Entre estos accidentes topográficos, lomas y sabanas, que separan a La Junta de Patillal, se desarrolló la infancia de Diomedes Díaz, como él mismo lo dijo en su canción autobiográfica, ‘El 26 de mayo’. La feracidad de este entorno natural nutrió al ‘Cacique’ para contarle al mundo, a través de sus cantos, de estas bellezas […]
Entre estos accidentes topográficos, lomas y sabanas, que separan a La Junta de Patillal, se desarrolló la infancia de Diomedes Díaz, como él mismo lo dijo en su canción autobiográfica, ‘El 26 de mayo’.
La feracidad de este entorno natural nutrió al ‘Cacique’ para contarle al mundo, a través de sus cantos, de estas bellezas majestuosas que enmarcan su región y que son dignas de admiración por parte de sus seguidores, que cada día, antes y después de su muerte, acuden en romería a estas tierras desde diferentes partes de Colombia y el mundo.
La Junta y la finca Carrizal se han convertido en sitios de obligada peregrinación por parte de las personas que llegan en masa a admirar la obra colosal de este cantor campesino.
Saliendo de Valledupar por el norte hacia La Junta hay una carretera en buenas condiciones, el turista disfruta observando un paisaje inédito para su vista, pero a dos kilómetros de San Juan del Cesar cesa el placer de conducir sin obstáculos, se queja el visitante de un tramo inconcluso, polvoriento, lleno de ondulaciones y escalerillas, que deja a sus vehículos en malas condiciones y también maltrecha la imagen de los políticos que vaporizaron los dineros para terminar esta obra.
Al llegar a La Junta el visitante encuentra una población tirada a su suerte, en el más absoluto abandono estatal, hay carencia de todo, y de lo más elemental para sobrevivir, el agua; la pobreza pulula en cada rincón del corregimiento más popular de Colombia, sus habitantes hacen ingentes esfuerzos para sobrellevar sus vicisitudes y halagan al foráneo con chucherías, cantinas con música estridente y fondas de sopas; con estos ventorrillos palian un poco sus necesidades, tal y cual lo predijo Diomedes en una entrevista.
Hernán Acosta, cuñado de Diomedes, hace malabares para atender al turista en la casa de la ventana marroncita, donde están las vivencias de una de las canciones más exitosas de la música vallenata a pesar de sus 40 años. Acosta los entretiene con suvenires e historias de amores entre Patricia y ‘El Cacique’.
En La Junta no hay, ni se proyecta, un sitio donde se pueda reposar del cansancio y de los efectos del calcinante sol antes o después de la visita a los lugares turísticos, a pesar de ser sitio sagrado de los diomedistas.
Para llegar a la finca Carrizal, partiendo de La Junta, es lastimoso observar el otrora, altivo y paradisiaco balneario El Salto sin una pizca de agua, se transita por una vía de herradura que también lleva a Patillal; el caos vehicular es monumental, en la finca encontramos un incipiente museo con el dormitorio, la vestimenta, zapatos, perfumes y otros aditamentos que usaba Diomedes, además una amplia galería de fotos; su administrador proyecta mejorarlo para atraer más turistas, pero se necesita la ayuda estatal; los políticos guajiros son autistas para mejorar la calidad de vida de los junteros, con el legado que su paisano, el hijo más importante de esa región, les dejó.
Entre estos accidentes topográficos, lomas y sabanas, que separan a La Junta de Patillal, se desarrolló la infancia de Diomedes Díaz, como él mismo lo dijo en su canción autobiográfica, ‘El 26 de mayo’. La feracidad de este entorno natural nutrió al ‘Cacique’ para contarle al mundo, a través de sus cantos, de estas bellezas […]
Entre estos accidentes topográficos, lomas y sabanas, que separan a La Junta de Patillal, se desarrolló la infancia de Diomedes Díaz, como él mismo lo dijo en su canción autobiográfica, ‘El 26 de mayo’.
La feracidad de este entorno natural nutrió al ‘Cacique’ para contarle al mundo, a través de sus cantos, de estas bellezas majestuosas que enmarcan su región y que son dignas de admiración por parte de sus seguidores, que cada día, antes y después de su muerte, acuden en romería a estas tierras desde diferentes partes de Colombia y el mundo.
La Junta y la finca Carrizal se han convertido en sitios de obligada peregrinación por parte de las personas que llegan en masa a admirar la obra colosal de este cantor campesino.
Saliendo de Valledupar por el norte hacia La Junta hay una carretera en buenas condiciones, el turista disfruta observando un paisaje inédito para su vista, pero a dos kilómetros de San Juan del Cesar cesa el placer de conducir sin obstáculos, se queja el visitante de un tramo inconcluso, polvoriento, lleno de ondulaciones y escalerillas, que deja a sus vehículos en malas condiciones y también maltrecha la imagen de los políticos que vaporizaron los dineros para terminar esta obra.
Al llegar a La Junta el visitante encuentra una población tirada a su suerte, en el más absoluto abandono estatal, hay carencia de todo, y de lo más elemental para sobrevivir, el agua; la pobreza pulula en cada rincón del corregimiento más popular de Colombia, sus habitantes hacen ingentes esfuerzos para sobrellevar sus vicisitudes y halagan al foráneo con chucherías, cantinas con música estridente y fondas de sopas; con estos ventorrillos palian un poco sus necesidades, tal y cual lo predijo Diomedes en una entrevista.
Hernán Acosta, cuñado de Diomedes, hace malabares para atender al turista en la casa de la ventana marroncita, donde están las vivencias de una de las canciones más exitosas de la música vallenata a pesar de sus 40 años. Acosta los entretiene con suvenires e historias de amores entre Patricia y ‘El Cacique’.
En La Junta no hay, ni se proyecta, un sitio donde se pueda reposar del cansancio y de los efectos del calcinante sol antes o después de la visita a los lugares turísticos, a pesar de ser sitio sagrado de los diomedistas.
Para llegar a la finca Carrizal, partiendo de La Junta, es lastimoso observar el otrora, altivo y paradisiaco balneario El Salto sin una pizca de agua, se transita por una vía de herradura que también lleva a Patillal; el caos vehicular es monumental, en la finca encontramos un incipiente museo con el dormitorio, la vestimenta, zapatos, perfumes y otros aditamentos que usaba Diomedes, además una amplia galería de fotos; su administrador proyecta mejorarlo para atraer más turistas, pero se necesita la ayuda estatal; los políticos guajiros son autistas para mejorar la calidad de vida de los junteros, con el legado que su paisano, el hijo más importante de esa región, les dejó.