al mismo tema. Es ‘la economía estúpido’ decía James Carville, asesor de la campaña de Bill Clinton en 1992.  Ese fue el tema de campaña que blandió y con el cual Clinton  ganó la presidencia.  Bush padre se había olvidado de los problemas económicos de sus connacionales que iban increscendo para ir a buscar la gloria en el extranjero y Clinton recordó: ¡Es la economía, estúpido! Y por ahí se sintonizó con el electorado.

Por eso el candidato debe combinar en su propuesta de campaña bolsillo, salud e indignación porque la corrupción no se fue de cuarentena.

El plato fuerte de las elecciones presidenciales no serán ni la  paz ni  la seguridad ni el ELN ni Venezuela ni la izquierda ni el narcotráfico ni el miedo. La narrativa deben escribirla, por el camino del centro y más si Biden le gana a Trump, sobre cómo mejorar la economía, la seguridad sanitaria y alimentaria y transmitir un sentimiento de indignación por las coimas que en calles de ratonera se transaron con el covid-19.