El planteamiento del “principio de precaución”, en virtud del cual debe suspenderse la fumigación de narco cultivos con glifosato porque podría producir cáncer es un sofisma de distracción. La Agencia contra el Cáncer de la OMS sostuvo que el glifosato “podría” generar linfoma de No Hodgkin. La Agencia se refirió en general al glifosato, sin […]
El planteamiento del “principio de precaución”, en virtud del cual debe suspenderse la fumigación de narco cultivos con glifosato porque podría producir cáncer es un sofisma de distracción. La Agencia contra el Cáncer de la OMS sostuvo que el glifosato “podría” generar linfoma de No Hodgkin. La Agencia se refirió en general al glifosato, sin distinguir el cultivo sobre el cual se usa. Sin embargo, la Corte solo suspendió la fumigación de narcocultivos. Si fuera coherente, debería haber suspendido cualquier uso del glifosato. Después, la Corte no ha dicho absolutamente nada de aquellos productos y materiales sobre los que se tiene plena certeza de que sí generan cáncer. ¿Por qué?
Pero en la argumentación de la Corte con base en el “principio de precaución” hay contradicciones aún más graves. En teoría, la Corte pretende precaver los riesgos posibles para la salud que podrían ocurrir por las fumigaciones de narcocultivos con el glifosato. Pero no considera los peligros y consecuencias, esas ya probadas, de no fumigarlos. Como hasta hoy no hay alternativa al glifosato, el Gobierno no puede sino recurrir a la erradicación manual. Y esa erradicación no tiene riesgos potenciales sino reales, tangibles, actuales. En los últimos cinco años han sido casi un centenar los policías y civiles muertos y más de trescientos los mutilados cuando erradicaban. ¿Por qué precaver eventuales enfermedades, aún no probadas, y, en cambio, no evitar muertes y mutilaciones ciertas?
Para rematar, parar la fumigación con glifosato ha traído aparejado que nos inundemos de coca. Desde que se suspendió la aspersión en el 2015 ha habido un crecimiento monumental de los narcocultivos. Se llegó a 209.000 hectáreas en el 2017 y con certeza la de 31 de diciembre de 2018 es aún mayor.
Como era previsible e inevitable, se ha traducido en un aumento de la violencia. Después de quince años de reducciones sistemáticas, la tasa de homicidios aumentó casi un 4% el año pasado. El incremento de los homicidios se dio en particular en los departamentos con mayor crecimiento de narcocultivos, donde hay una disputa por el control de actividades y rentas ilegales. En los municipios donde está el plan integral de sustitución de cultivos el homicidio creció, hasta septiembre del 2018, en un escalofriante 48%.
Es decir, no fumigar trae más coca y más coca es más homicidios. Y también daños irreversibles al medio ambiente, fomenta la drogadicción, afecta la economía, corrompe la cultura y la ética ciudadanas y, sin duda, aumenta la violencia. En esas condiciones, aún si se admitiera que el glifosato pudiera causar daños a la salud, que no está todavía probado, las alternativas son mucho peores. Ese es el juicio ético que debe hacer la Corte. Lo otro es traerle más males a un país que sufre muchos.
El planteamiento del “principio de precaución”, en virtud del cual debe suspenderse la fumigación de narco cultivos con glifosato porque podría producir cáncer es un sofisma de distracción. La Agencia contra el Cáncer de la OMS sostuvo que el glifosato “podría” generar linfoma de No Hodgkin. La Agencia se refirió en general al glifosato, sin […]
El planteamiento del “principio de precaución”, en virtud del cual debe suspenderse la fumigación de narco cultivos con glifosato porque podría producir cáncer es un sofisma de distracción. La Agencia contra el Cáncer de la OMS sostuvo que el glifosato “podría” generar linfoma de No Hodgkin. La Agencia se refirió en general al glifosato, sin distinguir el cultivo sobre el cual se usa. Sin embargo, la Corte solo suspendió la fumigación de narcocultivos. Si fuera coherente, debería haber suspendido cualquier uso del glifosato. Después, la Corte no ha dicho absolutamente nada de aquellos productos y materiales sobre los que se tiene plena certeza de que sí generan cáncer. ¿Por qué?
Pero en la argumentación de la Corte con base en el “principio de precaución” hay contradicciones aún más graves. En teoría, la Corte pretende precaver los riesgos posibles para la salud que podrían ocurrir por las fumigaciones de narcocultivos con el glifosato. Pero no considera los peligros y consecuencias, esas ya probadas, de no fumigarlos. Como hasta hoy no hay alternativa al glifosato, el Gobierno no puede sino recurrir a la erradicación manual. Y esa erradicación no tiene riesgos potenciales sino reales, tangibles, actuales. En los últimos cinco años han sido casi un centenar los policías y civiles muertos y más de trescientos los mutilados cuando erradicaban. ¿Por qué precaver eventuales enfermedades, aún no probadas, y, en cambio, no evitar muertes y mutilaciones ciertas?
Para rematar, parar la fumigación con glifosato ha traído aparejado que nos inundemos de coca. Desde que se suspendió la aspersión en el 2015 ha habido un crecimiento monumental de los narcocultivos. Se llegó a 209.000 hectáreas en el 2017 y con certeza la de 31 de diciembre de 2018 es aún mayor.
Como era previsible e inevitable, se ha traducido en un aumento de la violencia. Después de quince años de reducciones sistemáticas, la tasa de homicidios aumentó casi un 4% el año pasado. El incremento de los homicidios se dio en particular en los departamentos con mayor crecimiento de narcocultivos, donde hay una disputa por el control de actividades y rentas ilegales. En los municipios donde está el plan integral de sustitución de cultivos el homicidio creció, hasta septiembre del 2018, en un escalofriante 48%.
Es decir, no fumigar trae más coca y más coca es más homicidios. Y también daños irreversibles al medio ambiente, fomenta la drogadicción, afecta la economía, corrompe la cultura y la ética ciudadanas y, sin duda, aumenta la violencia. En esas condiciones, aún si se admitiera que el glifosato pudiera causar daños a la salud, que no está todavía probado, las alternativas son mucho peores. Ese es el juicio ético que debe hacer la Corte. Lo otro es traerle más males a un país que sufre muchos.