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Columnista - 2 julio, 2020

Episodios sobre mi medicatura rural

En el año 1974, dos días después de haber recibido el diploma de médico general otorgado por la Universidad del Valle (UV), me trasladé a Valledupar en procura de cumplir la medicatura rural obligatoria, en aquel tiempo el jefe de salud del departamento del Cesar era el doctor Jaime Guerra Márquez (q.e.p.d.), gran amigo de […]

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En el año 1974, dos días después de haber recibido el diploma de médico general otorgado por la Universidad del Valle (UV), me trasladé a Valledupar en procura de cumplir la medicatura rural obligatoria, en aquel tiempo el jefe de salud del departamento del Cesar era el doctor Jaime Guerra Márquez (q.e.p.d.), gran amigo de mi familia. Llegué simultáneamente con mi amigo Carlos Salgado Montoya, en ese momento había dos plazas libres para medicatura rural, de las cuales, mi amigo prefirió la de Chimichagua y a mí me quedó la del corregimiento de Los Venados.

El mismo día que arribé a Valledupar, Myriam Bracho (q.e.p.d.) la secretaria del director del hospital Rosario Pumarejo de López, y vecina de mi madre, me pidió el favor de hacer el turno nocturno en el servicio de urgencias, el siguiente día el ginecólogo, Guillermo Bernal Domínguez, quien era el director del hospital, me nombró médico de planta de urgencias, siguiendo como médico rural en Los Venados.

A los pocos días en el centro de salud de Los Venados casi me muerde una serpiente venenosa con más de un metro de longitud, le reporté el peligro al jefe de salud departamental y me dijo: “José que suerte tienes, porque ayer recibí dos peticiones de médicos, una de parte del colegio Prudencia Daza y la otra de la Casa de los Abuelos, si no tienes inconvenientes desde mañana puedes continuar la medicatura rural en esos sitios”. Le respondí, con el colegio no tengo problemas, pues queda a 2 cuadras de mi residencia, pero el trasporte a la Casa de los Abuelos se me dificulta. “No te preocupes yo le informo a la superiora que te trasladen en el carro del ancianato”.

En una reunión social tuve dialogo con ‘El pato’ Monsalvo (q.e.p.d.), y me dijo que era el director de la Casa Indígena y necesitaba un médico permanente. Le propuse al Dr Jaime Guerra la creación de medicatura rural en dicha casa, con cobertura de un día semanal en Guacoche (donde atendería pacientes de El Jabo y Guacochito) y otro día visitaría Los Corazones y Río Seco. En menos de un mes el proyecto obtuvo la aprobación del ministerio de Salud.  Lo cierto es que hice una buena labor y me granjeé la amistad del mamo Arhuaco Liberato Crespo y de la lideresa Leonor Zalabata con quien conservo amistad.

El abogado Carlos Rodolfo Ortega Montero quien estudió conmigo la primaria y el bachillerato, era el personero del municipio de Valledupar, en ese tiempo le correspondía salvaguardar los derechos fundamentales de los indígenas de la Sierra Nevada pertenecientes a su jurisdicción y en sus recorridos por esa región, me remitía a los indígenas con enfermedades agudas para sus respectivas atenciones en la Casa Indígena de Valledupar.

En una ocasión, antes del mediodía llegué con el personero municipal a la fiesta patronal de Los Corazones, nos situamos en la casa de Rosa Jacoba (q.e.p.d.); con la compañía del periodista, Julio de la Rosa e Insignares y otras personas conocidas, comenzamos a tomar licor.  A las cuatro de la tarde llega el padre Armando Becerra a presidir la procesión de la virgen del Rosario, advirtiendo que si lanzaban cohetes de fuegos artificiales abandonaría la procesión, más demoró en advertirlo cuando la gente contenta comenzó a tirarlos, el padre muy enfadado se fue dejando el pueblo con la santa patrona en la calle, el personero agarró el incensario, yo la cruz y terminamos el recorrido de la procesión con la gente presente disgustada con el sacerdote.

El día siguiente, el periodista Julio de la Rosa por el noticiero de la emisora La Voz del Cañaguate, censuró al padre Becerra por el irrespeto a la Santa Patrona y falta de solidaridad con la población de Los Corazones y disculpó al personero y al médico rural.         

Columnista
2 julio, 2020

Episodios sobre mi medicatura rural

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

En el año 1974, dos días después de haber recibido el diploma de médico general otorgado por la Universidad del Valle (UV), me trasladé a Valledupar en procura de cumplir la medicatura rural obligatoria, en aquel tiempo el jefe de salud del departamento del Cesar era el doctor Jaime Guerra Márquez (q.e.p.d.), gran amigo de […]


En el año 1974, dos días después de haber recibido el diploma de médico general otorgado por la Universidad del Valle (UV), me trasladé a Valledupar en procura de cumplir la medicatura rural obligatoria, en aquel tiempo el jefe de salud del departamento del Cesar era el doctor Jaime Guerra Márquez (q.e.p.d.), gran amigo de mi familia. Llegué simultáneamente con mi amigo Carlos Salgado Montoya, en ese momento había dos plazas libres para medicatura rural, de las cuales, mi amigo prefirió la de Chimichagua y a mí me quedó la del corregimiento de Los Venados.

El mismo día que arribé a Valledupar, Myriam Bracho (q.e.p.d.) la secretaria del director del hospital Rosario Pumarejo de López, y vecina de mi madre, me pidió el favor de hacer el turno nocturno en el servicio de urgencias, el siguiente día el ginecólogo, Guillermo Bernal Domínguez, quien era el director del hospital, me nombró médico de planta de urgencias, siguiendo como médico rural en Los Venados.

A los pocos días en el centro de salud de Los Venados casi me muerde una serpiente venenosa con más de un metro de longitud, le reporté el peligro al jefe de salud departamental y me dijo: “José que suerte tienes, porque ayer recibí dos peticiones de médicos, una de parte del colegio Prudencia Daza y la otra de la Casa de los Abuelos, si no tienes inconvenientes desde mañana puedes continuar la medicatura rural en esos sitios”. Le respondí, con el colegio no tengo problemas, pues queda a 2 cuadras de mi residencia, pero el trasporte a la Casa de los Abuelos se me dificulta. “No te preocupes yo le informo a la superiora que te trasladen en el carro del ancianato”.

En una reunión social tuve dialogo con ‘El pato’ Monsalvo (q.e.p.d.), y me dijo que era el director de la Casa Indígena y necesitaba un médico permanente. Le propuse al Dr Jaime Guerra la creación de medicatura rural en dicha casa, con cobertura de un día semanal en Guacoche (donde atendería pacientes de El Jabo y Guacochito) y otro día visitaría Los Corazones y Río Seco. En menos de un mes el proyecto obtuvo la aprobación del ministerio de Salud.  Lo cierto es que hice una buena labor y me granjeé la amistad del mamo Arhuaco Liberato Crespo y de la lideresa Leonor Zalabata con quien conservo amistad.

El abogado Carlos Rodolfo Ortega Montero quien estudió conmigo la primaria y el bachillerato, era el personero del municipio de Valledupar, en ese tiempo le correspondía salvaguardar los derechos fundamentales de los indígenas de la Sierra Nevada pertenecientes a su jurisdicción y en sus recorridos por esa región, me remitía a los indígenas con enfermedades agudas para sus respectivas atenciones en la Casa Indígena de Valledupar.

En una ocasión, antes del mediodía llegué con el personero municipal a la fiesta patronal de Los Corazones, nos situamos en la casa de Rosa Jacoba (q.e.p.d.); con la compañía del periodista, Julio de la Rosa e Insignares y otras personas conocidas, comenzamos a tomar licor.  A las cuatro de la tarde llega el padre Armando Becerra a presidir la procesión de la virgen del Rosario, advirtiendo que si lanzaban cohetes de fuegos artificiales abandonaría la procesión, más demoró en advertirlo cuando la gente contenta comenzó a tirarlos, el padre muy enfadado se fue dejando el pueblo con la santa patrona en la calle, el personero agarró el incensario, yo la cruz y terminamos el recorrido de la procesión con la gente presente disgustada con el sacerdote.

El día siguiente, el periodista Julio de la Rosa por el noticiero de la emisora La Voz del Cañaguate, censuró al padre Becerra por el irrespeto a la Santa Patrona y falta de solidaridad con la población de Los Corazones y disculpó al personero y al médico rural.